➳ El Fénix [Wigetta] #5

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—¿Te encuentras bien? —pregunto Guillermo acercándose con una nieve de chocolate.

—¡No! —respondió Samuel de manera fría mientras se levantaba de aquella banqueta.

Sus ojos se perdían en el destello del cielo, mientras que sus sentidos deseaban ser un ave, para poder volar de sus problemas.

—¡No quiero esto! —dijo Samuel arrojando el broche del Fénix al suelo.

—pero… ¡Samuel! —gritó Guillermo desde su espalda—, aunque caiga se renovará  ¿Recuerdas?

—Esa mierda nunca se renovará —dijo Samuel apresurando su paso, mientras camina por la carretera.

El objetivo de Guillermo era que Samuel sonriera, su mirada cayo mientras que sus sentimientos se rompieron en miles de pedazos, estaba destrozado. El helado cayo, mientras que sus ojos parpadeaban soltando una lagrima.

—¡Soy un idiota! —murmuro Guillermo.

La culpa no la tenía ninguno de los dos, la muerte fue natural por un infarto. Guillermo se tomaba muy apecho todo esto porque, fue su distracción quien hizo que Samuel se olvidara de todo el mundo, así Samuel ignorando a su madre cuando más la necesitaba.

La mirada de Guillermo se levantó, mientras que en sus manos ya mojadas por sus lágrimas tenía el broche, ‘’Aunque caiga se renovara’’ una luz reflejada salió por la pequeña parte del pico del ave, una luz creada por el sol y el reflejo.

La calle estaba sola, junto con Samuel. El viento estaba frio y sus lágrimas se corrían por su rostro mientras que en sus pensamientos, imágenes hermosas y recuerdos pasaban por sus ojos.

Las aves volaban en aquella carretera solitaria, mientras que los ojos de ambos se caían en el abismo de la tristeza.

—Sa… Samuel —murmuro Guillermo mientras trataba de localizarlo.

—¡Samuel! —el grito retumbo el silencio de la carretera—, ¡Cuidado!

La mirada de Samuel se levantó mientras miraba el camión que se aproximaba hacia él.

Una ráfaga de viento y en segundos el camión había  atropellado a Samuel.

—¡No! —exclamo Guillermo con una expresión de tristeza mientras corría —. ¡No! ¡Samuel! ¡Despierta!

—El chico tuvo suerte, solo tuvo unos huesos fracturados —explico el médico —. A la otra hay que tener más cuidado.

—¡Qué bueno! —exclamo Guillermo feliz, las lágrimas de tristeza pasaron a ser lágrimas de alegría.

—Sa… Samuel —dijo Guillermo mientras entraba a la habitación donde Samuel reposaba.

Los ojos de Samuel estaban cerrados y sus labios deseables. Parecía un ángel caído del cielo, si porque tenía algunos raspones del accidente.

—Mi… mira que bello —una sonrisa se mostró en el rostro de Guillermo y sus ojos se estaban empezando a poner llorosos.

El broche estaba entre sus manos y sus sentimientos estaban puestos en el.  

En su bata, ya puesto el broche dio aquella luz que a Guillermo le había dado en la carretera.

—Guille… Guillermo —tartamudeo débilmente Samuel.

—¡Si! ¡Si! —exclamo con emoción Guillermo.

Una leve sonrisa salió de los labios de Samuel, mientras que sus ojos esplendieron una luz de tranquilidad.

Los labios de Guillermo temblaban al igual que su cuerpo, su boca escaseaba de saliva y sus ojos tuvieron comunicación directa con los de Samuel. Un impacto de emociones se presentó en aquel hospital, mientras que dos jóvenes se estaban compartiendo su gusto a través de sus bocas.

—Sam… Samuel —dijo Guillermo al separarse de Samuel—. No…

—¡Calla! —murmuró Samuel—. ¡Tú me renovaras de las cenizas! 

El Fénix [W]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora