❝Él tiene sus secretos, sí, yo también
tengo los míos.
No me importa lo que hiciste
solo lo que hacemos...
la ropa sucia,
luce bien en ti.❞
(Dirty Laundry - All Time Low)
Los secretos son una de las tantas cosas que vuelven complejo al ser human...
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(les recomiendo escuchar la multimedia cuando la canción sea nombrada en la lectura)
Cuando somos niños, pensamos que la vida es fácil y que solo se trata de tener buenas calificaciones y no perder los pares de tus calcetines. Sí, cuando eres joven, crees que puedes comerte el mundo de un bocado; que todo lo que deseas está al alcance de tus manos; que necesitas dejarte consumir en el amor y la pasión. Y aunque creer todo eso es divertido y, además, abre paso a tus sueños... no podemos negar que estas ideas son erradas.
La vida no es fácil, la veas por donde la veas.
La vida es una tremenda hija de puta cuando le viene en gana y no deja de ponerte el pie para reírse mientras estas en el piso. Destrozado. Pero cuando te tropiezas, solo te queda una cosa por hacer: levantarte.
Te levantas y sigues adelante con las fuerzas que te quedan.
Porque si no lo haces... ¿de qué se trata todo esto?
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Cuando Oliver despertó esa mañana, lo hizo buscando a Dante. La cama estaba vacía y el sol entraba entre las persianas, molestándole en los ojos y obligándolo a desperezarse por completo. Se estiro entre las cálidas sabanas y enterró la cabeza en la almohada, sintiendo la tela raspando su nuca. Y cuando abrió los ojos, pudo ver estrellas fosforescentes en el techo.
—Buenos días, Oli
Por el pasillo, escucho pasos apresurados que acompañaban a la aterciopelada voz que le llamaba. Alzó la cabeza para encontrarse de lleno con el rostro alegre de Steve, su querido Golden retriever, que saltaba de aquí para allá para subirse a la cama con él. Lo tomo entre sus brazos y lo acaricio, recibiendo un par de lengüetazos en la cara.
—Steve ha estado inquieto toda la mañana, pero lo mantuve conmigo en el jardín para que te dejara dormir un poco más. —Y ahí estaba otra vez la voz aterciopelada que lo había acompañado todos los días desde hace casi un año. —Aunque el desayuno ya está listo así que es hora de levantarse.
Se sentó en el colchón y dejo que Steve se recostara a su lado. Frente a él estaba Dante, vestido con su ropa de jardinería y con una sonrisa tan hermosa como la primera vez que lo vio. O incluso más. Los dos habían cambiado mucho desde la primera vez que se conocieron en la lavandería. El sol se hacía cada vez más presente en la habitación y Oliver se preguntaba la hora y si acaso ya se le había hecho tarde por querer dormir cinco minutos más —los cuales fueron más de cinco, obviamente— después de que sonara su despertador.