SIETE

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Un torrente de alegría lo dejó sin habla.

Observó a su madre, que se acercaba a él lentamente, miró con detalle cada facción de su cara.
Al estar frente a frente, Jonah se agacho unos centímetros, su corazón latía descontrolado dentro de su pecho.

«Estoy en casa.»

La rodeó con sus brazos y lloró como nunca lo había hecho en toda su vida.
De una forma un poco absurda, sentía que se drenaba por completo. Lloraba de felicidad, de tristeza. Lloraba por ella.

Estaba avergonzado, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas rojas.
Pero no tuvo tiempo para descansar ya qué luego fue el turno de abrazar al resto de su familia, a sus amigos de la infancia, a los vecinos de la cuadra. Una interminable lista de personas, algunas que apenas había visto, lo esperaban con los brazos abiertos.

Se sintió diferente.

Dicen que estudió en la universidad más prestigiosa del norte.

Miren si cada vez se pone más lindo.

Cuando empiece a trabajar voy a ser su primer paciente, de eso no hay dudas.

¿Dónde está ella?

—¿Alguien a visto a Delilah?

No. Ella no estaba.

CÓMO CONSEGUÍ OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora