30 Días OTP / RadioDust

Día 29: Cambio de sexo

— Me veo demasiado linda. Siempre quise tener cabello largo.

Se miraba en el espejo de su habitación y corría sus largos mechones de cabello de un lado a otro. No podía dejar de admirar su figura femenina, su piel era más suave y... ¿Para que mentir? Se sostuvo los pechos con orgullo, nunca creyó poder tener unos verdaderos. Tampoco un trasero tan firme y redondo. El cambio no era para nada negativo aunque su pareja no estaba igual de conforme

— Oh vamos, no puedes odiar tanto tu cuerpo nuevo.

Se volteó para observar a Alastor, sus cabellos largos y su vestido complementaban una apariencia de alta clase. No le quedaba para nada mal, tenía una cintura tan pequeña y delicada. Pero ella no estaba feliz en lo absoluto, odiaba haber terminado así. Se miró al espejo al costado de Ángel, no se podía acostumbrar a ese cuerpo.

— No lo odio. Solo es diferente.

— Lo es.

La araña se acercó sin poder ocultar sus ganas de tocarla, capturó uno de sus pechos con su mano. Se maravilló al sentirlo, era tan suave e increíble. Pero Alastor jadeó sorprendida y retrocedió en shock, cubriéndose el pecho con ambas manos de forma muy nerviosa.

— ¡NO ME TOQUES!

— Oh... Tus pechos son muy blandos.

De repente la sintió tan sumisa. ¿Cómo podía reaccionar tan a la defensiva por algo así? Era linda. Ángel comenzó a pensar en cosas indecentes... Otra vez. Volvió a reducir el espacio personal con la preciosa bebé que tenía allí, Alastor se vio tan abrumada y nerviosa que no supo cómo reaccionar.

— No me molestaría jugar con tu cuerpo femenino, te ves tan hermosa y pequeña.

Aprovechó la diferencia de altura y de cuerpos para acorralarla contra la pared. Levantó su mentón con un par de dedos y le sonrió con sensualidad. Su novia tembló porque se sentía desprotegida ante esa mirada y acciones tan repentinas.

Pero entonces recordó que... Sus cuerpos cambiaron, si. Pero no todo el poder o el sentido de dominación. Y no había cosa que Ángel amara más en el infierno que ser dominada.

— Tampoco me molestaría explorarte un poco.

Emitió un chasquido con los dedos de una mano, volviendo a mostrar una sonrisa maliciosa en su rostro. Y ese sonido fue suficiente para que varios tentáculos negros se aferraran al cuerpo de Ángel y lo apartaran de su lado. Cada extensión desprendió sus ropas, dejándola desnuda y vulnerable ante Alastor. La arrastraron hasta la cama, algunos envolvieron sus muslos y le separaron las piernas. Otros se encargaron de sostener sus muñecas.

— ¿A-Alastor?

Trató de sonar sorprendida. Pero no pudo disimular, sus mejillas se sonrojaron ante el morbo y la excitación de probar su cuerpo femenino de esa forma. Uno de los tentáculos envolvió su cintura y otro se deslizó por sus pechos hasta rodear el derecho y jalarlo con fuerza, entonces Ángel gimió agudo ante ese movimiento y tembló por cada caliente sensación nueva, se sintió tan bien que no sabría cómo controlarse si seguía jugando tan rudo.

Alastor avanzó hasta la cama, apreciando como los tentaculos estaban jugando con aquel cuerpo femenino y como lo hacían sacudirse y gemir fuerte. Sonrió tranquilamente al colocarse por arriba del cuerpo de Ángel, llevó ambas manos hacia sus pechos y comenzó a masajearlos logrando que gimiera cada vez más alto. Entonces bajó una mano y acarició la superficie de su sexo con uno de sus dedos, apenas rozó el clítoris Ángel abrió sus ojos a más no poder y perdió el control.

— ¡E-ESPERA! E-es demasiado sensible...

¿Acaso pensaba que Alastor le iba a tener consideración? No sabía con quién estaba jugando.

— Cariño, aún necesito conocer tus puntos débiles.

Deslizó un par de dedos por la leve abertura de sus labios y sintió su humedad. Ángel temblaba, quería cerrar las piernas pero la tentáculos las mantenían abiertas. Alastor tuvo un poco de piedad, se apartó de su zona y decidió corroborar otros lugares. Deslizó su mano por su espalda, delineando el trazo de la curva de su columna arqueada, luego hundió sus labios entre medio de sus pechos redondos y formados.

Ángel gemía ante el más mínimo contacto, su pecho subía y bajaba debido a sus rápidos jadeos.  Su pareja se aferró a su cadera y de repente, se atrevió a morder enteramente uno de sus pechos. La araña dejó caer su cabeza hacia atrás, gritando a todo lo que le daba la garganta porque sus pechos eran la parte más erógena de su cuerpo. Su pelvis se sacudió por si sola, nunca creyó que un orgásmo femenino podría sentirse tan intenso, drenó todas sus fuerzas y la dejó extendida contra los tentáculos que se aferraban a sus brazos y piernas. Se dejaría manipular de esa forma hasta que su cuerpo no pudiera más