Capítulo 40 ...Final...

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Esta es la primera vez que escribo al inicio de un capítulo y de hecho lo hago porque es el final. Sí, odio esa palabra tanto como ustedes. 
También es el capítulo más largo de todos.
Disfrútenlo como yo lo hice al escribirlo. 


***** 

El cumpleaños de la abuela llegó. Lo malo es que no me han permitido hacer nada de nada. Literal, era como un pequeño y redondo estorbo.

<< ¡Me siento como una inútil viendo a todos hacer algo!>>

Apenas pude llevar limonadas a Lucke y Chris, que han estado adornando la sala, con serpentinas de colores, globos dorados y plateados y algunas letras doradas, que decían: Feliz Cumpleaños Abuela. Lucke sí que tiene buen gusto para decorar, Chris... Bueno el solo estaba pendiente de que yo estuviera bien y pudiera respirar.

De un momento a otro llega Arwen, con el enorme pastel rodeado de flores que parecían ser reales, prácticamente parecían las que estaban afuera. Okay, mujer embarazada más pastel era igual a niño queriendo desesperadamente un pedazo. Mala combinación, pero tampoco podía lanzarme a comerlo.

En la noche llegan mis padres. Mamá pregunto cómo estaba en su modo ¿Todo bien? ¿Cuánto pesa? ¿Comes bien? Y cosas así, mientras que papá no se ha despegado de mí, siempre atento y aprovechando la ocasión de que Chris, estaba ocupado en otras cosas.

Una hora después, llegó la abuela y le cayó la sorpresa de su vida. El confeti voló por todas partes, el sonido de las botellas de Champagne abrirse eras tan provocativas que me tenía que tragar mis propias ganas y tomar tragaos de agua o jugos. Yupi... Las velas son sopladas por la abuela, todos aplauden y ella misma se encargó de repartir el pastel; no me hacía nada más feliz que llevarme una cucharada de ese pastel de vainilla todo esponjoso y relleno de frutas a la boca. ¡Ah! Es tan dulce que necesito agua para alivianar la glucosa.

–A dónde vas Emma – preguntó Chris levantándose de la mesa. Modo atento On.

–Solo voy por un vaso de agua, no te preocupes – recalqué.

A punto de abrir la puerta escucho las voces de mi papá y la del señor Richard, afiné un poco más el ido para escuchar una conversación de negocios. Charlas de negocios en la sala y lo mismo en la cocina, en el baño también creo los voy a escuchar.

–Permiso – hablé interrumpiendo su conversación –, vine por un poco de agu...– de proto mi vientre comenzó a doler como nunca, apenas logro sostenerme de la manija de la puerta. Mi papá se acercó lo más rápido posible con el rostro exaltado.

–¡¿Qué sucede?! – preguntó desesperado.

–Llego la hora. Tu nieto ya vine – las últimas palabras las pronuncié en voz alta.

–¡Mi nieto! – gritó el señor Richard –. Iré por el auto, Chris. ¡Llego la hora!

Toda la familia empezó a descontrolarse, excepto mamá. Como doctoras las dos estábamos calmadas mientras que los demás iniciaban con las carreras y las desesperaciones. En menos de lo que canta un gallo, Chris, mi madre y los dos padres/abuelos entramos en la camioneta. El señor Richard entró en su modo ¿Dominic Toretto? Tal vez sí, porque no sentí la distancia de la casa al hospital. Fue un chasquido de luces verdes y pasos cebras por los que pasamos. En ese trayecto mamá llamo a la doctora y solicitó que todo este preparado.

–Emma necesito que pujes lo más fuerte – lo dijo la doctora, su mamo acariciaba mi cabello tratando de calmarme. Una cosa era cierta, como doctora no debía tener miedo, pero como paciente no puedes hacerte la dura, debes decir cada cosa que te duela para que lo ellos sepan cómo proceder –. Llego la hora.

Matrimonio PredestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora