Andrés
Los días estaban pasando y me sentía en el paraíso. Sabía que esta burbuja en algún momento se rompería, pero no quería pensar en eso, prefería seguir disfrutando de probar todo lo que podía de Emily. No la queríamos abrumar, así que todavía no lo hacíamos todos juntos. Pero eso no quitaba que fuéramos preparándola para poder tomarla de todas las posiciones y formas posibles.
Sin embargo, no podía dejar pasar que el celo de mi pequeña estaba empezando a desvanecer, su olor era mucho más débil al de su celo, y la excitación que estaba sintiendo no era la misma del celo y se notaba en el olor que la pequeña exudaba. Me gustaba saber que no era solo causa del celo la necesidad de la coneja.
Ella nos deseaba y lo sabíamos. Era hermoso saber que nuestra pareja nos quería como nosotros a ella. Sin embargo, había momentos donde podía verse la duda en sus ojos, como si de pronto dejará de creer que todo lo que había pasado era real.
Lo que más me dolía el corazón era ver cómo dudaba de sí misma, dudaba de ser suficiente. Mi lobo me gritaba que debía hacerle cambiar de opinión, debíamos mostrarle lo perfecta que era para nosotros y cuánto la adorábamos. Todos estábamos de acuerdo en hacer la vida de Emily tan increíble como fuera posible.
Me llamó mucho la atención cuando comenzó a crear un nido, y no era el único sorprendido. La pequeña se encontraba más gruñona de lo normal y mucho más llorona de lo que era antes.
—No puede ser eso— susurró Adrián algo preocupado.
—No hay otra explicación. ¿Has visto el bulto de ropa que está creando en el sótano?— le reproché seguro.
—¿No es algo normal en los conejos?— cuestionó preocupado.
—No, no hacen nidos— le respondió Alejandro seguro de sí mismo. Él se lo estaba tomando mejor que el otro.
—¿Y si está enferma?— Adrián seguía buscando explicaciones a lo que estaba pasando. No quería aceptar la verdad.
—¿Acaso no lo quieres?— le pregunté algo preocupado y sorprendido.
—Yo sí, pero no lo hemos hablado con ella— me respondió mordiéndose las uñas.
Ella no había mencionado nada de los claros síntomas, pero no era como si pudiera pasar desapercibido mucho tiempo más. Preferíamos mantener nuestras dudas en secreto, no contarle sobre lo que ya todos sabíamos. Por ahí estaba esperando para contarlo, o podía ser que ella no lo supiera.
Si ese era el caso, era mejor mantener todo así. No sabíamos cuál sería su reacción si entendía la situación. Podía entrar en crisis, podía dudar de sus capacidades y querer terminarlo. Lo que más nos asustaba era la posibilidad de que decidiera que no eramos capaces de cuidarla como se debía y decidiera que nuestra relación era demasiado para ella.
Alejandro ya nos había afirmado que probablemente no le importaría que fuéramos tres y que por eso nunca lo habíamos hablado. Sin embargo, no estaba asegurado. En cualquier momento podía cambiar todo y podíamos perderla junto a nuestro futuro.
—Tengo que volver a trabajar— comentó Emily removiendo la comida en su plato. Había notado los cambios de apetito de la pequeña y lo único que quería era saltar de alegría. Tener que esconder las ganas de gritar y dar saltos de felicidad me estaba costando un mundo entero.
—Todavía no es necesario— le dije aguantando un gruñido. No tenía intenciones de dejarla ir al mundo indefensa.
—Pero tengo que trabajar, no puedo dejar la cafetería arreglarse sola— se quejó con un puchero. Era una ternura.
—Pero todavía no ha terminado la etapa de celo— le recordó Adrián. Hacía cinco días que había empezado el celo, por lo que quedaba para que se acabará. Y si ella afirmaba que el celo había terminado iba a dejar en claro que ya sabía lo que nosotros suponíamos y no quería contarnos.
No hubo respuesta de su parte, solo agachó la cabeza y frunció el ceño, algo molesta pero sabiendo que si estaba en celo no la dejaríamos salir.
No podría seguir mintiendo, en algún momento iba a admitir lo obvio.
Igual, no se puede esconder por mucho tiempo un embarazo.
Qué miedo, ¿no? Hijos. Aunque por cómo vienen follando estos sin protección alguna era un poco esperable. ¿Algunx de ustedes ya tienen hijxs? A mí la idea me aterra mil demonios. ¿Cómo haría para explicarles que en mi tiempo libre me gusta escribir novelas moralmente cuestionables? Creo que debería esconder mi Wattpad para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Cosas del destino
WerewolfEmily ha decidido que prefiere vivir en su madriguera sola; nada de alma gemela y nada de manada. No necesita de nadie. Alejandro, Andrés y Adrián tienen un único objetivo: encontrar a sus almas gemelas. Los hermanos decidieron hace años que iban a...