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— La quiero fuera del hotel.

La pareja se miraron las caras en total desacuerdo con lo que el socio mayoritario exigía.

— Sesshomaru, creo que estás exagerando.

Dijo el hombre manteniéndose relajado.

Sesshomaru arqueó ambas cejas y se incorporó. Apoyó ambos codos sobre el escritorio y entrelazó las manos.

— Es una incompetente y sabes lo que pienso de personas así.

— Es su segunda semana — explicó la mujer — es estudiante de administración de empresas y...

— No me interesa.

Cortó de inmediato a la mujer. Rin apretó la mandíbula y se mordió la lengua. Habían tantas palabras que quería dedicarle a ese sujeto que le era difícil el poder contenerse.

Su esposo le tomó una de sus manos y la apretó cálidamente. Conocía y sabía de lo que era capaz su esposa cuando se molestaba y en ese preciso momento lo estaba.

Sesshomaru permanecía impávido, con su rostro sereno pero su mirada dorada había adquirido un tono más oscuro. El silencio que se formó les golpeaba los oídos.

Sesshomaru nuevamente se recostó en el sillón reclinable y acarició su barbilla.

La chica crujía los dientes. Lo odiaba tanto...

Era un sujeto tan...tan ególatra, frío, directo, práctico, enigmático. Emanaba un áurea oscura por cada poro de su cuerpo.

— Me niego.

Rompió el silencio la mujer. Su esposo cerró los ojos avergonzado y cuando los abrió, Sesshomaru lo veía a ambos fijamente.

La sonrisa efímera que esbozó el hombre de cabellera plateada no inmutó a la mujer que ya se encontraba de pié.

Sesshomaru se levantó de el sillón y rodeó el escritorio, se recostó en el borde y se cruzó de brazos.

Rin mantenía su mirada chocolate puesta en él, analizando cada uno de sus movimientos y expresión.

— Puedes ser el socio mayoritario pero nosotros también tenemos derecho a tomar decisiones. Kagome Higurashi está bajo mi mando y no la echaré solo porque tienes el ego de macho herido.

— ¿Mi ego? Qué insolente es tu mujer Kohaku. Al parecer ya se olvidó que gracias a mí son lo que son.

Kohaku se frotó el rostro.

— Sesshomaru dale una oportunidad. La chica realmente necesita el trabajo.

Rin alzó la barbilla. Sesshomaru no le causaba temor en lo más mínimo.

— Si tú lo dices.

Kohaku se puso en pié.

— La quiero aquí en menos de cinco minutos. Se quedará si acepta mis condiciones.

— ¿Tus condiciones?

Inquirió Rin dudando.

— Si, mis condiciones. De ahora en adelante quiero estar al tanto de todo el personal que se contrata.

Sesshomaru les dió la espalda y observó la ciudad a través de el enorme ventanal.

Kohaku comprendió que la conversación había terminado. Tomó a su esposa de el brazo y juntos salieron de la oficina general de el Hotel.

— ¡Es un cretino!

Exclamó la azabache a unos cuantos metros de la puerta. Su esposo la acalló posando su mano sobre su boca y se la llevó a rastras de allí.

— Joder mujer.

Rin forcejeó para soltarse de su agarre.

Cuando lo hizo, se acomodó el traje desaliñado por los bruscos movimientos.

Kohaku se acarició el tabique nasal y luego la abrazó.

Era de su conocimiento el inmenso cariño que su mujer tenía hacia la joven Kagome, una humilde chica de 20 años que día a día luchaba constantemente para recaudar el dinero necesario y pagar su estancia en la universidad, sin embargo Sesshomaru Taisho era en sí el dueño de la cadena Hotelera. Y si él decidía que alguien de el personal se iba, así tenía que ser.

— Lo odio Koha. Odio que siempre nos humille.

— Sshhh.

Limpió las gruesas lágrimas con ambos pulgares y luego le depositó un tierno beso en su frente.

— Todo es mi culpa, si no hubiera apostado todo esa noche...

Kohaku, un chico de 25 años. De buen parecer e inteligente pero con una gran debilidad. Los juegos de azar y las apuestas lo habían guiado a la ruina económica. Y es así como Sesshomaru Taisho adquirió el poder absoluto de todos sus bienes, incluyendo los Hoteles.

Aunque eran socios, debían de acatar sus órdenes al pié de la letra. Rin siempre encontraba un pero en cada orden, por eso el odio era recíproco en ambos.

Kohaku la guió hasta recepción y le pidió a Kagome que subiera al último piso. La chica se mostró nerviosa y asustada, su pensamiento le advirtió que probablemente era para despedirla.

— Lo siento Kagome.

Se disculpó Rin sorbiendo su nariz.

— No te preocupes Rin. Yo sabía que esto pasaría. Son las consecuencias de mi descuido.

Con la cabeza gacha entró al elevador y esperó a que este se cerrara para echarse a llorar. Perdió una muy buena oportunidad, lo echó todo a perder  por no aguantarse las ganas de hacer pis.

Mientras caminaba por el largo pasillo, se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y se alisó el uniforme.

No serviría de nada pero tampoco le daría el gusto de verla echa un asco. Tocó la puerta y entró en cuanto escuchó el "adelante"

— Señor.

Saludó viendo hacia el piso.

Sesshomaru aún seguía de pié frente a la ventana. 

— Firma la renuncia y vete.

Esforzándose para no volver a llorar, caminó hasta el escritorio, en donde reposaba una pulcra hoja blanca.

Leyó rápidamente algunas líneas, las cuales argumentaban que era una persona incompetente. En segundos la ira se apoderó de ella y si la estaban echando no se quedaría callada.

— ¡Por supuesto que no lo soy! Solo me fui a hacer pis.

— No le estoy pidiendo explicaciones señorita  Higurashi.

— Y a mí me importa un comino si no las pidió.

Llegaron nuevamente las lágrimas.

— ¿Quién se cree para acabar con mis sueños? ¡Con mis metas! ¡Y todo porque fui al baño!

Sesshomaru se giró, mostrando un semblante ajeno a la situación.

— ¿Y quien te crees tú para venir a gritarme?

Kagome se secó las lágrimas. Sintió un gran vacío en su estómago.

— Nadie, no soy nadie señor Sesshomaru Taisho.

Sin decir una sola palabra más, firmó la hoja y abandonó la oficina.

Sesshomaru tomó la hoja para luego romperla y tirarla en el cesto de basura.

— Jaken.

El anciano apareció de repente.

— Señor.

— Averigua todo sobre esa mujer, todo.

— Si señor.

El anciano abandonó la oficina y su señor se dispuso a revisar los documentos que contenían la información necesaria de cada uno de el personal que laboraba en el hotel.

Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora