Caos VI

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—¡Wei Wuxian!—

El grito desgarrador de Jiang Cheng golpeó sus oídos, sintiendo la angustia en cada palabra. Lo observó con la mente ida y con el corazón muerto, sin notar cómo la Sandu se giraba y de desprendían algunas rocas que estaban a su alrededor.

Lan Zhan gruñó entre labios, amenazando con desesperación y aferrando un poco más su mano lastimada a la de él. Recién, en ese gesto, Wuxian comprendió que tan sólo estaba dañando a ambos. Porque los ojos de quien fue su hermano estaban empapados en rencor y desolación, mientras que los furiosos del maestro Lan se empapaban de dolor.

Sus dedos se deslizaron apenas, haciendo que Wangji volviera a él. El cuerpo del aclamado Patriarca Yiling se mecía en el aire, con el rugir de los cadáveres feroces desenfrenados arriba y el aroma de la muerte de Jiang Yanli en el aire.

Una muerte tan lamentable como su vida.

Los ojos empapados de Wuxian intentaron ver a los dorados de Lan Zhan, aquellos que en su niñez habían captado su interés y durante su adolescencia, sin saberlo, también habían sido su completa adoración. Esa mirada que ahora que la podía observar, se sentía honrado que fuera lo último que pudiera apreciar antes de caer al abismo.

—Wei Ying...—

El susurro se perdió en el silencio, desprendiéndose justo cuando la mano de Wuxian se empujaba.

El enlace se había roto.

A medida que su cuerpo iba cayendo, escuchaba la voz de Lan Wangji llena de desesperación gritar su nombre. Pero él, aunque se rehusaba a traerle más desolación, ya no tenía más fuerzas para seguir, sus últimos suspiros eran dolorosos.

Las lágrimas salieron de sus ojos y el dolor se consumió junto con su muerte. Al fin podría descansar. Al fin era libre, aunque su corazón estaba lleno de arrepentimiento.

FIN DEL CAPÍTULO

[1]

Desde el principio de la historia, Xiao Zhan sabía que Wei Wuxian iba a morir. Justamente, la premisa se basaba en la trasmigración de su alma al cuerpo del joven Mo Xuanyu y todas las situaciones turbias que habían seguido al Patriarca hacia su muerte. Por lo que, durante toda la lectura, sabía que ese momento iba a llegar. Sin embargo, ahora que sabía los motivos y comprendía las situaciones que lo habían asesinado, no podía evitar sentir una completa desesperación.

Su mano temblorosa cerró el libro que le habían dado para seguir la cronología de lo que sería la serie de televisión. Tomándose algunos momentos para intentar asimilar lo que acababa de leer, y cómo su mente parecía demasiada aturdida para procesar la información.

Su corazón dolía en cada palpitación y una inexplicable desolación lo envolvió. El personaje había logrado traspasar las hojas para llegar hasta él, empapándolo en todo aquello que lo había llevado a su suicidio. [2]

En cierta forma, ahora comprendía por qué todo el equipo de producción tenía un apego especial por Wei Wuxian, y por qué aunque cambiarían cosas, el director le insistía que comprendiera de principio a fin todo lo que envolvía al personaje antes de comenzar a grabar.

Xiao Zhan raspó sus dedos contra el libreto, tan sólo para luego dirigir la mirada a la novela que reposaba en la mesa que tenía en frente.

¿Wei Wuxian siempre moría tan desdichado? ¿Pensando que había destruido física y emocionalmente a todo lo que alguna vez amó? ¿Pensando que no había podido salvar a nadie?

Se mordió fuerte el labio inferior, notando cómo de repente todo le daba vueltas y las nauseas golpeaban su estómago. Algo tambaleante se incorporó con rapidez, caminando hasta el baño que tenía aquella sala de descanso y entrando hasta inclinarse hacia el retrete. La poca comida que había ingerido esa mañana salió con un sonido brusco, haciendo que el sabor ácido y amargo golpeara su garganta.

Déjà vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora