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Jade

―¿Me estás tomando el pelo? ―dudé, pero salí al balcón.

―Hola.

Estuve a punto de dejar caer el móvil. Por un segundo, pensé que no se había ido de la suite, luego me di cuenta de que estaba en el balcón de al lado. Estos estaban separados solo por los muretes y una división de unos veinte centímetros de vacío a mucha altura del asfalto. La verdad es que ni me había dado cuenta de lo cerca que estaban ambas suites.

―¿Qué haces? ―pregunté boquiabierta.

―Me pareció que sería más fácil saltar por la ventana que tener que librarme de tus amigos cada vez ―bromeó, guardando su móvil y tendiendo una mano hacia mí.

―Espero que vayas a saltar tú ―le dije, lanzando mi móvil a la cama desde allí.

―No, tenemos que hacer planes, somos más.

―Es una locura ―me quejé.

―Yo he pasado antes para comprobarlo, es seguro. Pero hay que hacerlo rápido, para que nadie nos vea. ―Seguía con la mano tendida hacia mí y yo dudé, acercándome un paso―. Confía en mí ―me pidió con suavidad.

Y lo hice. Apoyé mi mano sobre la de él, respirando despacio. Solo estábamos en una décima planta. ¿Qué era lo peor que podía pasarme? ¿Qué no conociera al amor de mi vida? Ya empezaba a asumirlo.

Apoyé el culo en el murete, con ayuda de Alay y pasé primero una pierna hacia su lado. No me dejó mucho más, en cuanto estuve más cerca de él que de mi suite, tiró de mi cadera y me bajó a su balcón. Me quedé «atrapada» entre su cuerpo y el murete, pero no me molestó ni un poco. Tragué saliva con dificultad. Aún tenía la mano sobre la de él y su otro brazo me rodeaba de la cintura. Yo apoyé mi mano libre en su bíceps, en un intento de acercarme más.

―Siento lo del armario de antes, creo que he sido inapropiado... ―empezó Alay.

―No lo has sido ―murmuré―. Bueno quizá sí, pero no importa.

Me lamí el labio superior en un intento de humedecerme la boca, que notaba sequísima. ¿Iba a besarme o no? Me moría porque lo hiciese.

―Entonces todo aclarado. Será mejor que seamos solo socios, es más sencillo que no mezclemos sentimientos en esto.

Se apartó de golpe y me quedé helada. ¿Qué? ¿Eso era lo que habíamos aclarado? Yo debía ser idiota, porque no había entendido eso para nada. Sin embargo, él me hizo un gesto y entró en su suite, así que le seguí como una tonta. ¡Casi me había matado pasando de balcón en balcón para que él pasase de mí así! ¡¿Por qué?! ¿Qué había ido mal? ¿Acaso no le había gustado nuestro beso? ¿Lo había hecho mal? Era posible que hubiera perdido práctica... ¿Me sabría mal la boca?

Estaba a punto de echarme el aliento en las manos cuando vi que todo su equipo estaba en la nueva suite. Candy, Ethan y Bob permanecían sentados a la mesa y Darikson de pie cerca de la puerta, como si vigilase algo, aunque como estaba cerrada, dudaba que estuviera haciéndolo de verdad. Tenían varios planos abiertos sobre la madera. Solo tuve que acercarme unos pasos para comprobar que eran los planos del Millerfort Palace, yo misma los había supervisado. ¿De dónde los habían sacado?

―¿Cómo tenéis esto? ―pregunté.

―¿Te estás echando atrás? ―dudó Alay algo borde―. Te dije que podíamos conseguir cualquier cosa, Jade. Y los planos son muy fáciles, no es que la gente los esconda en cajas fuertes. Suelen ser sencillos de conseguir por internet.

Supuse que «por internet» se refería jaqueando el ordenador del arquitecto, porque dudaba que estuvieran colgados sin más en alguna página del estilo: «robaestehotelpuntocom». Aunque quizá tenía más que ver con la oficina del registro de la propiedad, a ellos les habíamos entregado copias. Agité la cabeza y decidí no pensar en ello, porque me producía jaquecas.

Cuando vueles en alfombra - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora