capítulo dos

190 8 0
                                    

Troupeau Ange de Lune

Cierro los ojos con fuerza al sentir como el avión empieza a elevarse. Nunca fui y nunca seré fan de viajar en avión, sin embargo, creo que en este caso mi opinión no cuenta.

Luego de que el avión se estabiliza, me siento más calmada.

Puedo decir que no tardaremos mucho, según lo que he escuchado, apenas son veintiocho horas desde París hasta Rusia. En momentos así agradezco hablar tantos idiomas.

Tal vez se preguntarán ¿por que estoy tan calmada?

No lo se. Es la primera vez que me raptan y no escapo. No por que no he tenido la oportunidad, sino más bien por que no he querido hacerlo. Admito que siento algo de curiosidad por saber quién es ese Joseph, aparte son muy pocas las veces que he salido de Francia y tomando en cuenta que Miranda (la luna del Alfa) no ha dejado que me "castiguen" es una gran oportunidad para salir de mi país sin ser azotada o golpeada por mis "crímenes".

- ¿Quieres algo de comer? - pregunta Miranda. Esta mujer me atiende como si fuera su hija ¿No se da cuenta que puedo matarla? Parece que no.

- No - respondo seca.

- Está bien - se rindió cabizbaja. Seguido hizo algo que no esperaba. Se sentó a mi lado.

- ¿Que haces? - interrogue desconcertada.

- Pues nada ¿No puedo sentarme aquí? - responde como si nada. Definitivamente esta mujer está más loca que una cabra.

Dirijo mi vista nuevamente hacia la ventana intentando no pensar en la mujer embarazada que yace dormida a mi lado o el dolor cada vez menos soportable. Las cadenas de oro rociadas con el extracto de la Flor demoníaco empiezan a hacer su trabajo; siento que el aire me falta debido a la presión de la cadena en mi cuello y mis muñecas y tobillos arden por como el líquido quema mi piel como si de fuego se tratase.

El Alfa (Emmanuel) se acerca hacia donde estoy al ver a su luna dormida a mi lado. La despierta y me mira con odio. Luego de advertirle que se aleje de mi, toma el frasco que le tiende el hechizero con lo que creo es el extracto de la Flor y lo rocía nuevamente en mi cadenas, haciendo que me retuersa del dolor pero no suelte ni un quejido.

- Dios Emmanuel eso debe dolerle mucho - opinó Miranda. Definitivamente esta mujer es demasiado amor para un alfa tan despiadado como lo es el suyo.

- Si, debe dolerle muchísimo - confirmo su esposo ganándose una mirada de reproche de su esposa haciéndo que rodara los ojos - Miranda, es una asesina. No diré nada más, aléjate de ella, es más peligrosa de lo que parece y la única razón por la que no se ha escapado es claramente por que no quiere y que no se hable más - sentenció Emmanuel y hasta yo sentí el dolor que sintió Miranda por el tono que utilizo su esposo.

La mujer lo miro a los ojos y se sentó nuevamente a mi lado. Emmanuel al darse cuenta que no conseguiría nada, me dio una mirada de advertencia ganándose una sonrisa débil de mi parte.

Maldita Flor demoníaco.

Luego de que el Alfa se valla, mi vista se clava en Miranda.

- Por favor no me hables de él - ruega Miranda refiriéndose a su esposo.

- no pensaba hacerlo - respondo con la voz rasposa, pronto no podré ni hablar.

La mujer me mira con pena y acerca sus manos a mí cuello, específicamente a las cadenas que están alrededor de este y las quita de allí. Al momento siento como mis pulmones pueden tomar mejor aire y rápidamente las quemaduras empiezan a curarse, aunque, por el tipo de flor, tardarán más de lo normal.

- Gracias - digo rápido.

No me gusta agradecer o pedir perdón. Tal vez por el siempre echo de que nunca tengo que hacerlo.

- No es nada - dice Miranda con una sonrisa.

- ¿Cuentos meses tienes? - pregunto por curiosidad y para cambiar de tema.

- Cuatro - responde con una sonrisa mientras acaricia su abultado vientre.

- ¿Es incómodo? - curioseo

- La verdad es que si - contesta sin borrar su sonrisa - pero al mismo tiempo es hermoso -

- Ya veo - le digo sin apartar mi mirada de su vientre - ¿Como le podrás? - la miro a la cara

- No lo sé - responde.

- Ay Vamos, se que al menos habrás pensado un nombre - le digo con una sonrisa sincera que no pude ocultar. Esta mujer es todo lo contrario a su esposo.

No dice nada, solo me mira con lo que creo es duda y pena y luego de unos minutos que para mí parecen horas, habla.

- No puedo creer que tú seas esa chica a la que todos le tienen tanto miedo - exclama sin apartar la mirada de mi. Sus ojos azules vivaces atraviesan los mios, verdes y apagados, como si buscará una forma de, mediante ellos, encontrar una pizca de sentimientos en mi.

Cosa que no hay.

- Pues si - respondo - Esa soy yo

Ella me sonríe y se disculpa diciendo que debe ir al baño.

Después de las últimas veintiocho horas donde Miranda convenció a su esposo (después de que se reconciliaron con miles de cosas cursis, besos y caricias) de que me liberará de las cadenas de los pies y solo me dejaran las manos el resto del vuelo.

Cuando salimos del avión tuvieron que quitarme todas las cadenas ya que los humanos son ajenos a nuestras circunstancias. Aunque eso no quita el echo de que estuvieran arriba de mi todo el tiempo.

Luego de un largo viaje en coche, llegamos a una manada.

Mi corazón se detuvo y mi respiración se cortó cuando escuché el nombre de la manada más poderosa de todo el mundo.

Troupeau Ange de Lune

Quei ♥

Demonio De AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora