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      CIUDAD DE KYOTO (JAPÓN)

8: 45 PM

El lujoso Astong Martín negro, aparcó frente al edificio indicado por el pasajero. El anciano chófer, bajó rápidamente y corrió para abrirle la puerta a su señor.

El hombre salió de el auto con el entrecejo fruncido. Analizó el elegante lugar con su mirada penetrante y fría mientras se acomodaba la chaqueta, hecha a su medida.

La costosa tela se adhería perfectamente a su cuerpo, resaltando a  través de ella, unos anchos hombros, al igual que la espalda. Sus brazos largos, definidos y una cintura estrecha.

Hojeó rápidamente su reloj de pulsera y nuevamente frunció el ceño. El Granbell Hotel, era uno de los más lujosos y caros de todo Kyoto, si embargo la poca afluencia de el personal de servicio le causó un mal sabor de boca y molesto le ordenó a su chófer que sacara el equipaje de el baúl de el coche y que lo llevase hasta el vestíbulo.

El pobre anciano, sudo la gota gorda cargando la enorme maleta que contenía al menos, unos veinte trajes de confección Europea. 

Su señor era un hombre privilegiado, tanto en belleza como en el jodido dinero.

Limpiándose el sudor de la frente con un pequeño pañuelo, dejó el equipaje cerca de el elevador y esperó la siguiente orden.

Su amo, como él solía llamarle, se encontraba en recepción, esperando a que el encargado llegase a atenderle. Solo el pobre Jaken, el chófer, sabía que el hombre hervía interiormente.

Estaba acostumbrado a obtener la mejor atención, el mejor servicio. Le gustaba que todo aquel que se lo topase en el camino hiciera una pequeña reverencia... Esas acciones hinchaban el ego de su señor.

— Perdón por la espera señor... ??

— Taisho Sesshomaru.

Dijo cortante y observando el vestíbulo. La joven recepcionista palideció en el instante que aquel nombre salió de la pequeña boca de el hombre.

Echa un mar de nervios, tecleó rápidamente en el computador y a los segundos, la pantalla mostró la información necesaria. El señor Taisho, había hecho la reservación un día antes.

— A... aquí tiene su  llave señor Taisho.

La joven extendió su brazo. Taisho le quedó viendo la pequeña mano con una manicura perfecta... El color rojo Borgoña era el favorito de su esposa.

Con un rápido y poco cordial movimiento, tomó la tarjeta. Giró sobre sus talones y caminó hacia el elevador sin esperar a que la chica le indicara cuál era su habitación.

La joven recepcionista se abanicó el rostro con ambas manos. Si el señor Taisho se llegase a quejar con el director de el hotel, seguramente a los segundos ya estaría siendo una de las tantas personas desempleadas.

Aunque no había hecho nada malo ¿O si? Simplemente aprovechó la poca afluencia de los huéspedes y fue al baño. Es humana, tiene sus necesidades.

Recargó la cabeza en el borde de el mostrador para relajarse un poco. Se sentía demasiado ofuscada aunque no sabía si era por el hecho de no atender inmediatamente a el señor Taisho o por lo apuesto que era.

Nunca antes había tenido el placer de ver tanta belleza en un solo ser.

Su sola presencia irradiaba poder y demandaba sublimación. Se acarició el cuello con ambas manos para tratar de mitigar el impacto en toda ella.

— ¿Estás bien?

— ¿Eh? Sí, si... Solo me siento algo agotada.

Forzó una sonrisa pero su amiga y compañera de trabajo la conocía quizá mejor que ella misma. Y sabía que algo le ocurría ya que seguía pálida y sudorosa.

La chica achicó los ojos y puso sus manos en jarra para luego mover la cabeza negativamente.

Rin Takahashi, era la subdirectora de el Hotel . Una hermosa mujer de ojos chocolates y cabello azabache. Su ronda ya estaba por terminar pero antes de irse quería saber cómo se encontraba la chica puesto que era su segunda semana de trabajo.

— Higurashi.

El mencionar su apellido y no el nombre era una señal que conocía perfectamente, en pocas palabras Rin estaba utilizando su cargo para sacarle información... O era a las buenas o a las malas.

— Está bien.

Se rindió al fin la abatida chica. Aspiró hondo antes de explicarle a su superior lo que había ocurrido.

— Al no ver afluencia de huéspedes, dejé sola la recepción y fui al baño rápidamente — hizo una pasa. Rin alzó una ceja — y... Y cuando regresé el señor Taisho Sesshomaru esperaba y por su semblante no estaba para nada contento.

— ¿Sesshomaru ya está acá?

Cuestionó en tono neutral. La joven asintió.

— No te preocupes. El descuido fue de la supervisión. Mi esposo y yo sabíamos que él llegaría pero con tantos contratiempos lo olvidamos.

— ¿Qué puedo hacer?

— Nada, no harás nada. Mañana a primera hora hablaré con él.

— Muchas gracias Rin.

— Nos vemos Kagome y por favor, cuando necesites ir al baño pídele a Houyo que te cubra ¿Si?

— Está bien Rin. Buenas noches.

¡Dios! ¿Qué haría si Rin no estuviese allí para ella? Vamos Kagome, relajate, ya pasó. Todo está bien. El sonido estrepitoso de el teléfono la exaltó. Lo descolgó y habló:

— Granbell Hotel... Buenas noches.

— Mi amo requiere de un servicio especial — dijo el anciano chófer al otro lado de la línea.

— Por supuesto... Dígame lo que necesita — pidió ignorando el "amo"

— La requiere a usted, en cinco minutos.

¿¡Qué!? ¿¡Había oído bien!? Imposible.

— Disculpe pero dígale a su "amo" que yo solo soy la recepcionista, cualquier cosa que requiera para ello está el servicio.

Abochornada y ofendida colgó. Podía necesitar el trabajo por el dinero pero jamás iba a permitir que un sujeto estirado, que se creía el dueño de el universo la humillara.

Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora