Capítulo 24

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Andrés

—¿Qué tenemos que hablar?— preguntó.

—De sexo— le respondí seguro.

Su reacción fue tan tierna y dulce que lo único que quería hacer era abrazarla con fuerza y besarla. Sus mejillas estaban sonrojadas y tenía los ojos abiertos como platos, era una ternura.

—¿En serio debemos hablar de eso así?— preguntó conmocionada.

—¿Así cómo?— Adrián estaba confuso.

—Tan directo— le respondió todavía conmocionada por esto.

—Es la mejor forma de poder plantear las cosas correctamente, cariño. Así que sí, tenemos que hablarlo así— le respondió Alejandro con esa seriedad que tenía al hablar de negocios.

—Está bien— ella estaba rendida a decir nada más. Se puso más cómoda en mi regazo y se apoyó mejor quedando completamente pegada a mi.

—Queríamos saber qué es lo que tú opinas del tema— le indicó Adrián.

—Que es muy embarazoso como para hablarlo— le respondió avergonzada.

—Cariño, hoy tuvimos problemas con esto, necesitamos entender lo que cada uno quiere— le expliqué abrazándola fuertemente por la cintura.

—¿Por qué hubo problemas?

—Porque alguien estaba celoso— comentó acusatorio Alejandro, mirándome fijamente.

—¿Celoso de qué?— la inocencia de la ternurita en mis brazos me daba gracia y al mismo tiempo me enamoraba. No podía ser tan dulce y hermosa.

—Porque no fueron parte del proceso— dijo Adrián sonriente.

—Ahora todos sonreímos mandándome al frente. Ya van a ver, el que ríe último ríe mejor— les avisé algo ofendido. ¡Me estaban haciendo quedar mal!

—¿Estabas celoso?— me pregunto Emily preocupada, mirándome a los ojos con esas hermosas perlas grises.

—No eran celos...— comenté pero el imbécil de Alejandro me interrumpió.

—Eran celos.

—Puede que estuviera algo celoso— acepté—. Estaba un poco enojado porque daba la impresión de que tú solo querías a uno.

—Nunca dije eso— me contestó Emily con el ceño fruncido.

—Pero así lo sentí— le expliqué—. Además de que tenía miedo de que decidieras alejarte de nosotros otra vez. Al final, tenía razón.

—No fue por eso— se defendió cruzando los brazos.

—No es necesario que mientas, pequeña— le dije tranquilo.

—No estoy mintiendo. Pensé que ustedes no iban a quererme más aquí y no sería capaz de aguantar esas palabras dichas en voz alta— era algo dulce que no se atreviera a vernos a los ojos cuando decía esas cosas, era como si quisiera abrirse a nosotros por encima de la vergüenza.

—Nunca diríamos algo así, Emily— le explicó Adrián con seguridad. Y tenía razón, joder. Habíamos tanto tiempo buscándola que no estábamos dispuestos a dejarla ir solo porque sí, menos echarla de nuestra vida.

—Entonces, ¿el problema era de que estabas celoso?— me preguntó con curiosidad.

—Podría decirse— le respondí sonriéndole.

—Definitivamente ese era el problema, no lo dudes— le respondió Adrián riéndose y yo rodeé los ojos, era un niño.

—Tenemos que plantear las cosas— recordó Alejandro, él siempre tan atento a las cosas importantes.

—¿No tendrías problemas con estar con los tres juntos?— le preguntó directo Adrián con los ojos brillando. Todos pensábamos que era una gran imagen la de los tres junto a ella.

—Habría que probar, pero no me suena mal— respondió sonrojándose, mientras jugaba con sus dedos algo nerviosa. Mi polla se puso dura de solo saber que ella quería probarlo, era una gran idea.

—No te preocupes que lo probaremos— acotó Alejandro feliz.

—¿Y por separado? Ya has tenido relaciones con Alejandro, pero queríamos saber si era una cuestión de favoritismo o algo— saqué eso de mi pecho entre dientes. No me atraía la idea de que ella no quisiera estar con nosotros, menos cuando lo único que podía oler en ese momento eran sus feromonas fluyendo. Ella estaba tan excitada como nosotros.

—No creo que haya favoritismo. Obviamente sería una experiencia distinta con cada uno de ustedes, pero no creo que uno esté por encima del otro en eso— respondió encogiéndose de hombros.

—Entonces no tienes problemas con estar con el resto— comenté feliz y aún más excitado que antes.

—Me gustaría poder estar con el resto también, sí— esa respuesta había sido la cosa más bella que había oído.

Y entonces, rompiendo el momento, un celular comenzó a sonar. Alejandro se alejó un poco disculpándose. Contestó la llamada y habló unos segundos con la otra persona en una corta conversación acalorada mientras que tenía nuestra vista sobre él, todos atentos a lo que pasaba.

—Problemas en el nuevo trabajo, debo empezar antes, lo siento— comentó mientras iba de un lado a un rato tomando las cosas que necesitaba para salir.

—¿Te vas?— preguntó desilusionada la pequeña conejo y Alejandro la observó con una dulzura y amor que creí nunca vería en él.

—Volveré en unas horas, no te preocupes— le dijo acercándose a nosotros para poder besarla como despedida y después saludar al resto con un saludo general.

—Y yo que quería uno de esos como despedida— exclamó Adrían con falsa desilusión.

—No va a pasar, hermano— le dije riéndome junto a Emily. Amaba escucharla reír.

—¿Qué hora es?— preguntó Adrián.

Miré un reloj por un segundo y le dije el horario, él abrió los ojos en respuesta y se paró apurado.

—Debo ir a hacer algo, se me va el Sol para pintar un cuadro. Lo siento— se justificó antes de besar dulcemente a Emily en los labios y salir corriendo a su nuevo estudio de arte.

Nos quedamos un rato en silencio, disfrutando de la compañía del otro, sin necesitar palabras para entendernos. Pero un pequeño movimiento de ella dejó en el aire más feromonas que nunca y mi polla no era insensible a ello.

—¿Así que te gustaría estar con todos?— le pregunté juguetón.

Andrés pasa de 0 a 100 en un segundo, pero no puedo culparlo. Si yo tuviera una pareja tan sexy como Emily también andaría caliente todo el tiempo. Respetuosamente hablando.

Cosas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora