[08]

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Siendo sincera, en mis planes vida no está tener hijos.

No lo sé, quizás por el hecho de que soy un desastre andante y aún no sé cuidar ni de mí misma.

Puede que en algún futuro cambie esa idea que tengo... Pero honestamente, creo que sería difícil hacerme cambiar de parecer, no es un tema tan sencillo como para que siquiera lo medite.

Y, contradictoramente, sí que te tenido que cuidar niños a lo largo de mi adolescencia.

Bueno, solamente a mi sobrina Katherinne.

Cuando mi hermano y su esposa decidieron adoptar pensé que traerían a casa a un niño grande y calmado que no diera muchos problemas.

Pero como raro, me sorprendieron, trayendo a sus vidas—y la mía—, a la pequeña más revoltosa que ha pisado este planeta.

Y para colmo soy su niñera personal.

—Volveremos cerca de las doce—informa Ángeles tomando su bolso—Recuerda darle su comida y no sólo comértela tú, Peyton.

Arrugo mis cejas en dirección a ella.

—¿Qué te hace pensar que me gusta esa basura? —miento incorporándome en el sofá.

—Porque te conozco—interviene Nathaniel—Y sé cuanto te encanta la comida de bebé.

—Mierda...—murmuro.

—¡Y deja de enseñarle groserías a mi hija, Peyton! —bufa Ángeles pero luego me da una mirada burlona—No quiero que salga igual de bocona a su tía.

Me encojo de hombros.

—Sabrá lo que es bueno.

Mi cuñada pone sus ojos grises en blanco se despide de su hija quien reposa junto a mi en el sofá.

—Recuérdame por qué le dejamos nuestra hija de dos años con mi irresponsable hermana—comenta Nate mirando a la rubia con los ojos entornados.

—Porque no cobro mucho—me limito a contestar yo con una sonrisa burlona—Ya váyanse, ni que vayamos a incendiar la casa.

—Eso espero—musita Ángeles entrecerrando los ojos, pero luego me ofrece una sonrisa—Te veo en al rato.

Después de las quinientas advertencias de mi hermano y su esposa sobre cómo debo cuidar a mi sobrina, éstos se marchan dejando a la pequeña Katie recostada conmigo al lado.

—Bien, pequeña brujita—murmuro encendiendo el televisor—Vamos a divertirnos.

Con el paso del tiempo descubrí cómo cuidar de mi sobrina fácilmente.

La clave está encender el televisor, poner Peppa pig y el resto se hará solo.

Después de cerciorarme de que Katie ya ha entrado en ese ridículo trance en el que ese programa de la cerdita que da miedo la pone, me levanto del sofá para ir en busca de mi teléfono.

¡Hey, Connor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora