Capítulo 4. ¿Sueño extraño?

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Pasamos la siguiente hora caminando por hierba alta, entre árboles y árboles, sin un camino claro; al menos para los que no conocemos el camino. Sin embargo, no la he pasado nada mal, pues he tratado de integrar a Martín a nuestro dueto entre Lisbeth y yo. Sinceramente no es muy divertido conversar con él, puesto que muestra una actitud extraña... como de indiferencia.

Aunque no es tan malo pasar junto a Lisbeth, con quien es muy fácil abrirse, y al parecer es muy abierta por igual, tanto que ya hemos hablado de nuestros problemas incluso. Le expliqué la razón de porque terminé asistiendo, y ella me contó que tampoco le gustaba mucho la idea de volver, debido a que la primera vez que vino, se enteró sobre una historia que trataba de un guía que se volvió loco por escuchar voces; no se sabe si por problemas mentales (que era por lo que ella apostaba) o si se trataba por algún demonio o algo así, pero terminó loco y asesinó a un muchacho de 16 años. El hombre se perdió en el bosque, por lo que la policía jamás lo encontró, y el caso se dio por cerrado e inconcluso

-Vaya... eso se escucha muy aterrador- le dije tratando de disimular mi escepticismo a ese tipo de temas como leyendas, pero a ella se le notaba el miedo en la voz

-¡Lo es! Y cuando me contaron la historia, me explicaron que el asesinato fue una especie de sacrificio para adorar alguna clase de entidad. Obviamente yo no me creí esa parte de lo sobrenatural, pero no descarto la posibilidad de que si haya ocurrido un asesinato; piénsalo, este es un escenario perfecto para asesinar a una persona y eliminar cualquier rastro de tu paradero, o de la evidencia de que cometiste el asesinato-

-Tienes un buen punto, pero si piensas que Richard es ese hombre... me parece que simplemente te sugestionó la historia y ya-

-No digo que piense que es él, pero por lo que nos lleva a un sitio alejado del que ya era un sitio alejado de la carretera, me hace duda-

-¿Sí? Bueno, de todas formas, cuando veas el lugar al que nos lleva, te quitarás esas ideas que tienes- le dije mientras le presionaba mi dedo índice en su sien en forma de broma, ella solo se apartó riendo.

-Oigan ¿qué hacen? Jaja- nos dijo Amelia regresando con nosotros junto con otro chico, un muchacho de mi estatura aproximadamente, centímetros más, centímetros menos. Era rubio, de piel clara, parecía europeo. Llevaba una camisa a cuadros como Martín, pero con la diferencia que traía una camiseta debajo de la camisa. A diferencia de la mayoría, él llevaba puesto un calentador impermeable, justamente para el campamento. Su cara era ligeramente alargada, su nariz algo puntiaguda, y sus ojos de color verde gato. En definitiva era europeo

-Nada- respondió Lisbeth nerviosa- solamente conversábamos sobre el sitio al que vamos-

-Relájate Lis, no ha de ser nada malo. Por cierto, chicos, él es Zach- dijo señalando al chico que sonrió ante la presentación de Amelia

-¿Cómo están? Amelia me dijo que se acaban de conocer también- hablo con ese tono europeo que caracteriza a esas personas de ese lado del continente, confirmando mi sospecha

-Viene de Irlanda del Norte hace dos años- dijo con un tono de emoción singular, extraño, pues conmigo no puso ese tono

-Es un gusto conocerte Zach, y es genial que vengas de Europa, ¿qué tal son las cosas allá?- preguntó Lisbeth interesada, algo que me puso aún más molesto internamente. Nunca nadie me había tratado de quitar amigos, y menos cuando las acabo de conocer.

Estaba a punto de decir lo primero que me salía de la mente, mientras Zach le explicaba a Lis cómo es Europa y Amelia le miraba con ojos de emoción, pero se escuchó la voz de Richard al frente de todos nosotros exclamando

-¡Chicos, vengan que ya llegamos!- dijo mientras alzaba una mano y nos hacia una seña de acercarnos al punto donde se encontraba. Curiosamente habíamos llegado a una cuesta poco empinada, y Richard estaba al final de la cuesta, que se notaba estaba más plana.

Nos acercamos a paso rápido todos los del grupo, queriendo ver el lugar a toda su plenitud, y al llegar, lo vimos, y tengo que decir, que era mucho mejor de lo que había imaginado.

