Capítulo 30

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Emily

La necesidad de mi propio cuerpo de crear un nido estaba volviéndose agotadora. Y solo saber lo que eso significaba me estaba volviendo loca. No podía tener hijos, no podía. No quería pasar por eso. ¿Qué pasaría si fuera una mala madre? ¿Y si me convertía en mis padres? ¿Y si los chicos decidieron que no querían tener hijos? ¿Todos serían padres o solo uno? ¿Terminarían peleando entre ellos por eso?

No quería tener que responder a todas esas preguntas, menos aún cuando la respuesta iba a demolerme viva. No quería saber qué tan jodida estaba.

Así que me mantenía ocupada. Escuchaba música, estaba con cualquiera de los tres que estaba disponible en el momento, cocinaba, limpiaba, ordenaba. Ya me encontraba en confianza con la casa, por lo que no tenía problemas para pasearme por ella.

La idea de quedarme sin actividades estaba ahogándome. Necesitaba distractores y rutinas. La respuesta obvia era el trabajo. Cumplía con las necesidades.

Cuando llegó mi celo me encargué de llamar a mis jefes y avisarles de la situación. La señora Smith estaba tan emocionada de saber que había encontrado a mis parejas que casi termina llorando. También me avisaron que me tomará el tiempo necesario y avisará cuando pueda volver.

Además de que me pusieron al tanto de la renuncia de Romain. No sé qué fue lo que lo llevó a renunciar, tampoco pregunté. Estaba feliz de saber que no tenía que volver a lidiar con él. Por lo que volver al trabajo me emocionaba, pero no quería tener que hacerlo a la espalda de los hermanos.

Sin embargo, enterarme que los chicos estaban tramando cosas a mis espaldas me parecía razón suficiente para hacer lo mismo.

—¿No deberíamos preguntarle a Emily si está de acuerdo con esto?— escuché preguntar a Andrés.

—Pero no va a querer— se quejó Alejandro.

—Tendríamos que decirle que vamos a invitar a nuestros padres— comentó Adrián.

No me parecía que invitaran a los que serían mis suegros sin avisarme. No quería quedar mal frente a los padres de mis compañeros. Ya sabía que probablemente no iban a quererme, debía demostrarle que merecía a sus hijos como compañeros.

Estaba enojada y ofendida, me sentía engañada . Quería salir del lugar, quería irme de allí y pensar.

Así que hice lo lógico. Me preparé para el trabajo y llamé al señor Smith para saber si podía retomar hoy. Me dijo que sí. Y mientras ellos seguían teniendo una conversación en la que al parecer no era bienvenida, abrí la puerta de salida.

—¿Qué haces?— la voz de Andrés sonó a mi espalda, pero eso no me detuvo.

—Voy a trabajar. Ustedes pueden seguir haciendo sus planes sin mí, total no me necesitan— comenté con ira. No podía creer que no pensarán que era necesario contarme lo que estaban pensando.

—Emily, ven aquí— me ordenó Alejandro.

—No voy a estar en un lugar en donde no soy importante, no he dejado que mis padres decidieran cuál sería mi vida, menos que ustedes decidan por mí. Así que voy a trabajar— no había forma de hacerme cambiar de opinión.

—No estamos decidiendo nada por ti— me dice Adrián caminando a mi lado.

—Tampoco me están haciendo parte de la familia. Me cansé de ser la excluida en todas partes. Todo el mundo me ha dejado de lado como si no tuviera valor, no va a pasar otra vez— negué con la cabeza enojada, aguantando las lágrimas de saber que podía ser que nunca perteneciera a ningún lugar. Mis pasos eran rápidos, sin perder el ritmo y Adrián me seguía por medio del bosque, como un pequeño cachorro.

—No estamos dejándote de lado, solo no queremos que te sientas presionada— me explicó con tranquilidad, pero yo ya estaba enojada y no creía que nada fuera a apagar esa llama de hostilidad que se había encendido en mi interior.

—¡Y la mejor forma que encontraron de hacerme parte fue esconderme las cosas!— le grité ofendida.

—¡Tú también nos escondes cosas y ninguno ha dicho nada al respecto!— se quejó con el ceño fruncido.

—¡No he escondido nada!— le respondí deteniéndome justo antes de entrar en las calles de la ciudad.

—¿Y el nido que has estado creando para qué es?— su mirada era acusadora y no tuve respuesta a eso, así que seguí caminando como si la pregunta nunca hubiera sido formulada. No quería hablar de eso.

—No es lo mismo— susurré enojada.

—Pero sabes que tengo razón— comentó victoriosamente.

—E igual el que está acompañándome a trabajar eres tú— le respondí sonriendo. Había logrado lo que quería.

—Y la que va a tener que aguantar los llantos de mi madre porque sus niños están creciendo eres tú— me dijo encogiéndose de hombros—. Si ir a trabajar es lo que necesitas para aceptar que nuestros padres vengan a visitarnos, que así sea.

Solté un bufido frustrada. ¿Cómo era que lograba darle vuelta a la situación para siempre quedar bien parado? No era justo.

Conocer a los padres de tu pareja debe ser aterrador. Sobretodo sin aviso. ¿Alguno tiene alguna historia para compartir sobre el tema? Yo conocí a mis suegros sin que ellos supieran que yo estaban en una relación con su hijo. Como eramos del mismo grupo de amigos, la historia quedó con que eramos amigos y listo, sus padres ni sabían del tema.

Cosas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora