—¡No les creo! Así que dejen de intentar arruinar mi relación con Gian —gritó una Charlotte furiosa antes de salir de la cocina.
Keily había tratado por todos los medios de advertirle sobre el hermano mayor de Alan, pero ella no lo aceptaba. Eso provocó que se sintiera frustrada, pues no quería que su hermana terminara lastimada por una venganza sin sentido.
Josh hizo acto de presencia e inmediatamente posó su mirada fría sobre Keily al mismo tiempo que apretó las manos en puños por la ira.
—¿Es cierto que volviste con el italiano?
El corazón de ella se aceleró y parpadeó varias veces en un intento de tomar valor para decirle que sí. No obstante, la voz no le salió, solo reafirmó con la cabeza, tímida.
Él avanzó hacia ella como un rayo sin dejar de mirarla de mala manera.
—¿Es que acaso eres estúpida? Ese tipo te daña una y otra vez, ¿y vuelves con él como si nada? —gritó, provocando que ella retrocediera con temor.
—No sabes nada, Alan me explicó todo y es inocente.
—Te mintió, ¿no lo ves? Te lavó el cerebro. Él y su hermano solo están jugando con Charlotte y contigo.
—Alan no es igual que Gian, me ama y yo a él.
Josh arrugó la cara en desagrado al escuchar sus palabras, resopló y apretó los labios con furia. Si fuera una caricatura, era seguro que le saldrían humo por las orejas. La ira provocó que se halara el pelo y tiró todo lo que estaba sobre la mesada.
Keily se refugió en la pared, temerosa y sorprendida. Josh rompió lo que encontraba a su alcance con rabia. Los cristales y porcelanas caían al piso, hacían mucho ruido y se dispersaron partículas de vidrio por doquier.
En un movimiento rápido, se acercó a ella y le agarró la cabeza con brusquedad.
—¡Ese maldito siempre te hace daño y lo perdonas! —le gritó en el rostro—. Cuando te vuelva a lastimar, no quiero que uses mi hombro ni que me babees con tu llanto porque de todas maneras irás y le abrirás las piernas.
Habló con tanto odio que ella no aguantó la presión y lloró en silencio. Josh permaneció de esa manera y tenía la respiración agitada. Unos segundos después, la soltó y se retiró deprisa.
Keily se deslizó por la pared hasta hacerse bolita en el suelo.
—Pequeña, ¿qué pasó aquí? —Levantó la cabeza y vislumbró a Jack, quien miraba el desorden sorprendido—. ¿Qué sucedió, Keily? ¿Quién hizo esto?
Las palabras no le salían de la garganta, no dejaba de abrazar su cuerpo que temblaba debido a los nervios.
Nancy también se unió a Jack y se cubrió la boca cuando vio el desastre.
—¿Qué sucedió? —preguntó, anonadada.
Jack no respondió, pues toda su atención estaba puesta en Keily, quien siguió sin decir nada. La agarró del brazo y la sacó con cuidado de la cocina, luego la llevó a la habitación de ella y la sentó en la cama.
—Cálmate y dime lo qué pasó.
Keily respiró profundo, se secó las mejillas con las manos y le contó los sucesos de la cocina con Josh.
Jack escuchó, paciente, no la interrumpió ni mostró ninguna emoción ante lo que ella relataba. No obstante, la ira mezclada con decepción e impotencia fue como un fuego abrasador que le recorrió el cuerpo y que en cualquier momento lo haría estallar.
—Voy a hablar con él, ¿te ha dicho o hecho algo más que deba saber? —preguntó, mirándola directo a los ojos.
Los recuerdos del beso que Josh le había robado le inundaron la cabeza, pero le daba miedo confesarle ese detalle.
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Inercia © (Bilogía Inercia: Libro 1) [Completa]
Teen FictionTras la muerte repentina de su madre, Keily Brown tiene que dejar su vida atrás e irse a vivir con su padre y familia. Al llegar al pequeño pueblo deberá enfrentarse al odio, encontrará el amor y se verá de frente con las irregularidades del lugar...