FEAR (JEONGCHEOL)

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"Esta noche" - pensó Leeteuk. Cuando su mirada se cruzó con la de Seungcheol, se encontró con sus ojos profundos y negros, característicos del lobo. Ambos tragaron saliva y siguieron escondidos tras el gran muro de roca

- ¡Es muy apresurado! - replicó enseguida el menor - ¡Los lobos aún no están listos! ¡Y nosotros tampoco Heechul!

Se escuchó un golpe ligero contra uno de los muros, Heechul había lanzado a Donghae contra las rocas. Lo mantenía con su espalda presionada hacia este mientras lo jalaba de las ropas y gritaba en su rostro

- ¡Si no hacemos algo de prisa, el mocoso ese va a quedarse en el castillo! ¡Con mí trono Donghae! - bufó - ¡Suficiente tengo con el príncipe malcriado!

Heechul soltó su agarre y caminó por el pasillo de un lado a otro pasándose la mano por el cabello. Lo retó una vez más

- Será hoy... Y no está a discusión - dijo determinante

- De acuerdo... Hablaré con Siwon y Eunhyuk... - dijo más resignado

- Sean cuidadosos... Sólo tendremos esta oportunidad... Y advierte a todos sobre las habilidades de la Guardia... No quiero sorpresas

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Jeonghan caminaba por los jardines reales... Era su lugar favorito en todo el castillo. Caminar descalzo sobre el pasto mojado mientras la neblina lo empapaba era la mejor sensación del día... No era caliente y tampoco frío. Agradeció la brillante idea que su abuela tuvo al reconstruir el castillo de esa forma... Los altos muros impedían que los rayos del sol lo quemasen a ciertas horas del día... Y así ella y el príncipe podrían dar paseos durante todo el tiempo que quisieran

- ¿Por qué me dejaste Abue? - dijo mientras acariciaba unos girasoles, los favoritos de ella... - Teníamos tantas cosas que hacer juntos...

Dijo mientras lo arrancaba del suelo. Caminó a través de los infinitos tipos de flores y arbustos llenos de frutos que adornaban el lugar, subió una colina con el girasol en mano y se inclinó para dejarlo sobre su tumba.

- Mañana es tu cumpleaños... ¿Debería cortar todos los girasoles y traerlos para tí? - dijo con una pequeña sonrisa. Miró a su alrededor... Todo lo que podía ver eran unos muros inmensos que se alzaban rodeando al jardín - ¿Por qué jamás salimos de aquí? Es muy gracioso ahora que lo pienso... Soy el príncipe de Giardia pero, no conozco mi propio Reino... Soy un asco para la realeza... Seguro estás decepcionada...

El viento frío siguió soplando, haciendo ondas en la ropas del rubio - Seguramente... Mamá lo habría hecho mejor... Si tan sólo yo... No hubiese nacido... Ellas dos estarían vivas...

-¡Ayuda! - se escuchó desde lo lejos. Los sentidos del Príncipe se alertaron en ese momento. Se puso de pie tan pronto como pudo y miró a todos lados buscando el origen de aquel grito - ¡Por favor! - se escuchó de nuevo. Está vez lo escuchó fuerte y claro. Atravesó su jardín de prisa, en cuestión de segundos se hallaba frente a la terrible situación...

Se sintió mareado, aturdido... Todo daba vueltas a su alrededor... Escuchaba el corazón del pequeño latir fuertemente... Casi podía escuchar el transitar de su sangre a través de sus pequeñas venas... El color de sus ojos cambió, sus colmillos salieron y y sus uñas se hicieron grandes y largas. Cayó de rodillas soltando un grito ahogado

- ¡Por favor! - gritó el pequeño lobo - ¡Ayúdenme! - Dino colgaba del tejado fuera del castillo, a unos treinta metros de altura del siguiente piso, donde lo esperaban unas estructuras filosas de metal colocadas en estatuas, listas para clavarse en él. Se sostenía sólo de sus pequeñas manos, que ya se encontraban sangrando a causa del material rasposo... Su sangre resbalaba por sus muñecas hasta el resto de sus brazos... Su cuerpo estaba desnudo por completo