vida | parte 2

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Samantha se encuentra recostada en el sofá cómodamente mientras Flavio se movía por la cocina preparando dos tazas de café. El de la rubia descafeinado por supuesto. Se acaricia el vientre y suspira, está tan cansada y le duelen tanto los riñones que no piensa en otra cosa que dormir.

Pol se mueve lentamente en su interior (por falta de espacio) y nota como su vientre se deforma, como los piececitos se marcan en su abdomen y le hacen sonreír.

Tanto Flavio como Samantha se pasan horas hablándole. Y él reacciona a sus voces, a sus caricias, a la música. Les encanta compartir esos ratitos… Como si ya estuviera con ellos. Aunque de hecho, lo está. Siempre está con Samantha y han creado ese vinculo madre e hijo.

A Flavio le gusta leerle en la cama, cuando se van dormir. Y le encanta darle besos en el estomago por las mañanas, y tocar alguna melodía en el piano para ambos.

Y se preocupa por si está incomoda o le puede pasar algo.

Samantha jamás se imaginó en esta situación. No de esta manera. Al mismo tiempo, está aterrada. No sólo tiene miedo del dolor que puede suponer el traer un bebé al mundo si no… Del "después". ¿Y si no es buena madre? ¿Y si no es suficiente? ¿Si no sabe hacerlo bien?

Su madre y la de Flavio no dejan de mostrarle su apoyo y darle consejos en ese aspecto que le ayuda tanto y Flavio no deja de repetirle que seré increíble y que va a estar a su lado sin embargo, tiene miedo.

Un intenso dolor invade sus lumbares. Algo tan parecido al dolor menstrual. Bufa.

Flavio, en pijama pero descalzo se acerca y se recuesta al su lado tras acercarle su taza. Le da un sorbo y ella hace lo mismo. Se la devuelve y la deja sobre la mesita.

El murciano observa con ternura como Samantha acaricia su enorme y abultado vientre cubierto por una camiseta anchísima y unos leggins.

-¿Te encuentras bien? - le pregunta.

Esta última recta final del embarazo va por momentos. A veces está cachonda. Otras no le puede ni ver. Algunos días tiene mucha energía y otros simplemente quiere dormir mientras que por momentos está eufórica y entusiasmada y otros días solo quiere llorar por culpa de las hormonas… Ni que decir de los antojos.

Flavio acaricia su vientre, trazando líneas con sus dedos y parece que Pol le contesta pateandola -Portate bien con mami - susurra acercándose - No tienes buena cara.

-Estoy bien - sin embargo se remueve intentando buscar una postura cómoda. No está del todo bien pero no quiere asustar a Flavio. No tiene que ser nada, es simplemente cansancio.

Flavio se recuesta de nuevo y vuelve a tomar el móvil entre sus manos.

-Entonces mañana…

-Olvídate - le dice mirándole - No tengo ganas.

-Pero el otro día...

-Lo sé, pero no me apetece salir a celebrar nada.

-Tenían reserva...

-Algo familiar - murmura y carraspea aclarándose la garganta-. Cuando nazca Pol mejor.

-¿Qué pasa?- repite él - ¿Qué pasa?

Flavio agarra su mano y antes de entrelazar sus dedos con los de ella le acaricia la mano.

-¿Tienes miedo?

Sus ojos le miran sinceramente, con ese marrón tan intenso del que se enamoró desde que le vió por primera vez. No en el teatro o cuando empezaron a quedar todos los compañeros después de los ensayos generales a tomar unas cervezas, no, cuando le vió de verdad. Varias mañanas, compartiendo momentos con ella.

brillo 》 flamantha one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora