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Jade

Una serie de golpes fuertes en la puerta me hizo sentarme bruscamente. ¿Cuándo me había dormido? Miré el reloj que seguía teniendo en la mano para comprobar que eran las cinco de la mañana. ¿Quién venía a esas horas? ¿El guardaespaldas había conseguido subir ahora? Eso no tenía sentido, ellos no entraban a mi habitación para nada. Además, que debía llevar horas ya allí.

Me levanté para ir a abrir, parpadeando para aclarar la vista. Al parecer no podía dormir cuando trabajaba, ni tampoco cuando no lo hacía. La idea de que podía ser Alay, reacio a dejarme escapar, me apretó un poco el estómago y casi me emocioné y todo.

Sin embargo, al abrir de un tirón, me encontré a mi padre de frente. ¿Qué...? Estaba muy dormida para aquello. Él me miró de arriba abajo, con desaprobación que no trató de ocultar. Seguía con el vestido blanco con el que había ido a cenar y ni siquiera me había quitado el maquillaje.

―¿Qué pasa? ―pregunté, apartándome de la puerta para que pudiera entrar.

Lorcan entró tras él y me dio un beso en la mejilla al hacerlo. Me pareció que traía cara de disgusto, supuse que no era su ideal viajar con nuestro padre, al que no tenía especial cariño, para ir a despertarme a las cinco de la mañana.

―El avión iba con retraso ―explicó Lorcan, mirándome con cara de horror.

―¿Y Gabbs?

La verdad es que ni habían tenido a bien informarme de que llegaban, así que ni podía saber si iba con retraso o no. Supuse que era cosa de mi padre también, seguramente Lorcan me habría avisado de depender de él.

―Se ha quedado en casa... ―Lorcan miró fatal a mi padre y no necesité más explicación.

Seguramente Bill le había arrastrado hasta allí y él había salvado a Gabbs como había podido. Sinceramente, mi hermano parecía otro desde que estaba con la chica.

―¿Y no podíais haberos quedado en algún sitio hasta que amaneciese al menos? ―sugerí, dejándome caer en el sofá. Estaba agotada.

―Imposible. Nuestro avión sale en dos horas ―explicó mi padre―. Solo hemos venido a por Ashley y con el retraso casi no llegamos al vuelo de vuelta.

Pasé la mirada de mi padre a mi hermano extrañada por aquello. Ninguno de ellos se había sentado, por cierto.

―¿Teníais que venir dos para buscar a una niña de catorce años? ―pregunté burlona, pero volví a ponerme de pie para ir a despertarla.

Un problema menos.

―Me pareció que la pobre niña ya ha padecido suficiente como para tener que soportar a Bill un viaje entero ―aseguró Lorcan, ignorando a nuestro padre cuando le miró fatal.

Yo me contuve para no reírme y abrí la puerta de Ashley. Lo único que vi con la luz del salón era la cama, que estaba hecha. Encendí la luz para comprobar si me equivocaba, pero no parecía que allí hubiera dormido nadie. ¿Qué...? ¿Dónde se había metido? ¡Eran las cinco de la mañana!

Entré en la habitación del todo y revisé el baño privado, por si acaso, pero estaba desierto. De hecho, no estaba ni el cepillo de dientes ni nada de eso. ¿Qué estaba pasando? Abrí el armario, para encontrar solo un par de prendas tiradas en la base. El resto de todo lo que le había comprado también había desaparecido.

―¿Qué pasa? ―preguntó mi padre, entrando a la habitación.

―Ashley no está ―reconocí con los dientes apretados.

Lorcan entró también, con la preocupación pintada en el rostro. Yo rebusqué de nuevo en el armario y el baño, como si pudiera estar escondida por allí y no haberla visto a la primera pasada.

Cuando vueles en alfombra - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora