SEIS

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Al llegar a su casa, de color cielo y tejas verdes, el muchacho aguardó unos instantes antes de adentrarse en ella.

Durante su estadía en la universidad, las horas de clases se sentían interminables, los exámenes y trabajos mantenían su mente activa. Pero ahora que ya se encontraba graduado, que por fin estaba en calma, sus pensamientos eran más claros y de un momento a otro cayo sobre el la inmensurable cantidad de tiempo que se había ausentado.

Ya no era el niño temeroso que había cruzado el océano para cumplir su sueño, ahora era otro. Su cuerpo había ganado musculatura, venas se marcaban por sus brazos y manos.
Había crecido un par de centímetros, sin embargo, se mantenían intactos esos intensos ojos marrones y su rizado cabello, que se esparcía libre y desordenado sobre su cabeza.

Suspiró por unos escasos segundos y se atrevió a abrir la cerradura con la llave que siempre traía consigo, empujó levemente la puerta y lo primero que sintió fue ese olor tan particular a café, ese de sabor tan amargo que su padrastro solía beber por las mañanas.

Se adentro por el pasillo, sin escuchar un sonido que no fuera el de sus propios pasos. Asomó su cabeza por el umbral de la puerta y...

—¡Sorpresa!

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Tengo que admitir que cada vez que pienso en Jonah, no puedo evitar imaginarme a Tom Holland, como si fuera el actor que lo interpreta. Es un ser divino y lo adoro demasiado:( ¿Alguien más comparte mi visión?

CÓMO CONSEGUÍ OLVIDARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora