Capítulo 19: El visitante

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—Es realmente temprano para dar un diagnóstico adecuado, y recuerda que soy la primera doctora en verte. Mis métodos son los más ligeros, sutiles, por decirlo así. Puedes tener paz al respecto, pues hasta que todos los doctores te veamos podremos dar un diagnóstico completo, desde todos los puntos de vista. —Ella se sienta, apunta algunos datos—. ¿Tienes otra pregunta?

—¿Cómo lograré recuperar mis memorias? ¿Se sabe la razón de la pérdida de las mismas? ¿Mi madre les ha dicho algo? —pregunto con cada vez más incógnitas—. Siento que hay algo que todavía no sé, en cuanto a mi caso.

—Claro, tu madre nos ha dado la información antes de internarte en este lugar; información que hay que analizar junto a los datos que iremos averiguando poco a poco. —La doctora se pone los lentes—. Debes entender que todo esto toma su tiempo. Así como no te estoy obligando a seguir la sesión, así tenemos que ser constantes. Constantes con el medicamento, constantes con las sesiones de terapia.

—Así será, pero no sé por qué no puedo tener la información que mi madre ha proporcionado. ¿Es algo que no debo saber? Es algo de mi pasado, eso es evidente. —Estoy empezando a molestarme—. ¿Por qué afectaría en algo? Puede que me ayude a recordar, quiero recordar qué pasó con Hady... y por qué me siento así.

—Las confrontaciones traen choques psicológicos graves si no se llevan de la manera adecuada. Todo llegará a su debido tiempo, y es normal sentirse así. No puedo decir si será pronto o no, eso depende del desarrollo que tengamos, claro, siempre de la mano. Por el momento quisiera que tomaras las cosas un poco más a la ligera. Créeme que entiendo la situación, pero estamos haciendo todo lo que podemos para ayudar en estos momentos. —Ella se quita los lentes—. Alterarse no traerá nada bueno a este lugar.

—Está bien. Sé que usted es una experta en un tema en específico, y que aquí aplican terapias que aún están en estados experimentales. Sé que cada doctor se especializa en algo, y quisiera saber, ¿qué es lo que usted hace con sus pacientes? Todo esto que hemos estado haciendo es apenas la introducción a algo. ¿Cierto? —me levanto, mientras camino a la puerta—. ¿Podremos aplicar la terapia el día de mañana?

—Me alegra que lo menciones. Estoy especializada en la terapia llamada "Reacomodación Psicológica". Claro, es un tipo de terapia no aprobada por la medicina convencional, pero para eso estamos aquí... para tratar casos excepcionales. De todos modos, no se pondrá en peligro al paciente de ninguna manera, sea física o psicológicamente. —Ella está apasionada por el tema, lo puedo sentir—. Está bien. El día de mañana empezaremos la terapia. Siento que no tienes la preparación total, sin embargo, no es algo que te hará mal.

—De acuerdo. Muchas gracias, nos vemos mañana. —Salgo de la oficina, con una gran ansiedad. ¡Tengo que ir a ver a la chica de la ventana! Camino rápidamente, hasta que alguien me detiene.

—¿Cómo te ha ido? —cuestiona Azula—. No me digas que crees que te están ayudando... patético.

—¿Cuál es el problema? —digo afrontándola—. ¿Qué pasa contigo?

—Me pregunto cómo diablos llegaron todos a este lugar de mierda. —Ella está muy enojada—. Me rehúso a darle cualquier información a esa perra.

—Me tengo que ir. —Me alejo rápidamente, pero ella me sigue algunos pasos.

—¿Qué sabes de la chica de la que nadie habla? —cuestiona directa.

—¿Qué? —pregunto deteniéndome completamente—. ¿Qué sabes tú?

—No he querido hablarle a nadie, pero veo que estás con una confusión terrible... puede que tengas la locura a tope, pero no creo que me hagas nada por el momento. ¿Qué sabes de ella? —insiste. Se acomoda su azul cabello.

—No tengo tiempo para esto. Hablaremos luego. —Corro para ver a la chica, para ver si sigue en el mismo lugar, mientras escucho a la doctora llamando a Azula para iniciar su terapia.

Salgo al jardín, la neblina abunda y no me es posible ver más allá... la chica ha desaparecido. Natalia está sentada en la misma mesa de piedra de siempre. Está comiendo otro pedazo de pan añejo, al parecer es costumbre.

•—Empezar Música—•

—Natalia, necesito hablar contigo. —Me siento junto a ella—. Mathew no se encuentra cerca... ¿cierto?

—Ni idea, no sé dónde estará. —Ella está concentrada en su bocadillo—. ¿Por?

—Quisiera hablarte de un tema un tanto controversial... espero que entiendas, estoy con algo de paranoia. —Intento ablandarla un poco antes de tocarlo.

—¿Paranoia? ¿Por eso estás aquí? Puedes tener cierta tranquilidad, Aalbert tiene mucha paranoia y está relativamente bien. —Ella sonríe—. Todos tenemos algo que nos afecta, aunque sea un poco.

—No, no era ese el tema del que quería hablar. Quisiera hablar de... ya sabes, "ella" —digo en voz baja.

—Ella, ¿quién? —pregunta levantando los hombros, voltea a ver hacia los lados.

—La chica de cabello negro —insisto—. Sé que sabes de quién hablo.

—Oliver. —Mathew está detrás de nosotros—. No lo entiendo... ¿vas a seguir con el tema?

—Disculpa... yo... —Él tiene las uñas con algo de sangre, se las ha estado comiendo mucho el día de hoy.

—No entiendes. Nunca lo harás si intentas sacarle información a Natalia. ¡No debemos hablar de ello! —exclama—. Esto no es un juego, y no creo que lo entiendas hasta que paguemos las consecuencias.

—¿Qué pasa ahí? —Joseph se acerca con una sonrisa siniestra—. ¿De qué hablan, muchachos?

Mathew so torna pálido, casi al punto del desmayo. Natalia se atraganta con el trozo de pan, y sale caminando rápidamente, desapareciendo de la escena.

—No pasa nada. —Doy media vuelta para ir con Natalia, pero él me agarra del hombro.

—¿Cómo dices? Segunda falta de respeto. Creo que debemos ir con el doctor Nollan. —Él me toma de las manos y me pone esposas.

—¿Qué dices? ¡Tonterías! —grito.

—No pelees... —Mathew suspira—. Por favor...

—Vamos. —Joseph me encamina hacia la oficina del doctor Nollan a gran velocidad, sin importar que de vez en cuando tropiece con los objetos de mis alrededores.

Los pasillos son terriblemente fríos y es incómodo. Me sienta en un gran sillón negro frente a la puerta cerrada de la oficina del doctor. Él levanta las cejas al ver que no esté abierta.

—¿Acaso tenemos visitas? —cuestiona.

La puerta se abre, y de ella sale un joven un poco mayor que yo, de cabello café un sombrero negro y una mirada realmente inteligente.

—Creo que hemos terminado nuestra conversación. —El doctor se ve algo molesto.

—No, no ha terminado. Usted me está echando del lugar. —El joven insiste de manera irrespetuosa—. ¿Por qué no responderá mis preguntas?

—¿Quién es usted? ¿Acaso tiene influencia sobre esta institución? Déjeme aclararle, que ni siquiera el Agente Especial Steiner, tuvo poder alguno sobre nosotros. Si me disculpa, tengo asuntos más importantes que tratar. —Él me señala.

El joven me observa, mientras levanta una ceja. Voltea a ver a Joseph y la manera en la que me sostiene.

—No, no soy un agente especial todavía, doctor... pero quiero que sepa que regresaré en unos días, con respaldo. —Él se acomoda el sombrero—. Y esto no es una advertencia, es un simple aviso...

—Puede retirarse, Jacob Busk. —El doctor lo invita a salir del lugar.

—Nos veremos pronto. —Él sale sin voltear la mirada—. Adiós.

¿Quién era aquel muchacho? ¿Acaso... un investigador?

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora