ɪɴꜰɪᴇʟ (ᴡᴀɴɢxɪᴀɴ)

Capítulo 21

Wei Ying

Siempre tuve el pensamiento de que la vida daba muchas vueltas, no solo para mí, también para los que me rodean.

Las cosas dentro de la familia Lan cambiaron radicalmente desde aquel día, era muy divertido ver al señor QiRen sonrojarse con la cercanía de su pareja, quien de inmediato se mudo con él, supongo que también era para acompañar a su sobrina.

Si hablamos de Wen Qing, ella se encerraba todo el tiempo en su casa, solo salía cuando iba a sus citas médicas, casi no hablaba con nadie. Eso cambio cuando la señora JiaLi comenzó a hacerle compañía, no la dejaba sola y tenía entendido que ambas se llevaban bien.

A veces (mi ahora suegra), y yo bebíamos a escondidas algunas tazas de sonrisa del Emperador, Lan Zhan siempre nos descubría.

—¿Estás molesto? — me sorprendió la pregunta viniendo de ella.

—¿Por qué? — bebí de mi taza.

—Porque acompaño a Wen Qing.

¿Por qué lo estaría?

—No, ella necesita mucha compañía en estos momentos de su embarazo, ¿cuántos meses tiene? ¿Tres?

—Si, ella se encuentra muy confundida, a veces en negación — me contaba Madame Lan — se aferra a su hijo.

—Lan Zhan será un extraordinario padre — dije a la ligera.

—Tu igual — me sirvió más alcohol, tenía un gran aguante, lastima que mi pareja no lo había heredado de ella — ese niño se criará con la imagen de que su padre está con otra persona.

—Nunca me lo había planteado de ese modo — una sensación cálida se instalo en mí — tiene razón, puede que yo también influya en ese niño.

—Claro que sí.

Era una hermosa noche.

—Madame ¿Cómo va su relación con el papá de Lan Zhan? — de pronto sus orejas se pusieron rojas.

—Recuperando el tiempo perdido — sonrió, todos estamos avanzando a nuestros ritmos.

—Eso es verdad — aquello me hizo recordar la conversación que tuve con Lan Zhan hace algunos días.

-n-

Nuestras respiraciones se acompasaban, bajaban con calma, y nuestros cuerpos sudados seguían aferrándose el uno con el otro.

—Mañana no podré ir a trabajar — me queje — me duele el trasero, Jiang Cheng me matará — lo pensé mejor — te matará.

—Te llevó mañana al trabajo — comenzó a arrullarme con sus caricias en mi cabello.

—Tienes trabajo también, no trajiste ropa tampoco — me acomode en su pecho — debes dejar algo de ropa en mi departamento.

Se quedó un rato en silencio, pensando, era cómodo, pero a la vez me intrigaba.

—Vivamos juntos— me levante de su pecho, inclinándome a verlo.

—¿Qué has dicho? — aquello me emocionaba.

—Vivamos juntos en el jingshi — sonrió, era tan tenue su sonrisa que, si la viese desde lejos jamás la notaría, pero estaba allí, y solo me la dedicaba a mí.

—¿Por qué eres tan hermoso? — su hermosa sonrisa me contagiaba.

—Tu eres él más hermoso — comenzó a besar mi rostro — él más bello — siguió repartiendo besos con ternura.