Topacio y carbón

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7 de mayo de 1873.

Estoy sentada en el escritorio del señor Harrison, con el pretexto de escribir a mis padres una carta para avisar que el antes mencionado nos ha invitado a los demás y a mí a pasar la noche en su casa después de la cena. Ya he escrito la corta nota a mis padres, pero creo necesario seguir escribiendo para desahogarme y así continuar la velada sin ningún tipo de envidia o sentimiento maligno. La ancha puerta abierta está enfrente mío, y como primer plano tengo a una de las invitadas que está rodeada de todos los jóvenes invitados. Desconozco el nombre de la señorita, pero por su hermosos ojos la he nombrado: La dama de los Ojos color Topacio, porque el color de sus ojos se asemejan a los pendientes de topacio que está usando en este momento.

Todos la intentan conquistar a su manera; unos más descarados que otros, aún a sabiendas que en un país lejano se encuentra quien la corteja, arreglando sus asuntos en la India para después contraer matrimonio cuando él regrese a Londres. Sin embargo, si hay alguno que en sus preguntas es indiscreto e incluso irrespetuoso, es el señor Harrison; quien, desde algunos meses atrás ha despertado mi admiración hasta el grado de hacerme creer que mi afecto era correspondido, no obstante, con los ojos llenos de lágrimas hoy me he dado cuenta que mi intuición femenina estaba errada, porque el señor Harrison apenas ha notado mi presencia, incluso olvidó que me había invitado a cenar para conocer a sus amistades.

Mientras escribo estas líneas cuidadosamente, la dama de los Ojos color Topacio hechiza a los jóvenes con su perfume francés, los seduce con sus costosos vestidos a cambio de que ellos alimenten su ego ya que su pretendiente lejano no puede hacerlo. A continuación, el señor Harrison ha ido rápidamente por un espejo, parece ser que un mechón del largo cabello de la dama de los Ojos color Topacio se ha salido de su lugar. Por un momento, al pasarle el espejo de plata, mi instinto me hizo asomarme al vidrio de la ventana para ver mi reflejo como ella, ahora que lo he hecho, no una, sino más de diez veces, me pregunto: ¿Por qué no soy como ella? ¿Por qué mis ojos no alcanzan tal grado de excéntricidad? ¿Si mis ojos fueran color topacio sería igual de adorada?

Sus ojos felinos atacan al corazón de los jóvenes como un rayo en la tormenta, ¿qué hacen los míos sino avergonzarse cada vez que pienso en los de ella? Miro mi reflejo obsesionada con encontrar un brillo de los miles de destellos que veo en la dama de los Ojos color Topacio, pero: ¡Oh, es igual de imposible que pedirle a la medianoche que nos dé un rayo de luz del sol! Mis ojos son negros como el carbón, opacos en vez de brillantes, inducen al sueño en vez de la vida, y, mientras los de ella ríen ahora, los míos están llorando.

Fui a cerrar la puerta, para que nadie notara mi repentina tristeza, y los he oído murmurar: 《Deberíamos incluirla en la conversación 》, estuve a punto de abrir la puerta cuando escuché que el señor Harrison replicó: 《Déjalo así, ella disfruta estar sola》. Suspiré, y con ese amargo suspiró salió una chispa que me hizo verme nuevamente en el espejo. Me acerqué a él, y con gran pasión puse mis manos en mis mejillas mientras pensé:

El espejo en el que ella se estaba mirando son como los ojos de la dama de los Ojos color Topacio: ambos son vacíos, el espejo se limita a reflejar, y ella se limita a ser hermosa, tanto el espejo como sus ojos son frívolos, creados para satisfacer su vanidad, sin embargo, gracias al espejo puedo ver mis ojos negros y apreciarlos, mientras que los bellos ojos de la dama de los Ojos color Topacio me hacen ver la profundidad de los míos, que son como el simple carbón, sí, pero el carbón que un día fue un fuego esplendoroso, cuyas llamas ya son humo que mis ojos carbón despiden para penetrar más allá de la admiración física: la admiración intelectual.

Ahora, con paz, lanzo este humilde escrito al fuego de la habitación, porque todo lo que necesitaba saber ahora se ha quedado en mi mente, en mi alma, y se guardó en forma de sello en los ojos que ahora aprecio.

LA DAMA DE LOS OJOS COLOR CARBÓN.

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No es de hadas pero no sabía en donde publicarlo, meper d0nan¿

Cuentos de Hadas (Vólumen II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora