Día 3: Despertando juntos

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La baja temperatura de la mañana lo obligó a acurrucarse contra el cuerpo cálido que estaba a su lado en la cama. Se aferró a las ropas de su novio, mantuvo los ojos cerrados y se apegó a su pecho, aún debajo de las sábanas junto con él. Se sentía tan bien, calentito y suave. Nunca querría salir de la cama debido a esa comodidad. Pero tuvo que abrir los ojos con pereza y lentitud, intentó sonreír. Sin embargo, cuando levantó la cabeza hacia el rostro de Alastor...

Su sonrisa demoníaca y sus ojos grandes y redondos en forma viejos sintonizadores de radio con pequeñas manecillas lo sorprendieron. Se alejó de un empujón cuando un sonido de estática fuerte sacudió el calmado ambiente de ambos.

¡CARAJO, ALASTOR!

Se asustó de muerte, apenas y estaba despertando y sabía que el demonio radio no dormía y siempre permanecía en ese extraño estado de alerta toda la noche. Maldición, le daría un infarto si volvía a presenciar una apariencia tan espectral de la nada misma.

¡Buenos días, dulzura! ¿Cómo dormiste?

El ciervo ignoró su reacción exagerada y parpadeó un par de veces para que sus ojos y el brillo de sus dientes volvieran a la normalidad. Angel se sostuvo el pecho con ambas manos, sintiendo como su corazón latía muy rápido debido a ese espanto mañanero.

¡Estaba muy bien hasta que desperté y me asustaste con tu cara!

Entonces, Alastor arqueó una ceja ante esa repentina ofensa. Dramatizó exactamente como Angel haría.

Decir eso es algo muy grosero, ¿No lo crees?

Sonó bastante ofendido y su sonrisa se forzó incluso más, nunca rompió el contacto visual con su novio y esto solo hizo que Angel reaccionara repentinamente por su forma de gritarle al verlo despertar.

Oh... No quise... Es decir, si me asustaste, pero...

—¿Cómo te sentirías si dijera que al despertar y ver tu rostro me espantas de lo desastroso que luces?

La araña se quedó en silencio, Alastor volvió a recostarse de lado contra la almohada y amplió sus ojos rojizos. El brillo intenso de estos iluminaron gran parte de la habitación y su sonrisa creció, mostrando aquellos espectrales colmillos que asustaban. Angel no tuvo tiempo de pensarlo, se arrojó a sus brazos con torpeza y empezó a refregar su rostro contra su pecho, como un cachorro arrepentido.

¡Muy mal! Muy mal... Lo siento.

El ciervo suspiró, era un tonto. Se estaba angustiando en serio. Esa no era su intención. Lo separó del abrazo y sujetó sus mejillas con ambas manos, amasando la suavidad de su tierna piel.

Mi amor, solo estoy bromeando. ¿Aún no distingues mis bromas de cuando hablo en serio?

Pero Angel refunfuñó ofendido, no era nada gracioso cuando lo miraba enojado o cuando sonreía de esa forma desquiciada con la sola intención de asustarlo.

Tus bromas son muy crueles.

Se volvió a aferrar a su pecho y enterró su rostro en medio de este. Alastor era un idiota... Pero así lo quería, con sus bromas extrañas y su raro sentido del humor. No obstante, el ciervo masajeó su espalda con sus manos y lo atrajó mucho más a su cuerpo. Reconocía que a veces se pasaba de la raya, Angel eran sensible cuando se trataba de ellos dos y su relación. Se le ocurrió que podía compensarlo... Diciendo la verdad de todo lo que pensaba sobre él al despertar a su lado y lo afortunado que se sentía de estar allí.

Te ves absolutamente hermoso al despertar. ¡Eres una ternura! Pero mi momento favorito es cuando abres tus grandes ojos repletos de color y me miras con una dulzura indescriptible. Tu piel es cálida y reconfortante, abrazarte es como sostener un pedazo de algodón suavecito. Porque eres esponjoso y delicado, como un peluche de terciopelo.

Angel escuchó cada palabra y ya no pudo soportarlo. Se separó con sus mejillas ardiendo a más no poder y enterró su rostro contra la almohada, repleto de pena. Ya no podía más, todos esos ataques directos a su corazón fueron demasiado para su pobre alma. No estaba preparado y nunca estaría preparado para esas situaciones. Alastor era tan hermoso, los latidos de su corazón no dejaban de sacudir su pecho. Era imposible no amarlo.

¿Angel? ¿Estás bien?

Cuestionó el demonio radio a su lado, sonriendo divertido ante su repentina reacción avergonzada. Era adorable en todos los sentidos, se le lanzó encima para abrazarlo y mimarlo un poco más.

No.

—Pero, Angel.

—¡No!!

30 Días OTP / RadioDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora