Capítulo 14. Terrible realidad

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Me quedé atónito, petrificado, hecho piedra. ¿Qué sea su novio? Nunca pensé, en mi vida, que pasaría un momento como este... mucho menos que ella se me declarara. No tengo ni idea de mis sentimientos. No tengo idea de qué está bien. Si le digo que sí, tal vez la haga feliz; pero estaría matando lo que existe entre Amelia y yo.

A pesar de todo, todavía siento algo por Amelia, aunque no lo llamaría amor o algo así. Desde el beso que nos dimos, algo cambió, pero; aún así, no he dejado de pensar en ella. Su cabello, sus ojos, su piel; todo en ella es maravilloso. Ya lo dije cuando la conocí, es como una sirena que camina sobre la tierra, brindando belleza y paz a todo lo que toca, y satisfacción a todo lo que ve.

Sin embargo, si le contesto que no, Lis va a decepcionarse. Ella, por otro lado, es una persona única, que a pesar de no poseer el cuerpo de una modelo, tiene la mejor personalidad que haya conocido en una chica. Es amable, gentil, inteligente, dulce, tierna, y sabe lo que es correcto. Tiene idea de cómo actuar en una situación difícil, y hasta ahora, me ha apoyado en todo.

Ambas son grandes chicas, y; aunque suene algo atrevido o informal, a las dos las quiero.

-Yo... no sé qué decirte-

-Y no esperaba que supieras- seguido a eso, se puso de cunclillas, abrió la carpa y se fue sin más.

Sabía que estaba mal, se notó en sus ojos antes de salir. De repente, vi una figura masculina parada de frente a mí, y no pude evitar sorprenderme al ver de quien se trataba.

-¿Zach?-

El mismo muchacho de cabello perfecto y ojos de príncipe, que ahora tenía un morado gigante en su mejilla derecha, estaba de pie frente a mí carpa.

-Solo quiero venir a disculparme por lo que dije. Mi intención jamás fue ofender a nadie- su rostro parecía serio, pero denotaba arrepentimiento, pena y mucho miedo. No podía seguir tratándolo como hasta ahora.

-Ven, siéntate- con una pequeña mirada de asombro, muy nervioso, pasó a sentarse a mi lado.

-Lamento haberte golpeado, y también lamento haberte odiado desde que te conocí. Me afectaron los celos. Celos de que estés con Amelia, de que hablaras demasiado con ella, de toda tu vida popular. Pensaba que podrías afectar mi relación con ella. Pensaba que, gracias a ti, no tendría posibilidad alguna de ser algo para ella. Estaba demasiado cegado por los celos que he detestado todo de ti-

Me desahogué con este chico al que llegué a odiar, lo cual, si me decías desde el inicio del campamento, te hubiera asegurado que nunca pasaría. Regresé a ver su expresión, y me llevé otra sorpresa al notar que llevaba una media sonrisa.

-Comprendo todos tus celos, era evidente que te caía mal... y también lo que buscabas con Amelia. Si te soy sincero, también me gusta, y quisiera estar con ella. Aunque no es a mí a quien quiere ella. Pasábamos la mayor parte del tiempo con conversaciones de cómo podría llamar tu atención, ya que, ella pensaba, que a ti no te gustaba-

Mi cara no podría estar más extrañada, porque se trataba de una revelación que todo el tiempo consideré diferente. Me refiero a que pensaba que Zach quería a toda costa eliminarme como competencia.

Tal vez, este chico no es tan malo como pensé.

Pasamos las siguientes horas angustiados, con la esperanza de que apareciera alguno de los chicos. Lo cual no sucedió. A la final, decidimos irnos con nuestras cosas, y ejecutamos el plan de Lisbeth, que consistía en dejar la nota en las carpas de los tres desaparecidos.

Todo estaba tenso en la caminata de regreso. La mayoría de chicos que apenas sabía sus nombres iban al frente, junto con aquella chica que se ofreció de guía. Los que si conocía mejor, íbamos atrás, sin embargo, no era como al inicio de todo, cuando todo eran carcajadas y diversión. Sin idea alguna de cómo se desenvolverían las cosas. Ahora, todos se encontraban tensos entre unos y otros, ninguno hablaba, reía o; siquiera, silbaba.

Parecíamos un grupo de hermanos, peleados entre todos. Amelia iba junto a Lisbeth, pero no hablaban, ni siquiera regresaban a ver la una a la otra. Mantenían la vista al frente o al piso. Por otro lado, Zach iba a mi lado, y a pesar de que ya no había rencores ni problemas entre ambos, tampoco íbamos haciendo plática.

Finalmente, llegamos a un punto muy familiar, que no era nada más ni nada menos que aquel punto que sería base en el inicio del campamento; pero que por capricho y mala gana, terminamos desaprobando. No nos quedamos mucho tampoco, era mejor no recordar mi vida hace unos días. Mi odio al bosque, al campamento; me veía como todo un niño caprichoso en ese momento.

Continuamos caminando por un tiempo más, y gracias a nuestra guía, llegamos sin mayor problema a la cabaña. Se escuchó un suspiro de alivio en varios de los muchachos, pero yo seguía pensando en Martín, y lo mal que le podría estar yendo. Debíamos llegar y reportar las desapariciones de manera rápida, y también pedir información acerca de Richard.

Entramos todos juntos en la cabaña, por dentro se veía un poco más decente que por afuera. Los tablones de madera estaban más refinados, grandes linternas colgaban del techo y todo se encontraba ordenado. Unos cuantos asientos estaban por el lado derecho de la entrada, y fue donde muchos decidimos ir ni bien llegamos.

Lisbeth, la chica guía, y otras dos más decidieron ir hablar con la recepcionista, quien era una señora con anteojos y un movimiento muy suave y lento.

Mientras las chicas preguntaban sobre todo, el resto estábamos sentados sin hacer nada más que mirar al piso. Amelia se encontraba sentada a mi lado, e inconscientemente, nos tomábamos de la mano, entrelazando nuestros dedos. Estaba fría, temblaba por ello. Después de todo lo que hemos vivido, puedo entenderla completamente. Solo quería ver un rato su cara, y al voltear para mirarla, noté que estaba con ojos perdidos, pensativa en lo que le tocaría vivir luego de esto.

En ello regresó Lisbeth, e inmediatamente me solté de Amelia.

-¿Descubrieron algo?- pregunté para evitar el tema incómodo de las manos.

-Sí, algunas cosas no tan positivas- dijo sin mucho entusiasmo.

Una vez que todos nos reunimos, Lisbeth comenzó hablar.

-La señora amablemente nos dejó ver las inscripciones de los chicos para este grupo. En ellas, el que se iba a encargar de nosotros era un señor llamado Mikel de la Vega. No existe ningún Richard dentro de la lista de coordinadores- las caras estupefactas de todos los chicos eran claras, nadie podía creerlo. En resumen, fuimos raptados por un hombre desconocido. Probablemente ni se llama Richard.

-¡Hay que llamar a la policía!- exclamó una de las chicas

-Tenemos que ir a buscar a Martín- dije firmemente

-No volveré a entrar en ese bosque- dijo la misma chica

-Hay otra cosa también...- dijo Lis-... los chicos que salieron la mañana anterior con Richard, nunca llegaron a este lugar- esa fue la gota que derramó el vaso. Martín seguramente estaba en peligro, junto con Marguie.

-Ustedes quédense aquí a llamar a la policía, yo iré a buscar a Martín- estaba seguro que para ese momento me volví loco.

-¿¡Cómo piensas ir solo si no sabes dónde está o a dónde fue!?- comentó Lis, entendía su preocupación.

-Tiene razón, ¿y si los raptó y llevó a otra ciudad o país?- inquirió Amelia en la conversación.

-Tengo que intentarlo. Además, algo me dice que no ha salido de este bosque- seguí firme ante la idea de volver a salir. No dejaría a mi amigo desaparecer como si nada, por más miedo que me diese. Ya que hay la posibilidad, de que cuando llegue la policía, sea demasiado tarde.

-Ay por Dios, está bien, te acompañaré- dijo Lisbeth

-Yo también- añadió Amelia

-Y yo- concluyó Zach

De esta forma, quedamos en que los que estén en la cabaña llamarían a la policía y explicarían la situación, mientras que nosotros cuatro saldríamos a buscar pistas o alguna cosa así. Con todo, Lis tenía un celular para comunicarse.

Descuiden Martín y Marguie, ya vamos por ustedes.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2021 ⏰

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