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— ¿Qué está pasando entre vosotros dos?

Sesshomaru se cruza de brazos mientras ladea la cabeza, su mirada penetrante alterna entre su hermano y yo.

Intento explicar pero Inuyasha se posa delante de mi mientras me sujeta de una muñeca. Él desciende la mirada hasta posarla en el agarre y arquea una ceja.

— ¿Porqué Kagome está llorando?

Contraatacó Inuyasha ignorando la pregunta que Sesshomaru había formulado. Él me mira nuevamente  y sus ojos dorados centellan como dos bolas de fuego.

— No es tu problema. Suéltala y aléjate de ella.

— Lo mismo te pedí que hicieras con Kanna pero sigues cayendo como un completo imbécil en sus artimañas.

—Kanna es mi protegida legalmente y no puedo echarla solo porque así lo quieres tu.

— No se trata de mi — Inuyasha me mira de reojo — te lo he pedido por Kagome. Ella es solo una víctima, no tiene porqué nadar en tu mierda.

— ¿Y desde cuándo te has auto proclamado su defensor Inuyasha?

Inuyasha no contesta y hace más fuerte el agarre en mi muñeca. Me gustaría decirle que me suelte pero la conversación, o mejor dicho, la discusión no va por buen camino.

Provoca a su hermano mayor al acercarse un poco más a él en pose intimidante. 

— La presencia de Kanna no hará que Kagura vuelva a la vida — murmura con los dientes apretados.

En un rápido y ágil movimiento, Sesshomaru impacta su puño en la mandíbula de Inuyasha, y este cae de inmediato al piso.

Me llevo ambas manos a mi boca, complementa atónita por lo que él le ha hecho a su hermano menor.

Inuyasha escupe sangre y se limpia con la manga de su suéter el hilo del líquido carmesí que ha quedado en su labio y barbilla. Sonríe divertido mientras se levanta y se sacude las manos como si nada hubiera pasado.

Sesshomaru mantiene su postura defensiva, con ambos puños a cada lado de su cuerpo ¿Golpeó a Inuyasha por Kanna? ¿Le dolió que Inuyasha le haya hablado con la verdad? Me voy a volver loca si sigo viviendo entre estas cuatro paredes.

Inuyasha me toma nuevamente pero esta vez de el brazo, me jala un poco y pego contra su pecho. Sesshomaru no parece nada contento con el repentino acercamiento entre ambos.

La vena de su sien se hincha y adquiere un tono azul verdoso, levanta uno de sus largos y fuertes brazos para cogerme pero Inuyasha se lo impide al aferrarme más a él ¡Joder! No soy un puto objeto para que hagan conmigo lo que les plazca la gana.

Me separo un poco de Inuyasha y muevo mi brazo para soltarme. Él me ve y en su mirada puedo interpretar lo que con palabras no dice... No quiere que me aleje de él ¿Porqué?

Parecemos un trio de locos, en mitad de el pasillo. Con una iluminación tenues ya que la mayoría de las lámparas están apagadas... He perdido hasta la noción de el tiempo pero puedo suponer que es media noche.

— Entra a la habitación Kagome.

Me ordena Sesshomaru y yo niego al instante.

No, no lo haré.

Porque no quiero, no puedo y no debo.

No quiero respirar el mismo aire que él respira. Claro que no lo haré.

Cortésmente le pido a Inuyasha que me suelte y para mi suerte, obedece. Me acomodo la blusa ya que en el forcejeo se me recogió por completo.

Rodo sobre mis talones y comienzo a caminar hacia las escaleras. No me importa si se desata la tercera guerra mundial o si Sesshomaru viene a por mi, idea que descarto al instante porque sé que le valgo un jodido pimiento.

Escucho los pasos de Inuyasha detrás y me detengo al final de el pasillo.

Inuyasha se detiene a mi lado y me sonríe.

Su labio inferior está hinchado y partido.

Me pide que lo acompañe a la cocina y yo accedo. Estando allí, me siento en mi banco favorito, apoyando ambos codos sobre la superficie fría de la encimera.

Observo cada movimiento que hace Inuyasha y los gestos de dolor en cuanto la compresa fría toca su labio. Él se sienta en el banco que está en frente y nos vemos los rostros.

— Lo siento Inuyasha. Todo fue mi culpa.

Él niega moviendo su cabeza y acaricia sutilmente mi brazo con la yema de sus dedos. El contacto cálido me estremeció por completo. Aparto el brazo por auto reflejo y lo coloco sobre mi regazo. Inuyasha se nota inconforme pero no dice nada.

El silencio es tan incómodo que estoy pensando que lo mejor es que regrese a la habitación sin embargo, en esas cuatro paredes se encuentra mi verdugo con el cual no quiero ningún contacto por más mínimo que sea.

— Sesshomaru es un imbécil — dice mientras se levanta y deja la compresa en el lavavajillas. Se lava las manos y se las seca con una toalla desechable.

— Insisto en que fue mi culpa. Solo debí continuar caminando.

Él coloca dos vasos de vidrio sobre la encimera y se mueve rápidamente hacia el refrigerador, extrae un pichel con jugo de naranja y vierte el líquido en ellos. Me ofrece uno y lo tomo gustosamente. Ahora que mi cuerpo está un poco más relajado el hambre me ataca.

— No te sientas mal — dice tintineando sus dedos contra el vidrio — Sesshomaru simplemente es Sesshomaru.

Sonrío ante su comentario tan franco y le doy un sorbo más a mi deliciosa bebida. El silencio nos embarga nuevamente pero no es un silencio molesto, ni pesado. Me hace sentir tranquila, en paz conmigo misma. Él suspira y coloca el vaso ya vacío en la encimera.

A los segundos también termino mi porción y me levanto para dejarlo en el lavavajillas, lo lavaria pero soy cobarde para tocar el agua por la noche. Regreso a mi lugar y le pregunto por la hora. Él saca su móvil de uno de los bolsillos de su vaquero y enciende la pantalla.

— Faltan cinco minutos para la una de la mañana.

Me dice y coloca el móvil frente a mi. Joder, no creí que ya estaría por amanecer. Bostezo y cubro mi boca con una mano. Inuyasha sonríe y se guarda nuevamente el aparato ese en el bolsillo.

— Ven, te llevaré a la habitación...

— ¡No! — niego de inmediato moviendo ambas manos e interrumpiendo lo que diría.

Él sonríe nuevamente y ese gesto tan común me parece tierno... Kagome, controla tus emociones.

— de huéspedes.

Termina de decir y yo sonrío apenada. Lo sigo hasta que llegamos a una área que, mi curiosidad aún no había explorado. Es un largo pasillo, como todos los demás, con tres puertas a cada lado, cada una enfrente de la otra. Abre la última de el lado izquierdo y me pide que entre.

— Me quedaré a dormir en esa — señala la puerta que está enfrente — si necesitas algo no dudes en llamarme.

— Gracias Inuyasha y nuevamente lo siento.

— Olvídalo sí — cierra la puerta no sin antes regalarme una sonrisa sincera.

Suspiro y me siento en la cama. No es tan grande como la de mi habitación pero se siente igual de cómoda. Me acuesto viendo hacia el techo y coloco las manos sobre mi estómago. El jugo calmó un poco el ardor y mientras las imágenes de un Inuyasha sonriendo se agolpan en mi mente, me quedo dormida.

Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora