Capítulo XI

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Día 11: Dulce reconciliación

Amaneció con una luz tenue, el ojiverde se levantó feliz solo por estar vivo, una sensación que si le hubieran dicho antes que se podía sentir en una piel humana no lo hubiera creído, estaba rebosante de alegría aunque no mostrará una sonrisa, se baño y se vistió elegante, iba a preparar el desayuno cuando recordó su promesa, entonces fue donde la pelirroja, quien dormía tranquila, se acercó lentamente y le habló al oído.

- Vámonos a desayunar... - exclamó suavemente el ojiverde

- ¡Ha, ha, ha!, joven Ulquiorra... Bu... Buenos días... si... si, ya me visto... - contestó apresurada, ni siquiera notó que el arrancar estaba ahí

El espada suspiro mientras la distraída mujer corrió al baño, el hollow camino hasta la puerta del apartamento donde la esperó paciente, la pelirroja emocionada se puso el vestido más lindo que le compró el amable caballero de ojos esmeralda, tomó su bolsa y fue con Ciffer. La adolescente tomó del brazo al pelinegro, sonrojada, no sabía porque, ni quería pensarlo, sólo entendía que le gustaba estar con él, por el tiempo que durará era perfecto...

- ¿A dónde quieres desayunar? - preguntó el arrancar

- ¡Me encantaría una cafetería clásica japonesa! - respondió la mujer

- Bien, buscaré un lugar... - contestó sereno el espada

Entonces del bolsillo sacó un celular, busco un lugar cercano, la chica se impresionó por el aparato del caballero, la pelirroja se sujetó del brazo del ojiverde todo el camino, fue un trayecto corto en tren de solo dos estaciones, se sentaron uno a lado del otro, en una mesa solitaria, la mujer pidió muchos dulces, sin embargo no la limitó el pelinegro, la de ojos grises lucía resplandeciente, coqueteando con el arrancar dándole bocadillos en la boca, el hombre no decía una sola palabra, simplemente se dejaba querer, al hollow no le gustaban las cosas muy dulces, pero por hacerla sonreír podía sacrificarse un poco.

Cuando terminaron siguieron su camino, esta vez fue un lugar un poco más lejano el museo histórico Edo - Tokyo, el sólo de visitar ese sitio impresionó a Inoue, nunca había visitado esa estructura, era realmente maravilloso, la mujer parecía niña admirando asombrada cada exhibición, para el pelinegro era interesante, pero no lo emocionaba como a ella, la pelirroja jalaba del brazo del espada cada que quería observar algo diferente, sumiso el arrancar la seguía sin objeciones, al ver lo tranquilo y paciente que era Ulquiorra se sonrojo la pelirroja, era tan extraño que la hacía sentir nerviosa, perdió la noción del tiempo la pareja, cuando salieron ya caía el sol, el cielo se pintaba de rojo y violeta.

- ¡Ha!, ¡Ya sé hizo tarde! - exclamó Orihime

- Apenas a tiempo... - contestó el espada a la dama mirando el celular

- ¿A tiempo?, ¿para qué? - preguntó la de ojos grises

- Pará cenar en la cerca de la Torre de Tokyo, aparte una mesa... - dijo el arrancar

La mujer se emocionó, sonreía encantada por la idea, ligeramente sonrojada, sujeto fuerte del brazo a Ciffer para que se diera prisa para ir, el caballero no se reía ni se enojaba, parecía disfrutar de la euforia de la pelirroja, la pareja no tardó mucho en llegar al elegante lugar, no tenía demasiados comensales, por lo que pudieron disfrutar de una amena cena, cuando terminaron y se retiraron del restaurante, no podía la tierna Inoue dejar de hablar sobre todo lo vivido durante el día, estaba cansada, la noche se hacía presente, las estrellas iluminaban el firmamento, pero era hora de regresar a casa.

El par se veía igual que un par de recién casados mientras viajaban de regreso a Karakura, agarrados del brazo, en el tren la pelirroja recargaba su cabeza en el hombro de Ulquiorra, era un tiempo que el pelinegro deseaba detener, para quedarse con ella un poco más, solo quedaban unos días; cuando llegaron al departamento un beso corto en los labios de Inoue fue la despedida perfecta, un "gracias" y un "te quiero", llenaron su alma de ilusión, pero el tenía que marcharse, era muy egoísta el ojiverde en desear que ella fuera con él...

Así el cansancio lo termino por vencer, Orihime deseaba que no fuera un Adiós para siempre, quería seguir en contacto con el arrancar, aunque al espada no le agradaba Kurosaki, no podría estar cerca del shinigami, tal vez solo debía disfrutar de esa efímera alegría llamada "felicidad", mientras le quedaba tiempo con Ciffer.

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