la boda | parte 2

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Probablemente, estaba ahogándose en un vaso con agua. Esa fue la sensación que le invadió la primera hora y media, cuando lo más novedoso que había pasado fue haber recibido una llamada de Eva, que quería comprobar que estaban ya en camino. Lo no-novedoso incluía dormir con la cabeza apoyada en la ventana y revisar Instagram hasta que entraron en una zona cuya cubertura era pésima.

-¿Quieres que cambie de música? -preguntó Flavio de pronto.

Hacía mucho que había dejado de registrar qué sonaba, por lo que alzó un hombro. La realidad era que él tampoco tenía intención de entablar una conversación. Era casi… decepcionante. Y aburrido. Cuando había conocido a Flavio, lo calificó de inmediato de adolescente sin futuro, prejuicioso y desinteresado. Pronto esa impresión cambió al ver qué tan dedicado era cuando se proponía un objetivo. Cuando comprendió su dulzura y sus inseguridades.

-¿Te molesta si te pregunto algo?

La mirada del murciano estaba bien puesta en la autopista y Samantha, a esas alturas, incluso agradecía un poco de charla.

Solo habían transcurrido tres horas del viaje.

-Te escucho.

-¿Crees que Gèrard y Anne se casaran pronto?

Esperaba una pregunta más relacionada a ellos, así que al escuchar el nombre de sus amigos, curvó los labios.

-No tengo ni idea pero Gèrard el "yo ni controlo ni planeo" ideó una escapada romántica, y Anne "no quiero lazos fuertes con nadie", está super implicada en la relación. Nada de ese par me puede sorprender ya.

Flavio tomó un desvío sin dejar de escuchar atento y pequeños esbozos de sonrisa se mostraban en su perfil. Aparcó en un restaurante pequeño, uno de paso que quedaba justo delante de un pequeño bosque.

-Hora de comer.

-El viaje no incluía paradas -renegó Samantha, cruzándose de brazos en el asiento del copiloto.

-Ay Samantha, no seas infantil. De todos modos debemos comer, son seis horas. ¿Qué esperabas?, ¿ni siquiera paradas para ir al aseo?

Flavio bajó del coche y fue al otro lado, apoyándose tras la puerta del copiloto y la abrió.

-Vamos, abajo.

Samantha suspiró. Estaba llamando la atención más de lo que quería, por lo que se apuró a bajar y se acomodó las gafas de sol.

-Yo invito -anunció, adelantándose a entrar al restaurante, donde pidieron una mesa cerca de unos ventanales grandes.

-¿Será muy temprano para un pulpo a la gallega? -preguntó, revisando el menú. Samantha se cubrió el rostro lo mejor que pudo.

-No... -ese era uno de sus entrantes favoritos-. Nunca es demasiado temprano para eso -completó y el chico sonrió. Era una típica batalla de cuando eran pareja, a ella se le ocurría comer aquel plato a la hora que fuera.

-Hay cosas que no cambian -comentó de buen humor.

Lo que fuera que Samantha quisiera decir, quedó en el aire debido a que una camarera se acercó a anotar sus órdenes. Algunas cosas no cambiaban, pero otras, en definitiva, sí. Porque la camarera no fue sutil con las miradas intensas a Flavio, y este, se mostró amable. Antes, cuando era centro de atención, se volvía tímido y elusivo. Ahora podía enfrentar un coqueteo con temple, devolviendo las miradas y todo.

-Has crecido mucho, ¿verdad?

-¿Me lo estás preguntando?... -sin esperar a que respondiera, Flavio continuó-: Porque tú no lo has hecho mucho -afirmó, y obviamente se refería a su altura porque lanzó una risita.

brillo 》 flamantha one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora