𝐃𝐈𝐀𝐍𝐀, jasper hale

xv. Phoenix

Jasper me llevó a casa, esta estaba totalmente sola. Mi madre aún no llegaba de trabajar, lo cual me alivió. No se dará cuenta de que me fui hasta que llegase y no tendré que darle explicaciones.

Jasper me ayudaba a empacar, este con mi ropa y yo con mis armas.

—Vas aparecer Van Helsing con todo ese poco de armas que llevas. —me dice Jasper una vez que termina de empacar y de colgar mi mochila en su hombro.

—Un semidiós no puede salir sin armas, de paso que me siguen monstruos ahora me persigue un vampiro sediento. —le respondo poniendo un collar, el cual, en verdad era una espada.

—Lo siento, no debí llevarte. No debí meterte en mi mundo. —se disculpa bajando la mirada, cuelgo mi otra mochila en el hombro y me acerco a él.

—¿Bromeas? —agarro sus mejillas haciendo que este me mirara —. Me encanta hacer parte de tu mundo, por más que esté en peligro, no me arrepentiré de estar contigo. De haberte conocido.

Este me mira por unos segundos hasta que me agarra de la cintura acercándome más a él y junta sus labios con los míos.

Era un hermoso beso suave, sin intención sexual, al menos no en estos momentos. Encajamos a la perfección.

Este se separa de mí, juntando su frente con la mía. Estaba a su altura era por las botas que traía.

—Es hora de irnos. —susurra.

Antes de salir de la casa procuré activar las barreras de protección. Me subo a mi auto con Jasper de piloto, me pongo en cinturón de seguridad.

—Es injusto que tengas que manejar, ¡es mi auto! —chillo cruzándome de brazos.

—Ni siquiera sabes a dónde vamos. Solamente sabes ir a la escuela, a mi casa y a la cafetería de por tu casa.

Bufo al saber que Jasper tenía toda la razón. Odio de haber prestado atención a lo que decían cuando íbamos en el auto de Edward, odio mi TDAH.

—Los autos de atrás son los chicos, ¿no? —pregunto viendo en el retrovisor que atrás nuestro venían otros autos a la misma velocidad que nosotros. En máxima.

—Sí, atrás están Bella y Edward junto con Alice y con Emmett de mono.

Al llegar a la casa de los Cullen, entramos y lo primero que veo es a Laurent. Por reflejo lo apunto con mi espada y Jasper le gruñe.

—Espera. Vino a advertirnos de James. —me dice Carlisle.

Bajo mi espada no muy convencida y esta se transforma en collar, descansaba en mi cuello otra vez. Siento como Edward y Bella se ponen detrás nuestro, se sorprenden al ver a Laurent.

—Esta no es mi batalla. Y estoy harto de sus juegos. Pero tiene unos sentidos inigualables. Es letal. No he visto nada parecido en mis 300 años. Y la mujer, Victoria, no la subestimen. —dice antes de irse.

[...]

—Nuestra especie es difícil de matar. —dice Jasper mientras buscaba algo en un armario junto con Emmett.

—Pero no imposible. Lo mataremos y quemaremos sus restos. —murmura Emmett.

—No me entusiasma la perspectiva de matar, ni siquiera a un sadista como James. —dice Carlisle.

—¿Y si mata a uno de nosotros? —pregunta Rosalie.

—Llevaré a Bella al sur. —dice Edward. —¿Pueden distraer al rastreador?