capítulo tres

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«Francés, alemán, como sea»

— ¡Mackenzie!

Seguido de eso el peso del cuerpo de Hana impactó contra mi espalda mientras daba pequeños saltitos y se sacudía de aquí para allá tratando de despertarme al tiempo que halaba de mi cabello llamando repetidas veces mi nombre.

Totalmente desesperante si me lo preguntaban, solía haber aquello cuando el despertador de ella sonaba primero y no quería estar sola por todo el departamento.

— ¡Dios, cállate un siglo Yoon Ha Na! —grité con la voz pastosa moviéndome hasta quitarla de encima de mi espalda— ¿Qué no ves que estoy durmiendo a gusto? Déjame seguir con mi sueño.

Me acomodé de nuevo ajustando la manta a mi cuerpo, tratando de cerrar los ojos aunque la luz encendida en el techo no me dejaba hacerlo.

— Sí, por eso mismo quise despertarte. —sonrió y solo pude golpearle la cabeza escuchándola quejarse— ¡Vamos a desayunar! Mamá ya preparó todo y tengo hambre.

— ¿No puedes comer sola? —pregunté cerrando los ojos de nuevo.

— No, porque soy buena mejor amiga y quiero ser cortés en tu segundo día aquí. —informó sonando segura antes de patearme— Así que levanta el trasero y vayamos a comer.

Suspiré rendida bajando la sábana hasta mis caderas y gritando interiormente porque quería seguir durmiendo hasta tarde.

— Déjame cepillar mis dientes al menos. —hablé frotándome los ojos con fuerza.

Me levanté de la cama sin esperar respuesta y me metí al baño cerrando la puerta de golpe.

Hice todas mis necesidades y cepillé mis dientes con los ojos cerrados tratando de no quedarme a dormida de nuevo, aún tenía sueño pero quedarme a dormir no era uno de los planes que Hana tenía para mí, cepillé también mi cabello haciéndome una colega baja con muchos mechones por fuera debido a lo corto del cabello y me coloqué la capucha de la sudadera que tenía puesta para salir del baño arrastrando mis pies descalzos por todo el suelo de madera.

La rubia me llevó arrastrada por todo el pasillo superior y escaleras abajo hasta la cocina en dónde estaba su madre de espaldas moviéndose de acá para allá mientras veía unas cuantas cosas en su teléfono y atendía a su vez la comida que estaba sobre la estufa.

Ni siquiera yo tengo esa concentración.

— Buenos días. —saludé tomando asiento frente al montón de comida que había en la mesa.

Se giró a nuestro encuentro sin despegar la vista de su teléfono por unos instantes.

— Buenos días, niñas. —sonrió dejando el aparato en la isla— Mack, puedes comer lo que quieras, estás en tu casa. Mi esposo y yo tenemos que ir al trabajo, se quedarán con Jeonghan. Ya están suficientemente grandes, pueden hacer cualquier cosa.

— Sí señora. —respondí asintiendo, haciendo un saludo militar, Hana solo sonrió sentándose en la mesa frente a mi.

El padre de Hana entró a la cocina segundos después ajustando la corbata que llevaba en el cuello con algo de dificultad.

— Buenos días, niñas. —saludó antes de dirigirse a su esposa quién se estaba secando las manos con un paño— Cielo, vamos tarde y tenemos que hacer unas cosas antes.

Ella asintió dejando el trapo tendido sobre el mármol de la encimera y tomó si teléfono guardándolo dentro del bolsillo de su chaqueta negra.

— Ya saben, nos vemos en la tarde. —antes de irse nos dejo en la cabeza un beso a Hana y a mi, y salió junto con su esposo quién solo sacudió su mano en despedida.

𝐌𝐎𝐔𝐓𝐇. ━ Jeonghan. (𝗖𝗮𝗻𝗰𝗲𝗹𝗮𝗱𝗮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora