—Entonces...colocas chispas de chocolate para decorar, muchas chispas de chocolates y lo pones en el horno.—anuncia la voz de Vee y la risa de mi padre la secunda.
Inspiro profundamente admirándolos en silencio. Venus parece estar bastante emocionada con la idea de hornear galletas y él parece encantado con el hecho de compartir tiempo con ella. Las sonrisas que ambos portan en el rostro me devuelven de golpe hasta mi infancia cuando él solía sonreí así y el recuerdo es tan vivido que es como si lo estuviese viviendo de nueva cuenta y aunque me gustaría pensar un solo momento que todo sigue siendo igual que cuando era pequeña cuando el recuerdo de que mamá ya no está –y que no estará nunca más- llega a mi cabeza sé que solo estoy soñando.
Soñando despierta para variar. Y Duele. Un poco pero es dolor al final de cuentas.
—Eres la mejor preparando galletas, Vee.—lea halaga él y las mejillas de la pequeña se sonrojan de manera inmediata antes de soltar una risita divertida mientras coloca sobre una charola en miniatura la masa de galletas.
—Mi abuelita Yenni me enseñó.—confiesa.—Y también las instrucciones del horno mágico...—agrega encogiéndose de hombros. Me echo a reír de inmediato y niego lentamente.
—Bueno, seguramente cuando crezcas si sigues horneando galletas vas a ser una gran chef...—los ojos de Venus lo miran con ilusión.
—¿Una gran chef como Ali?—cuestiona.
—Claro que sí, una gran chef como ella.
—¡Sí!—exclama emocionada y luego me mira.—Oye Ali... ¿a qué hora va a venir mi papá...?
—No lo sé, mi amor.—respondo sincera.—Tenían una junta importante el día de hoy así que supongo que tardarán un poco...¿Por qué?
—Solo preguntaba...
—¿No te sientes cómoda con nosotros?—cuestiona papá y Vee se ríe.
—Sí, Santiago.—asiente.—Me gusta porque horneamos galletas juntos.—anuncia.—Es la primera vez que horneo galletas con un abuelito...
—¿Con un abuelito?—repite papá y yo me río en voz baja mientras me preparo para escuchar la nueva ocurrencia de Venus. La misma Venus que en cuestión de días se ha robado por completo el cariño de mi padre.
—Bueno...tú no eres mi abuelito pero me caes bien, me gustas.—decide y una amplia sonrisa se instala en los labios de la pequeña.
—¿Podríamos ser abuelo y nieta, no?—le pregunta papá y los ojos de Vee se iluminan de inmediato.—Yo tu abuelo adoptivo y tú mi nieta adoptiva...¿suena bien, no?
—Sí. Ahora eres mi abuelo adopotivo...—asiente sin perder la sonrisa del rostro.
—Adoptivo, Vee.—la corrijo y ella se encoge de hombros.
—Eso.—responde haciéndonos reír—¿Y vamos a hornear muchas galletas con chispas de chocolate, verdad abuelito?
Una extensa sonrisa se instala en los labios de papá y asiente de manera inmediata.—¡Todas las galletas de chocolate que tú quieras!
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