Capitulo 25.

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Jess.

Sentí los dedos de Steff salados envueltos en mis jugos llenar mi boca. Chupe y limpie sus dedos mientras él me decía lo adictivo que era mi sabor. Su ambrosia personal lo llamo.

Continúe en la misma posición, cansada y sudada mientras él me decía todas las cosas calientes que me quería hacer mientras yo me estremecía de placer contenido. Joder necesitaba un orgasmo ya mismo.

-¿Puedo ir al baño? –Se me ocurrió la idea, en el baño tenia privacidad. Puede que planteara mal mis planes, si quería un orgasmo me podía haber masturbado esta mañana. Pero la verdad sea dicha, esto era más divertido, sin embargo necesitaba liberarme.

-Claro, pero debes de saber algo Jess. Si te masturbas y acabas te daré veinte azotes sin ninguna clase de pausa o caricia ¿quieres esos azotes?

-No los quiero. –Respondí. Veinte azotes eran demasiados para mí, no lo podría manejar si eran fuertes... podía imaginar lo fuerte que serian.

-¿Todavía quieres ir al baño? ¿Para qué?

Ya no me masturbaría pero me molestaba estar tan húmeda y pegajosa, por lo menos limpiarme no creo que suponga problema.

-Quiero limpiarme, Señor.

-No. No vas a limpiarte te quiero empapada no limpia de tus jugos.

Pasó alrededor de una hora en la que cada tantos minutos me retorcí tratando de no llegar a la cúspide máxima de mí placer, cosa difícil. Brian entro en la oficina sin tocar y en cuanto me miro se comenzó a reír. Estaba esparramada a lo largo del sofá, con las piernas apretadas, sudada y creo que despeinada, pero no le veía la gracia.

-Steff, te has mantenido ocupado. Luce agotada ¿Cómo has activado el mío?

-Ah por el teléfono. Es con una app. Te lo descargare en un rato. Ven necesito que me des tu opinión sobre estos planos. –Ellos se emergieron en una conversación de materiales, costos, ubicaciones y otro montón de cosas más en las que no preste atención ya que toda ella estaba en regularizar mi respiración, así como limitar mis movimientos para no sentir más calor.

Una vez que ya me había relajado lo suficiente les pedí permiso a ambos para retirarme un rato de la oficina. Ya que estaba aquí buscaría algunas de mis cosas más personales en mi escritorio así como ver como se la estaban llevando las dos nuevas secretarias entre ellas.

Decidí ir primero a la pequeña cocina/comedor que teníamos en aquel piso. Tome de la nevera una botella de agua y un puñado de maní que había en uno de los enormes frascos de vidrio de un estante donde habían más frascos y otros frutos secos. Este lugar originalmente era solo para los abuelos de ellos pero con el tiempo las secretarias y el encargado del recibidor fueron teniendo el permiso para venir y tomar lo que quisieran. Así como el abogado de la empresa y su secretaria, los cuales se habían casado cuando este dejo a su mujer por su hermosa y caliente asistente de veinte años.

Ya con algo más de entereza tome el camino hasta mi oficina. Al llegar al lugar aprecie los muebles, mi reproductor de música sobre la mesita de café entre los mencionados, los cuadros, las plantas que solo yo me molestaba en regar cada ciertos días y mi hermoso escritorio moderno, donde se encontraba una chica con rasgos asiáticos tecleando.

-Hola –Le dije mientras adelantaba mis pasos- Soy Jessie perkins la secretaria fija del señor Dexter reynard.

-Hola –Ella se pone de pie y camina el tramo que me falta para estrecharme la mano- Se quién eres, te he visto ir y venir por la empresa durante un año, es un placer conocerte. Soy Amy lee

De ninguno o de los tres -WATTYS 2020-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora