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Mackenzie conoce a quien se roba su corazón cuando su mejor amiga le propone ir a visitar a su familia a Corea, a pesar que le trae malos recuerdos aquel sitio decide aceptar e ir con ella. Es cuando conoce a Jeonghan y se...
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Sentí a alguien sacudir mi hombro derecho en lo que me movía para estar más cómoda durmiendo en aquel horroroso asiento del avión.
Había aceptado venir con Hana a Corea luego que ella me insistiera un montón por ello, mis padres habían estado de acuerdo diciendo que tal vez esto era lo que me faltaba para desestresarme un poco con respecto al trabajo y a la universidad, y que quizás un cambio por unos cuantos días no era tan mala idea. Pero claro que todo aquello había sido dicho después de leer la cartilla como si tuviese quince años y fuese mi primera vez viajando sola a otro sitio, obvio que no les reproché, después de todo eran mis padres y podían decirme lo que les diera la gana aún cuando sabían que no lo iba a cumplir en su totalidad.
Soy niña grande, no había porque darme una charla sobre relaciones sexuales. Pero ellos allá con sus métodos de la vieja escuela sobre la crianza.
Por otro lado, Hana había saltado en un pie cuando le dije que si iba a acompañarla. Se había puesto tan feliz que comenzó a gritar en coreano por todos lados cosas que no entendía por la velocidad a la que hablaba, además había llamado a sus padres de inmediato para darles la noticia mientras yo me reía de la actitud de niña que estaba teniendo. Después de verla me entró emoción, más porque ella me la contagió que por haberla desarollado propiamente.
Pero algo es algo.
No quería venir, había de admitirlo. No tenía muy buenos recuerdo en el país donde había vivido por poco tiempo y no quería revivirlos por más que fuese, por algo vivía en otro país, pero el entusiasmo de mi única mejor amiga más sus padres expresando cuánto querían conocerme por haber ayudado a su bebé a instalarse en una cuidad desconocida me animaron un poco llegando solo a una conclusión:
Iría a Corea de nuevo.
Y aquí estábamos, volando sobre las nubes desde hace más de doce horas en las que el asiento me había parecido la cosa más incómoda del jodido mundo, pero no podía hacer nada más que maldecir en mi cabeza cada vez que mi brazo se acalambraba por la posición en la que estaba durmiendo.
¿Por qué le dinero no alcanzó para primera clase?
Otros movimientos bruscos me hicieron abrir los ojos de repente aunque ya estaba conciente de que quien me llamaba era Hana. Había dormido, aunque era más de ese sueño en los que estás mitad conciente de lo que pasa y mitad dormida, aún así no había querido abrir los ojos desde que comenzó a llamarme.
— ¿Qué te pasa ahora? —pregunté rascándome un ojo— Tengo sueño Hanaa.
— Ya vamos a aterrizar, floja. Abrochate el cinturón. —me avisó acomodando su cabello un poco— Igual ibas a tener que despertar.
— Si, pero pude haber dormido un poco más. —me quejé haciendo lo que me había dicho anteriormente mientras me acomodaba mejor en el asiento.
