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Aiden

Estuve a punto de perder el control, y si lo hubiera hecho, habría hecho daño a Kiara. Desde que empezamos a salir, tuve miedo de que cuando llegase el momento podría hacerla daño, y el viernes lo vi claro, estaba tan enfocado en ella, en lo decidida que se veía y lo emocionada que estaba por lo que podría haber ocurrido. No habíamos llegado lejos, pero ambos sabíamos lo que el otro deseaba, al menos yo sabía lo que ella deseaba, y para que mentir, yo también, pero fue precisamente eso lo que hizo que tuviese miedo. No quería hacerle daño y temí que si seguíamos acabaría haciéndoselo. No me enorgullezco de haber salido corriendo como un cobarde ante esa situación, pero temía que si me quedaba cerca de ella no podría resistirme. No pisé casa durante todo el fin de semana. Deambulé por los bosques pensando en lo sucedido y temiendo verla el lunes en el instituto porque no sabrías como reaccionaríamos ambos.

- Deberías estar en clase, no creo que a Claire le esté haciendo mucha gracia que no hayas aparecido por clase desde el lunes, y ya estamos a miércoles- dice mi madre al entrar en la cocina y verme sentado.

- No tenía ganas de ir- respondo sin mucho ánimo me levanto y lavo la taza.

- Suéltalo Aiden, ambos sabemos lo que pasa cuando te guardas las cosas- la miro y nuestros ojos se quedan fijos en los del otro.

Que me voy sin decir ni una sola palabra, y la última vez que lo hice tarde un año en volver. Hasta ahora el único que sabe la razón por la que me fui es Logan. No es que ahora piense hacer lo mismo, ni siquiera se me ha pasado por la cabeza dejar a Kiara sola, no ahora que ambos sabemos lo que sentimos por el otro.

- Es por Kiara ¿verdad? – odio que sepa lo que me pasa por la cabeza sin siquiera decírselo, pero supongo que sucede con todas las madres que se preocupan por sus hijos, con una sola mirada son capaces de averiguar qué es lo que les sucede a sus hijos. Solo asiento- Cuéntamelo.

Le cuento a mi madre lo sucedido el viernes después de la reunión que tuvimos. Ella escucha paciente mientras yo dejo salir todo lo que he estado guardando, y para que mentir, termino llorando. Siempre supe que nuestros sentimientos eran muy fuertes, pero jamás creí que tanto. Mi madre se acerca a mi y me abraza mientras dejo que las lágrimas rueden por mis mejillas.

- Ambos sabemos que no le harías daño- dice acariciando mi espalda con sus manos- Siempre fuiste diferente Aiden.

- No empieces con eso mama, no ahora- digo separándome de ella. Ambos no sentamos a la mesa.

-Pero es cierto hijo, tu forma de controlar tus transformaciones desde muy temprana edad no eran cosas nada normales para alguien tan pequeño, pero aun así lo hacías, cuando los demás no sabían cómo controlarlo tú eras ya un experto en ello, y sigues siéndolo. Por eso sé que no harías nada que pudiera lastimar a Kiara, de ninguna manera posible. El autocontrol es el rasgo que mejor te define junto con tu forma de preocuparte por los demás, siempre antepones el bien de los demás al tuyo propio, razón por la que te convertiste en alfa a muy temprana edad, no lo olvides.

- El precio que tuve que pagar por ello fue muy alto mamá- digo intentando frenar las imágenes de los acontecimientos que sucedieron ese día

- Ambos sabemos que ella hubiera hecho lo mismo. El haberte perdonado y haber pasado página como lo hiciste también tiene su mérito, tardaste mucho en hacerlo, pero al final lo conseguiste.

- Ese día no solo la perdimos a ella.

- Lo sé, pero lo más importante es que lo hemos superado, que tú lo has superado, el dolor va a estar siempre ahí no va a desparecer por completo, pero lo mejor que podemos hacer es aprender a vivir con él, y tú lo sabes muy bien, hay días mejores y hay días peores, pero debemos seguir adelante por mucho que nos cueste.

- A veces me pregunto si las cosas hubiesen sido diferentes si ella todavía estuviese aquí- sé que mi madre tiene razón, pero la pregunta siempre está allí.

- No lo creo, ambos sabemos que ciertos sentimientos y acciones no pueden cambiarse, especialmente si se trata de nosotros. Ella lo quiso así y ni tu ni yo pudimos haber hecho otra cosa, fue su decisión y de alguna forma todos sabíamos que esa decisión le iba a destrozar, como lo hubiera hecho con cualquiera de nosotros. No tiene sentido que vuelvas a ello- coge mi rostro entre sus manos- No podemos cambiar el pasado, toca vivir con ello y llevarlo de la mejor forma posible- me sonríe, y esa sonrisa, como siempre, logra calmarme- Volviendo a Kiara, ella no puede estar segura con nadie más que contigo. Entiendo que tuvieras miedo, porque ella es humana, pero soy tu madre y sé que no la vas a hacer daño. Sabes que suelo decir que todo sucede por algo, tal vez todavía no estabais listos para eso. No te agobies con eso. Sé que ella es la elegida y para ella lo eres tú. Así que mueve tu trasero y explícale lo que sucedió, aunque conociéndote no lo harás, pero por lo menos ve y habla con ella, porque estoy convencida de que cree que hizo algo mal y que por eso te fuiste enfadado, se está echando la culpa de algo que no es cierto, y no es justo para ella, ni para ti. Me gusta esa chica Aiden y me gusta como eres cuando ella está cerca. No la dejes escapar por una tontería como esa- me da un beso en la frente y se va a hacer sus cosas.

Mi madre tiene razón, no arreglaré nada quedándome en casa o evitando a Kiara. Cojo mi cazadora y me subo al coche, el cual pongo en marcha en dirección a la pista de hielo. Necesito despejarme un poco antes de hablar con ella, y el hielo es el mejor lugar para hacerlo. Al llegar la pista está vacía, los chicos tienen hoy entrenamiento después de clase, lo que me da dos horas de patinaje antes de que los chicos aparezcan. Estos últimos días la idea de volver al equipo está muy presente en mi cabeza, creo que necesito volver para desconectar de la realidad por un momento. Desde siempre el hockey ha sido esa puerta de escape de la realidad. Al ser considerado un deporte de contacto, me ayuda a tener la rabia a raya y a expulsar todo lo que guardo en mi interior. Me calzo los patines y empiezo a dar vueltas, solo hago eso, dar vueltas y respirar el aire fío que desprende el hielo. No sé muy bien cuanto tiempo estoy así, cuando escucho como una puerta se cierra, minutos después escucho el sonido de unos patines moviéndose por el hielo de forma algo torpe. No hace falta que me de la vuelta para que sepa que es ella, y una sonrisa sincera aparece en mi rostro, antes de girarme.

El vínculo-EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora