Connor Carter.
He tenido que desviar la mirada durante toda la noche para evitar babear por verla. Luce tan hermosa hoy... He visto a Peyton con vestidos antes, la he visto con uniforme de animadora, en bañador... ¡Dios, hasta casi la veo desnuda una vez!
Pero nunca, la he visto como ahora, no de la misma forma ni con los mismos ojos.
Antes me daba igual como estuviera, podía pararse con un baby doll frente a mí y me daría exactamente lo mismo. Pero ahora no, he desarrollado una atracción hacia ella que me es innegable.
Tragué saliva con apenas verla, aquel conjunto lila se ciñe a su cuerpo como una segunda piel, y su cabello cae por su espalda, haciendo contraste con lo cremoso de su piel.
Aquella noche en la terraza del club, me pude dar cuenta de lo mucho que mi cerebro intentó reprimir la atracción que esa parlanchina y odiosa chica logra generarme. Cuando sentí sus carnosos labios abrirse paso en mi boca pensé que me derretiría, y dejé salir a flote el lado más salvaje que poseo. Ese que me obliga a morder sus labios y estrujar sus muslos por el deseo.
—¿Qué hablabas con Peyton? —inquiere Tania, poniéndose junto a mí, mientras que observo a la chica de los ojos verdes alejarse, dando largas zancadas lejos de donde me encuentro.
—Nada en realidad —me limito a decir. Todavía puedo sentir el calor de su cuerpo sobre el mío. Sus pequeñas manos apretando mi torso, y la pesadez de su respiración. —Además, estoy enojado contigo.
Ella hace un puchero, batiendo sus pestañas.
—Oh vamos, por una vez que lo pruebe no pasará nada —murmura, refiriéndose al cuadro de LSD que acaba de consumir.
—Es peligroso, Tania —exclamo —. Aborrezco las drogas, lo sabes.
Asiente con sus ojos cafés clavados sobre los míos.
—Lo sé, cariño... Pero, es por un buen fin, ya lo verás.
¿Qué buen fin puede tener esa mierda? Mi padre dijo lo mismo, y terminó en las calles, comiendo de la basura.
—¿De qué hablas? —pregunto, levantando la cabeza. Cuando la detallo, Tania se encuentra corriendo lejos de mí.
La sigo a paso rápido, no puede andar sola por ahí en ese estado. Me escabullo entre la gente en busca de la cabellera rubia de mi novia, pronto me hallo entrando a la casa, subiendo las escaleras hacia la segunda planta.
—¿Tania? —pregunto en voz alta.
La puerta a mi derecha se abre, y sus delgados brazos me toman de la mano para adentrarme en la oscuridad de la habitación.
Ni siquiera logro encender la luz cuando ya la tengo sobre mí, prendida a mis labios, besándome con lo que para ella es, desenfreno.
Sus labios se mueven con ternura sobre los míos, dejando leves besos sobre mi boca.
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¡Hey, Connor!
Teen FictionPeyton no es precisamente la definición de chica buena. En su pasado anduvo de boca en boca con sobrenombres denigrantes hacia su persona. A pesar de que aprendió a vivir con ello, jamás le agradó ser conocida como "La chica fácil". Nunca consideró...