Anteriormente...
La chica leía tranquilamente su libro favorito...amaba las historias románticas, aunque su niñez y adolescencia no haya sido como siempre la soñó, su imaginación siempre fue la burbuja que le protegió de los momentos amargos que tuvo que experimentar.
Los golpes en la planta de abajo, la sobresaltaron, asustada por tanto escándalo, cerró el libro y lo dejó sobre la mesita de noche. Se recompuso la pijama y salió de su habitación sigilosamente.
No quería encontrarse nuevamente con Inuyasha, puesto que él le había dejado en claro lo que pasaría si seguía metiendo sus narices en donde no debía. Sin embargo, él no era nadie para decirle lo que debía y no, hacer. Ella simplemente era libre de tomar sus propias decisiones... lo que se le viniera en gana.
Se quedó de pié junto al rellano, escuchando fuertes golpes provenientes de el estudio. Llena de curiosidad bajó las escaleras y llegó hasta la cocina, en donde Kaede se movía de un lado para otro preparando la cena y balbuceando palabras inaudibles para los oídos de la albina.
Kanna se sentó en un taburete y apoyó los codos sobre la encimera y entrelazó las manos. La anciana se sobresaltó en cuanto notó la presencia de la chica, se limpió sus manos en el delantal y removió el guiso de lentejas que preparaba.
— Al parecer hay una bestia en esta casa — habló Kanna mirando fijamente a la anciana que negaba sutilmente con su cabeza.
— El señor Sesshomaru tenía años de no tomar — explicó la anciana sin ver a la chica. Kanna arqueó una de sus cejas. La información le pareció demasiado interesante.
— ¿Años? — Kaede asintió — supongo que tuvo que ser una razón fuerte para que haya desencadenado una acción como tal.
— Posiblemente sin embargo es algo que a nosotras no nos incumbe.
Kanna rodó los ojos. Por primera vez desde que llegó a la mansión, se ofreció a ayudar a Kaede. Aunque la anciana sentía cierto recelo con la muchacha, la dejó estar, quizá así, estando entretenida, no andaba por allí poniendo el oído, oyendo asuntos que no eran de su incumbencia.
El tiempo fue pasando rápidamente en la cocina. Kanna ayudó a preparar el arroz, una ensalada de verduras cocidas y zumo de naranja.
Inuyasha había regresado a la mansión y al escuchar el desastre entró en el estudio y allí permaneció hasta que salió con su hermano completamente ebrio.Le pidió ayuda a Jaken y a Takemaru, el jardinero de la mansión, para que le ayudasen a llevarlo a su habitación. Kaede de inmediato preparó unas compresas frías y llenó un tarro de aluminio con cubos de hielo y vació un poco de agua en el.
Subió a la habitación cuando Inuyasha se había ido en busca de Kagome y entró para ayudar al señor Sesshomaru a que el alcohol no causara demasiados estragos en su cabeza al día siguiente.
Kanna se había encerrado nuevamente en su habitación. Se movía de un lado para otro, maquinando, pensando... Esa era la oportunidad que estaba esperando.
Sesshomaru estaba completamente ebrio y quizá...solo quizá.
Mandó al diablo las advertencias de Inuyasha y sacó de uno de sus cajones un picardías rosa y se quitó su pijama. Se vistió con el atrevido y corto vestido, se miró una vez más al espejo mientras se atusaba el pelo y abrió la puerta, miró a ambos lados de el pasillo y cuando estuvo segura de que nadie le vería, corrió rápidamente hasta la habitación de Sesshomaru y abrió cuidadosamente.
El cuarto estaba completamente a oscuras pero podía ver la imponente figura de Sesshomaru acostado en la cama, con solo una delgada sábana blanca cubriéndole su cintura. Los ojos violetas centellaron divertidos y llenos de malicia.
Poco a poco se fue acercando. Se quitó el picardía quedando únicamente en bragas y se subió a la cama, como si tal fuera un minino que pide ser acunado entre las tibias sábanas.
Sesshomaru se removió en cuanto el colchón se hundió por el peso de la chica... Sintió como alguien se colocaba a horcajadas sobre él y le acariciaba el torso. Él intentó abrir los ojos pero el dolor de cabeza era tan jodidamente insoportable que no lo logró.
Kanna le levantó uno de sus largos brazos y lo colocó sobre su seno derecho. El peliplata frunció el entrecejo... Algo no le cuadraba; el pecho que en ese entonces masajeaba no tenía el mismo volumen de los que ya estaba acostumbrado a saborear, entonces bastó un solo movimiento de la chica para que aquella esencia llegase a sus fosas nasales.
Sintió como el alcohol abandonaba su cuerpo abruptamente y abrió los ojos de golpe. El pelo platinado brillaba tenues por el reflejo de la luna que se colaba a través de el vidrio de la ventana...
¡Joder!
Los ojos de Sesshomaru parecían haber salido de su órbita. De un solo movimiento se puso en pié y capturó el brazo de la chica sin una sola pizca de cuidado.
— ¡Ay! Me lastimas.
Se quejó por la manera tan fuerte con la que Sesshomaru se aferraba a su brazo.
— Me puedes explicar ¿Qué puta pretendías Kanna?
Bramó Sesshomaru... cada palabra era como recibir una fuerte bofetada. La chica permaneció en silencio mientras las lágrimas descendían de sus ojos violetas.
— ¿Así es como me pagas todo lo que he hecho por ti?
— Sesshomaru yo...
— Lagarte o no respondo — le advirtió con los dientes apretados — y no se te ocurra aparecer frente a mi.
Temblando como una hoja, Kanna salió corriendo de la habitación de Sesshomaru, se encerró en la suya y se lanzó a la cama... Lloraba de rabia, de impotencia, de humillación... ¿Porqué? ¿Porqué no veía la mujer en la que se había convertido?
Desconcertado por lo que la chica había hecho, se metió al baño y se dió una ducha rápida mientras su cabeza maquinaba en todo lo que hubiese pasado si su razón hubiera seguido nublada por el alcohol. Debía de darle las gracias a Kaede por haberle bajado la borrachera con las compresas frías.
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Kagome protestó bajo el musculoso y firme cuerpo de Sesshomaru mientras que él luchaba por inmovilizar su frágil figura, pero la chica se removía con fuerza.
Era una batalla que obviamente, Kagome sabía que ya la tenía perdida.
Se dió por vencida ya cansada por tanto pataleo. Su rostro estaba cubierto por mechones de cabello, mechones que Sesshomaru apartó y los colocó detrás de ambas orejas.
Su respiración era agitada y su corazón latía desenfrenadamente. Sentía la erección masculina clavándose en su entrepierna
¡Carajos!
¿Porqué tenía que ser tan deseable?
Sesshomaru le veía fijamente mientras una de sus manos mantenía quieto los brazos de Kagome sobre su cabeza y con la otra acariciaba lentamente la piel de su vientre expuesto.
— Necesito ir al baño — dijo Kagome luchando por regular la respiración.
Sesshomaru se hizo a un lado y le permitió que se incorporara. Ya no iría a ningún lado. Kagome se agachó para ponerse los zapatos y un resplandor en el piso le llamó la atención.
Alargó el brazo y tomó la pequeña prenda entre su mano, la acarició mientras sentía que el piso le daba vueltas. Su cabeza quería explotar...
No era estúpida, no era ignorante, sabía perfectamente lo que aquella diminuta prenda era...
Ya con sus ojos inundados en lágrimas, se levantó de la cama y encendió la luz. Sesshomaru gruñó en cuanto la claridad golpeó su rostro.
Kagome le lanzó la prenda y se encerró en el baño. Se recostó en la puerta y fue bajando lentamente hasta sentarse en el piso... Flexionó las rodillas y ocultó su rostro entre ellas.
Sesshomaru golpeó, exigió que abriera la puerta más ella no respondía. No quería discutirlo, todo estaba más claro que el agua. Mientras ella sentía aquel ahogo por estar lejos de él, él se emborrachaba y se cogía a otra en su ausencia.
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Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA
FanficTaisho Sesshomaru... Un reconocido empresario, quien recientemente ha perdido a su joven esposa en un accidente aéreo, toma la decisión de viajar a Kioto y sumergirse por completo en los negocios, sin embargo, él no se imagina lo que el destino le t...