Capítulo Final

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—¿Qué haces en mi casa!

Jack gritó en cuanto vio a Josh. Su rostro estaba rojo por la ira y apretó las manos mientras se acercaba a él. Keily tembló ante lo imponente que lucía y se posicionó frente a Josh para que no lo golpeara.

—Papá, él quiere hablar contigo. por favor, escúchalo.

—¡Y una mierda! —gritó, irritado—. Después de todo lo que hice por ti, no te importó nada de eso y me traicionaste de la peor manera. —Lo señaló con furia—. No solo trataste de dañar a mi niña, también atacaste a Justin.

Josh cerró los ojos por la vergüenza e indignación que le causaron sus palabras.

—Lo siento, papá, no sabes lo arrepentido que estoy.

Jack negó con la cabeza y desvió la mirada en señal de frustración.

—Por favor, habla con él —Keily le suplicó y le atrapó las manos entre las suyas, estas temblaban por la ira—. Está muy arrepentido, escúchalo.

Jack resopló con cansancio antes de dirigirse a Josh:

—Sígueme.

Subió las escaleras deprisa y Josh parpadeó sin poder creerlo.

—Gracias, Kei —dijo y corrió hacia donde se había ido Jack en la segunda planta.

Willy y Zoe entraron alterados a la sala por haber corrido con desespero debido a la noticia que llevaban.

—¿Qué sucede? —les preguntó Keily, verificando sus rostros.

No respondieron porque Marian bajó las escaleras como un tornado.

—Jack está peleando con alguien en su despacho —informó, nerviosa.

Willy se dirigió hacia allá en un santiamén y los nervios de Keily aumentaron por cada segundo que pasaba. «Quizás fue mala idea traerlo aquí», pensó.

—Tantas cosas están sucediendo, esto parece una película de terror —Zoe susurró, ida. Marian y Keily se miraron sin entender nada—. Asesinaron a John Lee —finalizó.

Los acontecimientos del pueblo habían dejado con la boca abierta a todos. Para muchos, ese lugar siempre había sido tranquilo y seguro. Los delincuentes —como lo era Lee— eran pasivos y hacían sus fechorías sin muchos escándalos, aunque algunas personas desaparecían.  

Varios empresarios dinamizaban el comercio y sostenían el pueblo, uno de ellos era Jack Brown. Así que el asesinato del asiático causó revueltas entre sus hombres, ya que no sabían quién se atrevió a hacer tal barbarie. Anna tuvo que abandonar el pueblo porque se creía que corría peligro, regresó a su país con el resto de su familia.

Era una noche normal cuando Keily salió de la universidad y caminó directo al parqueo para buscar su auto. Una mano le cubrió la boca, sintió que alguien la agarraba por la espalda y la arrastró hacia un callejón.

Ella agitó el cuerpo para zafarse, pero no pudo. El tipo la estampó contra una pared, lo que provocó que se quejara en voz alta.

Aaron estaba frente a ella, no llevaba sus lentes y tenía el pelo hecho un lío. Sus ojos azules brillaban con intensidad, las facciones eran duras, opacaban al chico tierno y tímido que había conocido.

Los nervios se apoderaron de Keily e intentó correr, pero él la agarró del brazo y la pegó de la pared de nuevo con brusquedad.

—¡No me toques! —gritó.

—¿Por qué tanto miedo? Soy yo, tu amigo Aaron.

—¡No te conozco! Me mentiste y me secuestraste —vociferó, furiosa—. Y Alan se fue por tu culpa.

Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora