Capítulo 6. Que comience la cacería

37 2 0
                                    

Con esa simple palabra me quedé tranquilo, por lo que solté sus manos y le brindé la misma sonrisa que ella me dedicó. Aunque, me parece extraño el que no busque ser el primero en irme de este lugar, pues yo odio la naturaleza... o tal vez ya no, no estoy seguro de nada, pues mis sentimientos están arremolinados y mezclados tan terriblemente que no puedo comprenderme, debido a Amelia y Lisbeth. Esas dos chicas tienen mi mente dando vueltas, no ha pasado ni la semana del campamento, apenas las conozco de un día a ambas, y ya me he llegado a encariñar de una manera muy especial, y eso no es bueno, pues no sé cómo son en realidad. Por otro lado, mis ideas están contrarias, ya que también debería estar en contra de Richard, con la actitud que ha mostrado hasta ahora, tan bipolar, hace que me de confianza y a la vez escalofríos. Además, mis gustos ya no son iguales, de eso estoy seguro, y lo demuestra mi decrecido mal gusto al natural de las cosas; estoy seguro que seguiría detestando todo si tan solo nos hubiéramos quedado en el punto base verdadero, pero ya todo cambio de un momento para otro. Sería mejor no pensármelo todo de esa forma, solo me haré pedazos por dentro.

Sin darme cuenta alguna, me encontraba parado en frente de mi carpa, y a pesar de no saber cómo llegue ahí, le di poca importancia y entre de manera rápida. Al entrar, encontré mi pijama tirada y mi saco de dormir desparramado, por lo que me puse a doblar ambas cosas; sin embargo, no paso mucho tiempo para que escuchara la voz de Richard diciendo

-¡Ya me voy! ¡Quién quiera irse a la cabaña que venga conmigo en este momento!-

Rápidamente salí de mi carpa, no para irme, sino para ver como los chicos que iban hacerlo se acercaban a Richard con sus mochilas y maletas. Si no mal vi, conté un total de seis chicos (cinco niñas y un niño); pero, también me fijé en que dos de las chicas no llevaban con ellas equipaje alguno, y se me hizo extraño en demasía, tanto, que me acerqué con Martín

-¿Por qué van dos chicas sin equipaje? ¿Acaso no trajeron nada?-

-¿Lo olvidaste? Richard pidió que le acompañaran para recoger los alimentos-

-Y ¿por qué no le acompañó algún chico?-

-Esas chicas se ofrecieron apenas pudieron. Supongo su idea es de tomar rápidamente algo para comer en el viaje de regreso-

-Tiene algo de sentido... ¿las conoces?-

-Solo a una de ellas, se llama Emma, es la de pelo rubio- instintivamente regresé a ver al grupito que se había formado, el cual cabe decir ya estaba en camino a la cabaña. Curiosamente logré ver a la chica llamada Emma de la que hablaba Martín, acompañada de una chica que tenía cabello castaño churón, y parecían llevarse excelente, tal cual Amelia y Lisbeth

-Solo espero regresen rápido con el desayuno, que muero de hambre-

-Igual amigo... igual-

Narrador

Entonces Richard partió con una mochila en la espalda, seguido por 6 muchachos, de los cuales cinco eran chicas y había solamente un chico, como Martín ya expresó, una de las chicas en aquel pequeño grupo se llamaba Emma, la cual iba acompañada de su mejor amiga, Margarita, o como le gustaba que la llamaran, Marguie.

Los otros jóvenes eran Tomás, Jimena, Layla y Matilde, quienes estaban juntos desde antes del inicio del campamento, y se consideraban mejores amigos entre los cuatro, y todo lo que hacía uno, lo hacían todos.

Jimena nunca estuvo de acuerdo con moverse del campamento, pues ella si era de aquellas personas que no les gusta probar cosas nuevas, ni saltarse un paso de método alguno, o menos romper reglas, y se hubiera quedado en aquel sitio que estableció el campamento, si tan solo Matilde no se le hubiera adelantado a decirle a sus amigos para aceptar la oferta de Richard. Matilde, por otro lado, le encanta desobedecer a las órdenes que le establezcan; le fascina conocer lugares nuevos y viajar a sitios desconocidos; y le magnificó la idea de ir a un lugar oculto del campamento, por ver qué tal era, y no dudó en decirles a sus compañeros el ir. Por último, Thomas y Layla tenían las personalidades medidas de ambas chicas anteriores, pues no eran tan cerrados como Jimena a conocer y explorar, pero tampoco eran unos rebeldes totales como Matilde, por lo que al momento en que Richard les comentó sobre que salieron totalmente del radar del campamento, ni siquiera pensaron en escuchar a Matilde para quedarse, y como ya les expresé que todos hacen lo que uno haga, pues a Matilde no le quedó de otra que empacar igual que sus amigos y caminar atrás de ellos, enojada por no quedarse en aquel hermoso paraje.

Los cinco mochileros caminaban en silencio, mientras que Emma y Marguie no dejaban de hablar sobre los amigos que conocieron en el campamento, y se hablaba en específico de uno por parte de la rubia, no era más ni menos que Martín.

-¿Acaso te gusta él?- preguntó un poco extrañada Marguie, con una respuesta en suspiro de su compañera enamorada

-Estoy segura que sí. Tan solo tienes que ver ese peinado afro que tiene, es algo fenomenal, y ni hablar de su personalidad- decía todo con mirada perdida, muy concentrada en el recuerdo de aquel chico que apenas había conocido la noche anterior

-Jajajaja lo que tú digas amiga-

De pronto, Richard cortó el silencio con los muchachos callados, es decir, los "cabañeros"

-¿Seguro no quieren quedarse en nuestro campamento? En serio será de lo mejor, aunque no nos este "protegiendo" el campamento como ustedes quisieran-

Matilde quería decirle que si tenía ganas de quedarse con ellos, pero rápidamente Jimena protestó

-Estamos más que seguros que no queremos morir de hambre o vagar en su "campamento", así que gracias por la oferta, pero no-

-Pero sus amigos se quedarán, ¿no quieren quedarse con ellos?- y apenas terminó esa frase, Tomás se detuvo, pensativo y luego dijo

-Richard, puedes darle este papel a Dayanna- inmediatamente sacó un pequeño papel arrugado y doblado a la mitad, y seguido a ello se acercó a Richard

-Por favor- y depositó el papel en la mano extendida de Richard, quien tenía una cara de asombro al verle, aunque contestó sin vacile

-Seguro-

Enseguida a recibir el papel, Richard levantó la mirada y les dijo a las chicas que tenían la intención de ayudarle con la comida

-Chicas, ya estamos cerca de la cabaña, voy a pasarles dejando a estos chicos. Mientras tanto, para que no se pierdan, espérenme justo en aquella cueva por favor- indicó con su dedo una pequeña cueva-monte que se encontraba detrás de los chicos, que al parecer no la habían visto en el camino

-Seguro- contestó Emma- Solo apresúrate- y caminó con su amiga mientras no dejaban de hablar. Y sin más, Richard dio media vuelta y caminó al lado contrario de la cueva-monte.

Pasaron unos 15 o 20 minutos caminando en la misma dirección, cuando de la nada Matilde no soportó más y gritó sin más a Jimena

-¡¡Estoy harta de que me obligues a irme de un sitio que no quiero!!-

-No te estoy obligando a nada- respondió de manera tranquila Jimena

-¡Pusiste a todo el grupo en mi contra!-

-¡Por favor Matilde! ¡Solo tú eres la única que no se da cuenta que esto es una idea suicida!- intervino Tomás

-¡Váyanse a la mierda todos ustedes!-

-Oigan... ¿dónde está Richard?- pregunto Layla preocupada, consiguiendo que todos sus amigos regresaran a ver al frente, y pusieran la misma cara que Layla... de pánico.

De la nada, se escuchó un golpe fuerte, como si fuera de un cuchillo atravesando una mesa, justo detrás de los chicos asustados... al menos de tres de ellos. Pues al regresar a ver, tanto Matilde como Jimena pegaron un grito ensordecedor, que si hubiera sido más cerca de la carretera, se hubiera escuchado, y Tomás, solo se quedó en shock ante tal acto.

Layla yacía atravesara el abdomen con un machete, o algo parecido, y se encontraba con sus ojos abiertos totalmente, como si estuvieran a punto de estallar, derramando sangre por la boca, la cual estaba tapada por una mano humana, no provenía de ella, sino del responsable que se encontraba justo detrás de ella, sosteniendo aquel machete, envuelto en un capuchón negro que impedía reconocer quien era. Entonces, en pleno shock de los chicos, la figura humana retiró rápidamente el machete del abdomen de la joven, y soltando su boca, dejándola caer ensangrentada, ya sin vida, y seguido dijo a los jóvenes

-Que empiece la cacería-. 

Campamento "Rain Forest" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora