Demonio De Angel

capítulo siete

...Angeline y el despertar..

Joseph

¡Joder! No debí dejarla sola MALDICIÓN. Si no lo hubiera dejado sola ahora mismo no estuviera como loco buscándola.

He buscado en todos los escondites de la manada y maldición no la he encontrado, mañana iré a buscar fuera de la manada.

Y yo que pensé que enserio quería estar con nosotros - dice James por nuestra conexión. Lo entiendo, hasta yo lo pensé.

Entro en nuestra habitación la cual está impregnada de su olor. Su maldito olor a vainilla y canela, DIABLOS, me encanta.

Me tiro en la cama, no tengo ganas de cambiarme ni nada, solo quiero que sea mañana y encontrar a mí luna. Estoy dispuesto a dormir pero siento un cuerpo a mí lado, me volteo y ahí la veo.

Mi hermosa Hade está profundamente dormida.

¿Como pude ser tan tonto y no darme cuenta? Estuvo aquí todo el tiempo y yo ni cuenta me había dado.

La tomo por la cintura y la acerco a mí, meto mi cabeza en el hueco de su cuello y aspiro su olor para calmarme.

Esta con nosotros.

Le comunico a Jacob que mi luna está aquí para que paren la búsqueda y cuando lo ha echo, dejo que mi cuerpo y mente viajen al mundo de los sueños, en un mundo donde nada ni nadie me separe del amor de mi vida.

(...)

- ¿Despertó? - pregunta por séptima vez mi hermana.

- Ya te dije que no Josephine - estoy más que alterado: Hade tiene tres días sin despertar.

TRES MALDITOS DÍAS

No se por qué. Cristian ha sido su doctor personal y eso me calma un poco sabiendo que él es de la familia, pero no, él tampoco sabe que la pasa.

Y teniendo en cuenta que ni siquiera sabemos de qué especie es Mi Luna no podemos hacer mucho. Solo esperar a que despierte.

Hade

No puedo saber si están confundidos... Pero bueno.

¿Lo están?

Si es así, les explico: hace exactamente diez años que practique este hechizo de resucitación y bueno, no salió nada bien; quede dormida por tres malditos años.

Pero si, resucite a un brujo, al cual después maté, pero ese no es el punto.

No puedo saber cuánto tiempo estare dormida, solo espero que no sea mucho.

Odio este lugar.

Mientras estoy dormida, mi mente me transporta al lugar que más odio: una cabaña donde viví la mayor parte de mi vida al cuidado de tres estúpidos brujos los cuales me enseñaron – a través de golpes, insultos y sufrimiento – a usar mis poderes.

Les agradezco, claro, sin embargo, no puedo evitar odiarlos. No puedo decirles porque, eso lo sabrán después.

Tres días después.