Que lo hubiera sabido desde el principio no lo hacía más soportable.Porque sí, Samantha sabía desde que el profesorado habían pronunciado el nombre de Anaju, que ella ya no iba a estar en la academia. Lo sabía incluso en la cena, tenía esa corazonada aunque Flavio llevara días diciendole lo contrario. No iba a seguir aprendiendo de todas las clases y no iba a seguir viviendo esa experiencia junto a su ya familia, ni junto a él.
Flavio cada vez veía con más claridad la estrategia de ese juego del que habían sido partícipes, en medio de la soledad que comenzaba a aposentarse en su estómago.
Había logrado no mostrar sus sentimientos a las cámaras. Pero, para luchar, hay que tener ganas de hacerlo, no basta con ser fuerte. Y, cuando Samantha - junto a Maialen - había desaparecido tras el símbolo iluminado que decoraba la puerta de la academia, las ganas de Flavio habían desaparecido.
Eran las 3 de la mañana.
Quiso no estar sentado en una silla de aluminio, que sin Samantha al lado le era totalmente ajena. En una mesa enorme en la que nunca más le escucharía reír, en la que nunca más podrían hacerse reír. Ni bromas, ni masajes.
Estaba solo en una cocina en la que las luces estaban apagadas, pero no tardarían en volver a alumbrarle los miedos, que empezaban a gritarle desde dentro con fuerza.
Y había uno inminente, al que tendría que prestarle atención pronto.
Nia le había ofrecido dormir en su cama y Anaju dormir con ella. Maialen tampoco estaba allí, pero sabía que le habría amenazado con pegarle por dudar tanto de él, de ellos, por su actitud. Después se habría pasado la noche entera con ella hablando.
-Samantha, si se hubiese quedado, lo hubiese pasado mal... porque no estarías tú. - le dijo Eva llegando a la cocina.
-Quiero que esté bien ella, que no se ralle.
La gallega no había dicho nada más. Tras eso se había ido directamente a las habitaciones. Eva le veía la verdad en la cara, aunque él elaborara cuidadosamente capas de emociones fingidas a veces y otras de neutralidad. Esa noche no iba a ser menos. Era la única que no había buscado la manera de consolarle, porque no existía.
Flavio se había permitido ser transparente consigo mismo y predecir cuáles iban a ser las consecuencias emocionales de cada día en la academia.
Le costó levantarse de la silla.
Caminó despacio.
Miró el sofá de reojo, replanteándose una vez más dormir allí. Pero sería todavía peor. Era más consciente de todos los recuerdos que habían creado tumbados juntos, entre los cojines de colores. De cómo Samantha había sido la única en darse cuenta de que, las primeras semanas, dormía allí cuando no podía soportar su propio cerebro, y de cómo le había acompañado a pesar de que Flavio intentara alejarla de todo aquello en lo que se convertía cuando la inseguridad le inundaba.
El sofá, definitivamente, no era buena idea.
Respiró hondo, llenando los pulmones con el aire suficiente para llegar hasta la puerta de la habitación, aire que no quemara.
Sentía que alguien le estaba mirando pero no tenía energía para hablar con nadie.
Se desplomó sobre la cama matrimonial que habían montado las últimas semanas, con la ropa de la gala todavía puesta.
Olía a ella, a ellos, a ese olor que últimamente les definía a ambos y que poco a poco iría desapareciendo hasta quedar únicamente el suyo.
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brillo 》 flamantha one-shots
FanficHistorias de un solo capítulo sin ninguna conexión entre si. (Algunos tendrán más de una parte.)