vida | parte 1

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-Pasa, anda - saludó con amabilidad y la hizo pasar.

-Vengo a ver a Mai y a la pequeñaja. - Desde que había dado a luz y había cogido la baja por maternidad apenas la había visto poco más de cinco veces en los ensayos, y a su ahijada menos. Así que decidió pasarse a saludarles después de salir del teatro. Al entrar vióa su amiga sentada en el sofá con un bebé de unos dos meses en brazos.

-¡Samantiti, qué sorpresa! - exclamó la pamplonica. - Mira quien ha venido a verte, Leire.

-He venido a veros a las dos. - dijo viendo como su amiga se levantaba del sofá. La bebé empezó a llorar.

-Vaya… Con lo tranquilita que estaba… -Se quejó tratando de calmarle.

-Voy a hacer algo rico de comer, ¿Os apetece? - anunció su pareja.

-Eso estaría genial. - le sonrió Samantha. A Maialen también le pareció buena idea. -¿Quieres intentar calmarle? - Samantha miró a la niña, le resultaba raro tener un bebé en brazos, pero a la vez era una sensación agradable.

-No sé, lo mismo se pone a llorar más fuerte…

-Seguro que con su tita se le pasa el berrinche. - Maialen le dedicó una cálida sonrisa y depositó a la pequeña entre sus brazos con cuidado.

Samantha la acunó con suavidad, al principio se sentía incómoda pero luego la sensación de tener a esa pequeña en brazos le pareció fascinante. Leire dejó de llorar, le miraba con los ojos muy abiertos, para ser tan pequeña era una bebé muy despierta y espabilada.

-Oye, creo que tienes mejor mano que Jujiti. - comentó con una bonita sonrisa. - El otro día le costó calmarla un buen rato y justo cuando lo consiguió Leire se hizo caca.

-Supongo que los niños se me dan mejor a esta edad, cuando no pueden entenderme… - confesó.

-¿Qué dices? Estoy segura de que cuando crezca estará loca por su madrina.

Samantha sonrió ante el comentario. Y es que ella no se imaginaba que Maialen llevaba toda la razón del mundo. En unos años Leire copiaría a su madrina, quien se convertiría en su tía favorita, quien le leería sus cuentos favoritos, le enseñaría la pasión por la poesía y le llevaría todas las veces que quisiera al parque.

-¡Maialen! ¿Dónde están las patatas? No las encuentro por ningún lao'. - Gritó el chico desde la cocina.

-Empiezo a pensar que ahora que se me ha activado la característica especial de "madres que lo encuentran todo", se aprovecha un poco… - comentó levantándose y dirigiéndose un momento hacia la cocina.

Samantha no podía apartar la mirada de esa bebé que le había robado el corazón. Era tan pequeña, tan suave y tenía esa mirada.

Arrugó la nariz, no debía ser tan diferente de Anaju porque Leire también se había hecho caca en sus brazos.

-¡Mai! Creo que tengo un problemita. - dudaba que hubiera "problemitas" que olieran peor que eso. Maialen se asomó corriendo por el marco de la puerta.

-¿Qué pasa?

-Leire ha hecho sus deposiciones. - la morena se rió.

-¿Qué te parece si le cambiamos? - Samantha asintió intentando darle a la niña. - De hecho, deberías hacerlo tú. - sugirió como si se tratara de la mejor idea que había tenido nunca. La ojiazul negó nerviosa con la cabeza mientras todavía sostenía a la niña en brazos.

-N-n-nunca he cambiado un pañal.

-Bueno, de eso se trata, de que aprendas. - notó como se ponía pálida. -¿No me digas que te da miedo cambiar un simple pañal? - Samantha tragó saliva.

brillo 》 flamantha one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora