V_007

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Nota: Este capítulo está ambientado unos días después de que la manada se haya graduado de la universidad.




La cámara apuntaba a...

No era posible visualizar una imagen en concreto, dado que la imagen seguía moviéndose con rapidez, cambiando el escenario sin siquiera dejar apreciarlo bien. Asimismo, varias voces se escuchaban entrelazadas, haciendo ardua la tarea de discernir entre quién estaba hablando y quién no.

—¡Faltan más velas aquí!,— exclamó una voz masculina.

—Déjame hacerlo a mí, ¡Vas a quemar el bosque entero!,— le respondió la voz de una joven.

—¿A quién se le ocurrió esta maravillosa idea?,— preguntó con sarcasmo un chico diferente.

—¡Ya dejen de discutir! ¡Una palabra más y amanecerán llenos de flechas bañadas en acónito!,—  una chica trató de "controlar" la situación.

De entre toda la contaminación auditiva, una voz resonó más alta que las demás. —¡Stiles está llegando!

Los gritos, comandos y cuestiones explotaron en una cacofonía de distintos tonos de voz, ayudando en prácticamente nada al silencio que deberían estar haciendo.

—¿QUIEREN CALLARSE? ¡DEREK ESTÁ A PUNTO DE ENTRAR EN PÁNICO!,— chilló una voz femenina, siendo lo suficientemente autoritaria como para silenciar a toda la manada. El enfoque de la cámara se centró en unos tacones hundiéndose levemente en el césped. —Coloquen las velas en donde quepan y no. Quemen. Nada.

Alguien levantó la filmadora del suelo y le sacudió la suciedad de encima mientras el resto se disponía a trabajar en relativa quietud.

—Gracias, Lydia.—  Una voz masculina habló. El lente apuntó hacia adelante, en donde el habitual camarógrafo podía ser visto. 

Derek llevaba puesta una camisa blanca con los dos primeros botones desabrochados, exponiendo su clavícula y una minúscula porción de su pecho. Además, los dobleces de las mangas descubrían sus antebrazos, dejando a la imaginación los bastante bien trabajados bíceps que la tela apenas escondía.

Aparte de todo eso, la frente del hombre lobo se notaba sudorosa, y su entrecejo estaba más fruncido que de costumbre.

—De nada,— aceptó el agradecimiento la pelirroja, pudiéndose casi sentir la sonrisa en su tono. Seguidamente, le entregó un pañuelo colorido a Derek. —Ten. Estoy segura de que a Stiles le gustará aún más decirte que sí mientras sonríes.

El hombre lobo tomó el pedazo de tela, limpiándose el rostro con él y guardándolo en su bolsillo. Contra todo pronóstico, las comisuras de sus labios se levantaron, esbozando una débil pero genuina sonrisa.

—Graci-

—No es necesario que lo repitas. Somos tanto tu familia como la de Stiles, es lo que hacemos,— interrumpió. —Ahora espéralo aquí, métete en la cabeza que eres una bestia romántica y da la mejor proposición de matrimonio en la historia.


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REC | SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora