Peyton no es precisamente la definición de chica buena. En su pasado anduvo de boca en boca con sobrenombres denigrantes hacia su persona. A pesar de que aprendió a vivir con ello, jamás le agradó ser conocida como "La chica fácil". Nunca consideró...
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Cuando dije que sentía cierta familiaridad por el aspecto de Connor, no me imaginé que era porque era hermano de Colton.
¡Joder, era bastante evidente! Pero las conversaciones que había tenido con ambos hasta el momento no se parecían ni un poco.
Físicamente hablando podían parecerse, el cabello oscuro tirando a negro, el mismo tono de piel, y sus distintivos ojos azules, grandes y expresivos.
Colton era fornido, se notaba que se ejercitaba debido a su trabajado cuerpo, por otro lado Connor era delgado, además era más alto que su hermano, no por mucho, pero lo era.
Connor era bastante cerrado a los demás y callado, casi apático, a diferencia de Colton que era muy extrovertido y sonriente, con una personalidad arrolladora y coqueta.
Para parecerse tanto a nivel físico, respecto a sus personalidades no se parecían para nada.
—Es tu hermano...—susurro avergonzada—Lo siento, mierda. Lo iba a insultar contigo en frente, qué verguenza.
Sin embargo, lejos de molestarse, Colton me regala una sonrisa de boca cerrada y niega con la cabeza.
—No te preocupes, sé cómo es—le resta importancia—Además, creo que comienzo a hacerme una idea de cómo eres tú.
Alzo las cejas y suelto una risa.
—¿Ah, sí?—cuestiono divertida—¿ Y según tú, cómo soy?
Él se encoje de hombros y se hace a un lado para que yo salga y cierre la puerta del salón.
—No te dejas de nadie—dice con un tono seguro—Sabes defenderte, además eres un poco...
—¿Bocona?—pregunto con inseguridad.
—Explosiva—me corrige con una sonrisa.
Suelto una bocanada de aire acompañado de una risa nerviosa.
—No te equivocas—admito—No me quedo callada cuando algo no me gusta.
—Además, eres muy linda—confiesa haciendo que algo dentro de mí se active.
Me muerdo el labio por puro nerviosismo, y evito hacer contacto visual.
—Gracias—murmuro.
—No es nada, sólo digo la verdad—dice mientras caminamos por el pasillo vacío.
—¿Por qué te quedaste hasta tan tarde, esperabas a tu hermano?—me atrevo a preguntar una vez siento que el rubor en mis mejillas desaparece.
—Sí—responde—Compartimos auto, así que te imaginarás...
—Ah...—contesto—¿Lo esperaste todo ese tiempo?
—Tenía entrenamiento, así que no—me dice ladeando la cabeza.
