Capítulo 22

585 118 23
                                    

Keily llegó a casa en tiempo récord. Entró empapada, abrazándose para darse un poco de calor. La lluvia no cesaba y agradeció eso porque no había nadie a la vista. Subió las escaleras deprisa para escudarse en su habitación.

Lo primero que hizo fue despojarse de la ropa mojada, luego caminó hacia el baño a darse una ducha caliente. El agua caía sobre ella en cascadas tibias mientras se frotaba el cuerpo de forma ruda, quería borrar las caricias y besos que Alan le había dado. Le dolía el pecho y el cuerpo le temblaba por la desesperación que sentía.

Se odiaba porque su mente no dejaba de reproducir que cayó como una tonta a los pies de Alan, que le abrió el corazón demasiado rápido y eso no le permitió ver lo que Josh tanto le advertía.

Salió de la ducha, satisfecha del aseo exagerado que tuvo. Sin deseos ni de respirar, se colocó un camisón de tela liviana sobre el cuerpo y se tumbó en la cama.

Siguió con la tortura que su propia cabeza había creado, incluso se cuestionó si Alan estaba enamorado de ella. Una carcajada carente de gracia le brotó de la garganta como acto de impotencia. Cerró las manos con fuerza, sentía que las uñas se le enterraban en la piel y le hacía daño.

Entonces pensó en su madre, en que si estuviese con ella nunca hubiese pasado por algo así.

Unos toques en la puerta la sacaron de sus pensamientos, pero trató de ignorarlos hundiendo la cara en una almohada. Ahogó un grito lleno de frustración cuando escuchó que seguían insistiendo y no deseaba hablar con nadie. Pero como todo estaba en su contra, asomó la cabeza una de las personas que menos quería ver.

—Keily, ¿pasa algo? —Josh entró a la habitación sin permiso, como siempre.

—Quiero estar sola, por favor —suplicó con la voz entrecortada.

Como ya era costumbre, no le hizo caso y avanzó hasta que se sentó en la cama a su lado. Le dio la vuelta y le observó el rostro con detenimiento.

—Es la segunda vez que te veo triste por el italiano. Él no vale la pena, no merece tus lágrimas.

—No es por él —mintió y desvió la cabeza para hundirla de nuevo en la almohada.

—Sé que es por Alan Ricci, no lo niegues.

Las lágrimas aumentaron con la sola mención de su nombre.

—Déjame sola, Josh, te lo suplico.

Lo miró directo a los ojos, en un intento de  mostrarle todo el dolor que sentía.

Él no le hizo caso, al contrario, le agarró la cara y con su pulgar le limpió las mejillas. A Josh le dolía presenciar lo rota y vulnerable que ella estaba. En silencio, la envolvió en un abrazo que ella correspondió.

Le permitió llorar con libertad mientras él la sostenía con fuerza. No le importó que le estaba ensuciando la camiseta.

—Lo voy a matar por hacerte sufrir —dijo sin una pizca de titubeo en su voz.

Keily se alejó y negó varias veces.

—N-No quiero que hagas nada.

La voz le salió con mucho esfuerzo porque tenía garganta seca y le ardía.

Josh se levantó de repente y salió del cuarto, dejándola confundida. Minutos después, volvió con un vaso en la mano.

—Te traje agua.

Keily bebió del contenido, sintiendo el alivio de inmediato.

—Gracias, Josh, lamento esto —susurró, avergonzada.

Él  le agarró la cara para que lo mirara a los ojos.

—No es nada, bonita. Puedes contar conmigo siempre.

Ella asintió y volvió a abrazarlo con fuerza.

***

—Tienes que levantarte, Kei —dijo Zoe al mismo tiempo que le retiraba la manta del cuerpo.

Keily se acurrucó en posición fetal y escondió el rostro en la almohada. La prima bufó, después abrió las ventanas para que la luz del sol le molestara.

Habían transcurrido varios días desde lo que sucedió con Alan y ella no salía de la habitación. Todos intentaron darle ánimos, pero no tuvieron éxito. Le llevaban la comida, luego se marchaban. Asimismo, Keily mantuvo el celular apagado desde la tarde en que Alan se dedicó a llamar y enviar mensajes incansablemente.

—Nos tienes muy preocupados, Kei. Mi tío me advirtió que si no lograba sacarte de aquí iba a internarte en un hospital.

Ella levantó la cabeza, vislumbró a Zoe con los brazos cruzados. Giró los ojos al tiempo que se  sentaba en la cama.

—Está bien, voy a ducharme y bajo en un rato...

—Eso dijiste ayer, Kei.

—Lo prometo.

Se levantó, dispuesta a cumplir su palabra mientras Zoe la observaba con la duda marcada en sus facciones.

—Bien, pero si no sales mi tío vendrá y será peor para ti.

Luego de que Keily se duchó y se vistió, fue a la sala donde se encontró con Josh, Zoe y Jack. El último abrió los ojos por la sorpresa y se apresuró a abrazarla.

—Me tenías muy preocupado, pequeña.

Ella agachó la cabeza, avergonzada, y le correspondió la muestra de cariño.

—Lo siento, papá, no volverá a suceder. Mañana iré a la universidad y retomaré mi vida.

Sonrió un poco al decir eso, y él suspiró aliviado.

El ambiente cambió cuando Willy hizo acto de presencia, tambaleándose y con la nariz ensangrentada. También se percataron de que tenía los contornos de los ojos morados, como si hubiese recibido golpes.

Keily reaccionó, de su garganta salió un grito ahogado y Jack se le acercó para inspeccionar su rostro.    

—¿Qué pasó, Willy? —le pregunto, verificando sus heridas.

Josh los observaba, airado, con las manos apretadas y cara de que iba a matar a alguien. Zoe, por su parte, estaba tan alarmada como Keily.

—Tuve una pelea con Alan. No se preocupen, él terminó peor que yo —habló Willy al fin con un dejo de orgullo.

—Lo voy a matar —masculló Josh con rabia.

—No debiste enfrentarlo, Willy, sabes tu condición —reprochó un Jack preocupado.

—No podía quedarme de brazos cruzados después de lo que hizo —se defendió como si fuera obvio.

Keily sintió una ráfaga de ira recorrerle el cuerpo, las manos le temblaban debido a la frustración y el enojo. Sin pensarlo mucho, se dirigió hacia la puerta, pero Zoe la agarró por un brazo para detenerla.

—¿A dónde vas? —preguntó Jack.

—A poner en su lugar a Ricci —respondió, después se retiró decidida a buscar a Alan. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora