DOCE

27 11 1
                                    

Soltó a su hermana al cabo de unos segundos.
Vio como los niños más pequeños eran llevados a otra habitación, como su madre gritaba sin parar y finalmente reparo en su abuelo, que comía tranquilamente un pastel de limón, su pastel de bienvenida.
Entre su estado de delirio se río fuertemente, casi a carcajadas, incluso algunas lágrimas salieron de sus ojos. 

—Ustedes lo sabían—susurró—, ¿Cu-cuándo pensaban decirme? Fueron tantos meses...¿Cómo pudieron hacerme esto?—Soltó afligido.

—Al principio créeme que quería decirte, yo...me dijeron que no lo hiciera, que era lo mejor para ti. Perdóname Jonah, por favor perdóname—susurró su hermanito menor. El pecho de Jonah se sentía cada vez mas pesado. 

—Todos hicimos un pacto—, hablo su padrastro—No te diríamos nada hasta que terminaras la carrera. Tus estudios eran lo primordial, ella nos dijo que la ayudáramos, no quería que echarás a perder todo por su culpa y bueno, me pareció lo correcto.

—¿Ella? ¿Ella misma lo habló con ustedes? No puedo creerlo—. Su respiración se aceleraba.

—¡Se suponía que no llegaría tan lejos!—exclamó su madre—Nos dijo que terminaría contigo en unas semanas, que luego fueron acumulándose y ya no había nada que hacer, solo continuar. Cariño, pensaba hablar contigo pronto pero no así, no de esta manera.

—Esperabas que al contarme pudieras consolarme como a un puto bebé, que estaría tan roto por dentro que me sería imposible pensar que sabías, que todos lo hacían ¡Ni siquiera debía saber que ustedes eran parte de esto! ¡Vaya mierda de familia!—Sus uñas se clavaban en las palmas de sus manos, respiro una, dos, tres veces.

—Hijo...—Su madre trató de acercarse, pero Jonah la miró con despreció.

—¡Aléjate de mí!—vocifero—Yo...yo lo siento, pero no necesito tu hipocresía, ni tu compasión, no necesito nada que venga de ti...de ustedes—, sus ojos picaban y sus manos temblaban mientras miraba a cada integrante de su familia—Si fueron capaces de hacerme esto...

Nadie emitió ni una palabra. Era tan inusual verlo en ese estado, tan destrozado

Tomo su celular, que había dejado en la mesa de centro y comenzó a caminar hacia su habitación con la ilusión de que alguien lo detuviera, de escuchar su nombre, de sentir una mano, pero lo único que se sentía era el eco de su desenfrenado corazón, rompiéndose a cada paso que daba.

Dolía tanto.

CÓMO CONSEGUÍ OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora