Capítulo 25: Sobredosis

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—¡¿Quién diablos es él, Andwin?! —preguntó Frederick, intentando hacerle reanimación cardiopulmonar—. ¡Encárgate!

—No está de su lado, lo sé. —Él puso su mano firmemente en mi pecho—. Muévete entonces, chico. ¿Ayudarás, o correrás?

—Y-yo... —dije intentando entender qué diablos sucedía—. Está bien. ¿Qué hago?

—Trae agua. ¡Tráela ya! —gritó Andwin empujándome.

Corrí con todas mis fuerzas hacia la cocina, en donde estaba Haziel agitado, alerta a cualquier movimiento.

—¿Qué haces aquí? —preguntó directo, acercándose a mí.

—Quiero agua. ¿En dónde está Tannia? —dije lleno de pánico.

—Me importa una mierda. ¿Viste algo extraño, o inusual? —preguntó a centímetros de mi cara. En sus ojos dorados se reflejaban los alrededores—. Creo que sabes que la mejor opción es no mentir, y es la que te recomiendo.

—Nada más inusual que tus ojos. —Intenté tranquilizarme. Él soltó una mofa.

—Bien. —Salió rápidamente hacia la sala.

Mis manos temblaban y el sudor estaba presente en mi cuerpo. Tomé el primer vaso que vi y lo llené de agua, hice lo mismo con tres de ellos y me dirigí hacia la salida lentamente, para no parecer sospechoso.

—¡Gracias! —dijo Tannia bajando junto a Gretta—. Diablos, tenía una sed que te mueres.

—Hm. —Gretta tomó el segundo vaso—. Perfecto, creo que sí califica para ser tu novio.

—Tengo que irme, si me disculpan... —dije intentando escapar de la situación.

—¿Qué? ¿Irte? —preguntó Gretta acariciándome—. Si esto apenas empieza.

—Haziel te busca. Al parecer hay algo mal —solté directo—. Por eso no está en la cocina.

—Es cierto, no está en la cocina. —Gretta dejó de reír—. ¿No dejó algún mensaje?

—Que lo busques, es urgente —dije con angustia, sabía que cada segundo contaba.

—Ya vengo. —Ella salió corriendo a los adentros de la fiesta.

—Oliver... —Tannia caminó detrás de mí, mientras me observaba correr hacia el invernadero.

—¡Volveré en unos minutos, tranquila! —grité muriendo de la ansiedad.

Llegué al invernadero con el vaso de agua. Frederick estaba casi llorando, intentando resucitar a la niña, cuya piel estaba más blanca que las piedras que la rodeaban, y sus dedos y labios empezaban a tornarse púrpuras.

Andwin se encontraba sentado, esperando pacientemente.

—¿Un vaso de agua? Cuidando al  medio ambiente, huh. —Él se levantó y se arrodilló junto a ella, dándole agua en la boca y reactivando la maniobra para lograr salvarla.

—Vamos Andwin, te pido hacer lo tuyo... ellos vienen. —Frederick estaba entrando en pánico—. ¡Tú, cierra la estúpida puerta!

—S-sí. —Corrí a cerrarla, mientras vi que un hombre observaba desde lejos—. Ehm... hay alguien... viendo.

—¿Cómo que hay alguien viendo? ¿A qué te refieres? —dijo Andwin sacando la inyección—. Frederick, no va a sobrevivir. De todos modos, ¿quién carajos es esta niña?

Hospital psiquiátrico Lunezca (#2.5 ¡Ya disponible!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora