Capítulo 11. Desaparecieron

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Cuando me beso, pensé que sería la maravilla más extraordinaria que me hubiera pasado; pues, había recibido el beso de aquella chica atractiva con la que soñé desde el principio del campamento. Aquella persona había llenado mis expectativas tanto físicas como características. Esa persona había logrado meterse en mis pensamientos de forma profunda, a pesar del corto tiempo que habíamos compartido. Aquella chica, era quien tomó mis emociones desde el principio... pero no fue como esperé.

No duro mucho tiempo, apenas unos segundos que parecieron minutos en su entonces, pero al terminar, yo no podía decir nada, y al parecer, ella tampoco. Ninguno de los dos vio al otro, nadie dijo palabras bonitas, ni tampoco nos atrevimos a tomar la mano del otro, solo nos quedamos ahí, sentados con vista al horizonte que comenzaba a perder su oscuridad y anunciaba sus primeros indicios de luz, pero no del sol puro, sino de nubes que se acercaban, asegurando que el día estaría nublado.

-Creo será mejor que regrese a mi carpa- me dijo de repente Amelia, quien ya no demostraba tristeza en su rostro, pero aun así se notaba dolor en su mirada. ¿Será por qué no le correspondí el beso? ¿Acaso hice mal en quedarme quieto? Ya no estaba seguro de nada, me sentía mal emocionalmente, pero no encontraba el por qué. Ese chico que buscaba a la chica, desapareció al instante cuando descubrió que aquella chica sentía lo mismo por él.

Sin darme cuenta, ya me encontraba solo, sentado en el filo del risco, perdido en mis pensamientos extraños mientras miraba las nubes grises quedar casi por encima de nosotros. No tenía más que hacer en dicho lugar. No podía seguir pensando, me dolería la cabeza al final, por lo que también decidí irme a mi carpa. Sin embargo, en el transcurso de regreso a mi carpa, pensé que sería mejor idea platicar esto con alguien, un chico en específico; Martín.

Me giré en dirección a su carpa y comencé a dar pasos tranquilos, pues no tenía prisa alguna por contarle todo. Por suerte él ya conocía del tema, ya que se lo conté el día que me compartió de su comida. Le dije que estaba en un punto emocional extraño, pues me gustaba mucho Amelia, pero parecía tener mayor química con Lisbeth, aunque para ese entonces, no había pasado aquellos momentos interesantes junto a Amelia.

Al llegar a su carpa, decidí primero llamarlo en susurros, pero no contestó. Entonces comencé a pedirle que me dejara entrar, pues quería hablar con él sobre "el tema" que ambos conocíamos; pero seguía sin responder. Fue en ese entonces que decidí no querría hablar conmigo, ya que estaría dormido y la gente odia que la despierten, así que comencé a retirarme con un ánimo decaído, y luego escuché el grito

-¡¡Richard no está!!- se alcanzó a escuchar desde el risco, exactamente desde la carpa donde se quedaba Richard.

Troté para ver de quién procedía el grito y el porqué de este, y cuando llegué solo pude observar una cosa, y no era nada bueno. La carpa de Richard se encontraba vacía por dentro. Todos los objetos que se podían ver al interior hace un día habían desaparecido junto con su dueño, y no había rastro de ellos alrededor de la carpa.

En cuanto a quien se dio cuenta, fue ni más ni menos que aquella chica de la batería, cuyo nombre era Dayanna, una chica mediana, con cabello lacio castaño medio, piel morena, y ojos color avellana.

-¿Sabes qué pasó?- pregunté observando todavía con asombro el interior de la carpa

-No. Solo venía a preguntarle a qué hora regresaríamos- respondió con la misma sorpresa que se llevó al inicio. Y de manera lenta, empezaron a llegar los demás chicos. Uno por uno, fueron llegando, y entre preguntas y rostros que se tornaban de somníferos a asustados, comenzó a surgir un debate de qué deberíamos de hacer

-¿¡Qué haremos ahora!?- pregunto una chica pelirroja, cuyo nombre me parecía que era Jules

-Yo creo solo fue al baño- sugirió el idiota de Zach. A pesar de saber que no le gustaba Amelia, aun me caía mal

-Eso no explicaría por qué no están todas sus cosas- inquirió Amelia, a quien no había notado en el montón

-Pero creo recordar que no llevaba muchas, pudo tomarlas para ir hacer algo- dijo el chico que se llamaba Wilson

-Recuerdo perfectamente que llevaba muchas cosas, no podría llevarlas todas consigo al menos que tuviera ayuda- respondió otra vez Jules.

Y fue ahí cuando recordé a Martín, por lo que sin importancia de alguien salí corriendo en dirección a la carpa de Martín, gritando su nombre al llegar. Cuando llegué, me arrodillé de golpe y seguido abrí el cierre de la entrada de su carpa de forma desesperada, esperando estar mal en mis pensamientos. No fue así, pues como creí, Martín no estaba dentro de su carpa.

Entro en mí una sensación de angustia, como cuando una madre pierde a su hijo en el supermercado. Mientras pensaba en lo peor que le pudo haber pasado, me di cuenta de un detalle, y era que su carpa tenía todas sus cosas en ella, lo único que faltaba era él, por lo que estaba seguro que Richard tuvo que ver en el tema. Inclusive, en mi mente pensaba en que el asesino de túnica negra debía ser Richard, pues su complexión física era la misma, sus cambios de humor, la chica perdida, parecía ser obras de él.

De repente escuché otro grito, pero este provenía de la carpa de la chica Marguie, aunque no era su voz, sino era voz de Lisbeth, que gritaba fuertemente para que todos la escuchemos

-¡¡Marguie tampoco está!!-

Nos acercamos todos de manera apresurada, y tal cual estaba como la carpa de Martín, con sus cosas dentro, dejando solamente como vacía la carpa de Richard

-Debemos irnos ahora- dijo Lisbeth con cara de preocupación, igual que la de todos

-No podemos dejar a Martín, o Marguie, o talvez incluso Richard- hablo Zach por otro lado

-Richard ha tenido que ver con todo esto, estoy seguro de ello- comenté muy seguro de mis palabras. Y fue sorpresa el ver que los demás no pensaban tan diferente a mí

-Exactamente, de no, ¿cómo explicas que su carpa esté vacía, y esta no?- apoyo Lisbeth

-Bien, supongamos que nos vamos, ¿a dónde iremos sin un guía que conozca el camino?- comento Wilson

-Yo sé el camino- dijo una voz femenina.      

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