Día 13: Príncipe y caballero

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Cómo pertenecía a la raza de guerreros más poderosa de todo el infierno, fue el primero en ser recomendado para custodiar y proteger el alma de uno de los seres más importantes de su círculo infernal. Aceptó el trato con gusto, mantenerse cerca de una jerarquía tan alta podría resultar beneficioso en algún futuro.

Alastor se arrodilló ante su príncipe y tomó su mano, dibujando una sonrisa espléndida en sus labios, pero no atreviéndose a realizar un contacto visual directo con ese noble ser.

Desde hoy en adelante, cada uno de mis servicios y mi voluntad como demonio le pertenecerán al principe Ángel Dust. Juro lealtad ante usted y ante su pueblo, como también protegerlo de cada peligro o amenaza en este infierno.

El demonio perteneciente a la realeza ascendería a rey cuando su ineficiente y viejo padre ya no tuviera la voluntad de ejercer el poder. Ángel corrió sus largos cabellos rubios de su rostro y sonrió de una forma tal vez un poco altanera y caprichosa. Acomodó su vestido que dejaba a la vista su gran escote. Estaba acostumbrado a obtener todo lo que quería, siempre.

No se deje llevar por mi apariencia. Soy un hombre y soy el heredero al trono de este círculo infernal. Acepto su protección, Alastor. Pero también debe otorgarme un último favor.

Levantó el mentón del extraño y sonriente demonio ciervo, tal vez lo había confundido con su apariencia femenina de princesa. Pero iba a dejar su delicadeza de lado, sus ojos grandes brillaron al contemplar la preciosura del caballero.

Quiero ser el dueño total de su cuerpo, necesito que usted tome mi virginidad.

Silencio.

No.

Contestó el caballero sin dejar de sonreír, jurando que una pared de cristal se destruyó detrás de su cuerpo. Trató de solo ignorar la ridícula petición y que el tema muriera, pero Ángel se indignó como nunca antes.

¡No está en posición de rehusarse! Usted es mi caballero y mi protector. Básicamente mi sirviente.

— Su majestad. Mi respuesta sigue siendo una negación. Un ser como yo no puede mezclarse con un noble como usted.

Trató de razonar con él, algo le decía que poseía el alma joven de un adolescente caprichoso. Buscó cualquier excusa para rehusarse, el sexo no era su campo. Era un rotundo NO. Pero Ángel colocó sus manos en su propia cintura y le observó de forma impertinente, era la persona más obstinada del mundo y no se daría por vencido.

¡Eso no me importa! He investigado sobre su pasado, no está tan sucio como el resto. Usted es atractivo y es soltero. Un candidato ideal para tomarme.

El contrario parpadeó incrédulo, forzando su sonrisa. Algo le decía que no necesitaba muchos requisitos para ser un candidato ideal. No entendía porqué justamente lo elegía a él.

No estoy interesado en esas cosas, su majestad. Es una pena. Nunca accedería a eso.

Se encogió de hombros, riendo ligeramente. Estaba punto de irse de su castillo, pero Ángel le clavó una mirada de furia e indignación.

Haré que lo asesinen.

— Hágalo, mi respuesta seguirá siendo NO.

Volvió a responder tarareando sin prestarle atención. Pero Ángel corrió hacia su cuerpo y lo giró bruscamente desde su brazo, quería que al menos tuviera la descencia de mirarlo a los ojos. ¿Tan inferior lo veía? ¿Solo lo veía como a un patético príncipe al que debía cuidar y no respetaba nada más allá de eso?

¡¿Por qué?!

Cuestionó sin dejar de sentir enojo y frustración ante tanto rechazo. Pero Alastor entrecerró sus ojos antes esa repentina angustia que nacía de su corazón joven. Se comportaba como un niño caprichoso...

Rodeó su cadera con su mano, deslizó sus dedos por su piel y levantó su mentón con su mano contraria. Acercó su rostro y cerró los ojos, besando sus tiernos labios húmedos. Ángel no se esperó ese movimiento ni en un millón de años, se asustó... Toda su determinación se redujo a la nada misma. Al igual que su valor y su espíritu combativo. Y cuando su caballero se separó, lo dejó caer de rodillas al piso con un torbellino de emociones desbordando su cabeza y sus mejillas ardiendo por el agobio de sus sentimientos.

Esto es lo único que puedo ofrecerle, su majestad. Jamás ensuciaría su cuerpo o rompería su castidad con actos impuros.

Terminó por sentenciar su preciado caballero de armaduras negras. Volvió a sonreírle como uno de esos guerreros de cuentos antiguos. Con gracia, gentileza y una belleza inaudita, para luego retirarse de esa estancia sin pronunciar ni una sola palabra más.

Ángel siguió en shock desde el piso. De a poco subió sus manos a su rostro hasta caer en la realidad.

... El primer beso.

30 Días OTP / RadioDust Donde viven las historias. Descúbrelo ahora