Nos encontrábamos en un risco, desde el cual se podía apreciar una gran vista que daba al horizonte, seguramente podríamos observar el amanecer. También se podía observar gran parte del bosque debajo de todo el barranco, y esa vista se volvía mejor al poder divisar el pequeño lago que ya hacía abajo, entre el bosque, como señalando el punto medio de todo el panorama que podía verse.

-Te dije que no te arrepentirías- le dije casi en un susurro a Lisbeth, quien estaba asombrada con tan magnífica vista, tanto que no podía pronunciar palabra alguna... y se veía muy tierna.

-Bien chicos, al parecer llegamos a la hora del almuerzo, por lo que cada quien saque su almuerzo-

¿¡Almuerzo!? ¡No tenía ni idea de que tocaba llevar almuerzo! ¿¡Ahora que voy hacer!? ¿¡Moriré de hambre!?

-Emmm... ¿tocaba traer almuerzo?-

-Sí, o ¿no sabías?- dijo Richard en tono de mofa. Quise contestarle, pero lo más prudente era buscar que alguien compartiese conmigo algo de comer, por más pequeño que sea

-No hagas caso. Ven, siéntate conmigo, te daré un poco de lo que traigo- me dijo Martín, a lo que accedí sin protesta alguna

-Te lo agradezco mucho Martín, te prometo que no tenía idea de que tocaba traer almuerzo-

-No te preocupes, seguro no revisaste bien la página del campamento. Una vez que te inscribes, hay una hoja de notificación que te pide lo que debes llevar. Por suerte para ti, los siguientes días nos darán las 3 comidas... aunque eso era antes de venir a este nuevo lugar- dijo con algo de preocupación en su voz

-En ese caso no fue buena idea que protestaras por un nuevo lugar-

-Tú también querías otro, así que es culpa de ambos- reímos un poco con ello, y empezamos a conversar de una mejor manera; no como la última vez que se mostraba indiferente, sino como un par de amigos.

La tarde paso rápido en lo que nos instalábamos, armando carpas y preparando linternas alrededor del lugar, pues fue algo en lo que todos acordábamos. Y en todo eso llego la noche.

A Richard se le ocurrió la idea típica de la fogata con malvaviscos y cuentos de terror, pero por el hecho de que todos estábamos cansados, lo aplazó para el día siguiente.

Yo por mi parte, estaba enojado, porque tuve que recibir ayuda del chico europeo, Zach, para hacer la carpa... al parecer ese idiota ya había asistido a campamentos en su natal tierra o algo por el estilo; pero lo que sí sé es que Amelia estaba fascinada con esas habilidades, y Lisbeth sabía cómo armarla, por lo que no necesitó ayuda, lo mismo con Martín, por lo que quedé en completo ridículo ante mis amigos. Así que decidí dormirme rápido y tragarme mi malhumor, me encontraba tan molesto con el chico y tan decepcionado conmigo, que no podía pensar con claridad.

Me acosté dentro de mi carpa, que no estaba tan mal, y procedí a dormir, y como lo imaginé, me dormí rápidamente por el cansancio.

Todo comenzó conmigo sentado en el risco; solo, observando la gran vista que ofrecía el lugar. De pronto, escuché un grito detrás de mí, al parecer se trataba de un grito femenino, por lo que exaltado volteé a ver, y me topé con una chica del grupo que no conocía, que decía que la había perdido, y pedía ayuda a gritos.

No entendía nada de lo que pasaba, pero de pronto centré mi vista atrás de aquel chico, y a lo lejos, muchos metros a la distancia, se encontraba una sombra... o no sabría decir con exactitud qué era, solo sabía que tenía silueta humanoide, y que su vista estaba centrada en nosotros. Por último, escuché los gritos de mis amigos al lado mío, pronunciaban mi nombre, y al voltear la mirada a mi costado, pude observarlos a todos ellos muertos, y frente a ellos, un tipo con un capuchón encima, no podía ver quién era, pero tenía la corpulencia de Richard... y me dijo

-Es su destino, y el tuyo será pronto frente a mí-

Desperté exaltado, con mi corazón latiendo a mil por segundo, con mucho miedo de todo. Regresé a ver mi reloj en la muñeca izquierda y me mostraba las 4 am. Luego de ello, solo se me ocurrió salir de la carpa, al exterior, para recibir aire. No me importaba la naturaleza en ese momento, solo quería ver el paisaje; pero, a salir, pude ver una persona en el mismo risco, sentada en el filo, supe exactamente quién era

-¿Amelia?-.

Campamento "Rain Forest" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora