Perdidos entre las ramas ••

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Segunda parte.

¿Y si nos guiamos por las ramas?, de seguro nos llevan a casa... ¿•••?

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—No recuerdo por dónde regreso al río con la gran roca...— Le comentó Daniel a los árboles, a los pájaros, a las flores y a las rocas—, oh no. No debí alejarme mucho.

Miró atrás de sí y se animó a regresar; lo lograría.

—Bien, debo ir por el camino a la derecha, y luego a la izquierda, cruzar la pequeña colina...— Tomó rumbo, y mientras sus pasos andaban se le ocurrió llamar a Ricardo; él capaz lo estaría buscando. No, a quién engañaba; a Ricardo no le importaría si se perdiera.

—Bueno, solo somos la gran naturaleza y yo. ¿Quieren ser mi amiga?— Una suave brisa acariciaba su rostro, e invitaba a las hojas a danzar un rato. Gritó el nombre de Ricardo. El sol ya estaba comenzando a ocultarse. Siguió y siguió por allí, hasta que, en una parte del camino, dónde existían tres desvíos distintos escuchó crujidos de ramas y unas voces a lo lejos.

¿Será Ricardo?, pensó, así que gritó su nombre.

—¿Ese no es él?— Esa no era la voz de Ricardo. Esa voz era familiar...

Miró en dirección a la voz, y no lo podía creer.

—Si— Dijo Ricardo señalando hacia Daniel a lo lejos—. Allá está tu novio— Nicolás no dijo nada, solo colocó su cara de fastidio. Daniel no sabía que hacer. Al estar los tres juntos, Ricardo tomó a Nicolás y a Daniel por los brazo y los juntó— A ver, cogan.

Con un movimiento muy brusco y bufando Nicolás se alejó de Daniel y del agarre de Ricardo. El último río por todo lo alto.

—Ok...— Dijo Ricardo cuando terminó de reír, luego cambió su expresión a una más seria, para decir algo que era un poco obvio. Al parecer Daniel no era el único stiven jokim*—. Nos perdimos por tu culpa, Daniel. Y no te voy a patear el trasero cuando lleguemos— Daniel sonrió algo apenado, y aliviado de encontrarles—. Te axficiaré hasta la muerte— Daniel se alteró un poco por el tono de voz.

—Lo siento tanto.

—Eso no sirve de nada, imbécil— Dijo Nicolás, mirándole con desprecio.

Las primeras palabras que me ha dicho en persona, pensó Daniel con tristeza. Pudo ser peor.

—Oigan, chicos— Los tres chicos giraron en dirección a la voz que se escuchaba un poco a la distancia; era Grace. Salía de unos arbustos. Los chicos le miraron extrañados.

—Nos perdimos buscando a este pendejo— Agregó Ricardo.

La sonrisa de Grace se transformó en una expresión sería, y agregó— Esto me pasa por ser chismosa, por no dejar un rastro y por confiarme en ustedes.

—¿Y ahora qué?— Gritó Nicolás, caminando de un lado a otro—. No falta mucho para el anochecer.

—Si tenemos hambre nos devoramos a Daniel— Dijo Ricardo mirándole con rostro asesino—. Esto es tu culpa.

—Ya lo sé— Dijo Daniel con tono triste; estaba a punto de llorar—, perdón.

Grace exhaló cansada— Bien, caminemos, creo que me acuerdo del camino, síganme.

Miraba por la ventana, y me caí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora