2 Semanas

Capítulo XIII

Día 13: De picnic

Despertó de un sueño casi irreal el arrancar, podía sentir el calor la piel de la pelirroja, solo recordó caer dormido en cama de la chica, intentó levantase pero no pudo, estaba atrapado entre los brazos de la mujer, incluso entre sus piernas, eso logró ponerlo nervioso, ese maldito cuerpo humano lo llenaba de emociones y sensaciones extrañas, su corazón y su respiración estaban aceleradas por culpa de su situación, podía sentir la ansiedad creciendo en cada fibra de su ser.

Con gentileza su mano acarició el rostro de la mujer, al sentir su mano inconscientemente la dama dijo el nombre de "Ulquiorra", eso le dio una chispa de felicidad, estaba tan hermosa que no pudo evitar robarle un pequeño beso, por ese breve instante decidió quedarse abrazado a Inoue por un rato más, antes de ir a preparar todo para empezar el día.

Se quedó dormido el hollow por cerca de media hora, cuando volvió a despertar su tierna compañera había aflojado su agarre, por lo que pudo levantarse sin perturbar demasiado a la pelirroja, quien siguió soñando con una linda sonrisa, se metió a bañar con agua fría, necesitaba relajarse, estaba tan extasiado que salir a un  simple paseo en el parque sería bueno para disfrutar del verano. 

Su cabeza navegaba por barcos imaginarios en nubes esponjosas, para el frió, cruel e inexpresivo Ulquiorra era fascinante la sensación que sentía recorriéndole la piel, a su vez era una pesadilla porque tenía menos control sobre si mismo, para distraer su mente de todo eso preparo el desayuno algo dulce para darle gusto a la mujer, panqueques con miel y fruta picad, claro también un poco de jugo fresco, estaba feliz aunque su rostro no reflejara ni una sonrisa, continuo cocinando un clásico obento japones para almorzar juntos bajo la sombra de los cerezos, quería que todo estuviera perfecto, salió a la florería más cercana, compro un gran ramo de las más coloridas violetas que encontró, regreso al departamento, arreglo la mesa, puso los platos en el comedor cuando escucho el agua de la regadera, su dulce princesa ya había despertado, se sentó a esperarla, no tardó mucho en aparecer, con gran alegría y entusiasmo por el desayuno.

- Mujer, prepare un almuerzo para que salgamos al parque... - dijo sereno el caballero mientras bebía su té 

- ¿Esta seguro de que sea buena idea? - pregunto la chica

- No pienso ir al parque de Karakura - aclaró el punto el arrancar

- Entonces, ¿a donde pensaba ir? - insistió curiosa la pelirroja

- Pensaba en Yokohama - recalcó el espada

- ¿El parque de Sankei? - cuestionó la de ojos grises

- También el de Minato Mirai en la noche - respondió el ojiverde

La chica casi brinca de alegría estaba tan feliz por salir a un parque y más uno de diversiones como el de Minato cerca del puerto, era un sueño hecho realidad, entonces le surgió una inquietud a la pelirroja.

- ¿Cómo vamos a regresar? - le pregunto la dama al pelinegro

- Simple. La garganta - contesto cortante el hollow

- ¿De verdad vamos a ir allí? - dijo la de ojos grises, con un brillo deslumbrante en su mirada

Se levantó de su silla, miró de cerca directamente a los ojos esmerada del caballero, a punto de besarlo

- Yo no miento - respondió el arrancar

Ella saltó de emoción y abrazó al ojiverde con fuerza, contestó el gesto de vuelta.

- Vámonos para aprovechar el día - le dijo con tono suave el pelinegro

- ¡Ha, claro!, ¿quieres que lleve algo joven Ulquiorra? - dijo la mujer eufórica

- La cesta con los almuerzos - dijo el pelinegro

La adolescente se sujeto del brazo del hombre y partieron, el viaje fue sereno, la paz de la brisa con el fragante aroma de los árboles era una sensación indescriptible de alegría silenciosa para los dos chicos, igual que una pareja de novios intercambiaban bocadillos, el ojiverde no sonreía o reía pero su mirada se notaba diferente, brillante como nunca antes, al verlo tan solemne la chica le pidió al arrancar recostarse en sus piernas, para el hollow fue una sorpresa, no lo dudo, aceptó, la pícara pelirroja jugaba con sus pies mientras señalaba las nubes del cielo con caprichosas formas, mientras que el ojiverde acariciaba con ternura su largo cabello.

El cielo se pintaba de otoño, con escasa luz impartida por la muerte del sol, era tiempo de ir a Minato, el caballero agachó su cabeza para pedirle a la dama que se retiraran, la doncella se sonrojo, asintió, se incorporó y tomados de la mano partieron hacía el siguiente lugar, el parque de diversiones resplandecía como las estrellas del firmamento, cada juego brindaba una experiencia distinta de noche, en especial la rueda de la fortuna dejaba ver una perspectiva única del puerto de la ciudad, la mujer estaba maravillada, para Ulquiorra no era muy interesante, aunque por verla sonreír así de feliz y plena era capaz de tolerar esa monotonía que le causaban los juegos mecánicos.

Antes de irse del parque de diversiones, la de ojos grises le pidió al espada que subieran una vez más a la rueda de la fortuna, el caballero aceptó, ambos subieron pero al poco tiempo de que el juego empezará la chica se quedó dormida en el hombro del arrancar, con cuidado la cargo en sus brazos, la recargo contra su pecho y al bajar del juego se la llevó a un lugar tranquilo donde se pudo transformar, abrió una garganta, en un momento ambos arribaron en el departamento, con suma delicadeza el hollow recostó a la chica en su cama, le quitó los zapatos, la cubrió con una manta y la dejó dormir.

El espada se preparó una taza de té antes de irse a dormir, guardó su ropa en una maleta, recogió sus artículos personales, limpio el cuarto y la casa, fue tan meticulosamente aseada que parecía que nunca estuvo ahí el hollow, sólo el cuadro junto al retrato de Sora, las flores de la mesa y los obsequios que le hizo a Orihime delataban su intrusión, se preparó para partir porque no volvería a ese lugar, pero tenía planeado una despedida especial para los dos.